03 May 2024

42. POESÍA MEXICANA. DANA GELINAS

-22 Ago 2020

 

TERMINATOR

 

Arnold Schwarzenegger, antes austriaco,

se inflamó el corazón con esteroides

y pesas de gimnasio

emulando a los héroes modernos.

 

Y yo, lo confieso,

llegué a atiborrarme de burbujas de Coca-Cola

y palomitas de maíz,

mientras el gran Arnold, una estructura de titanio en vez de huesos,

terminaba con estrellas y extras de Hollywood.

 

Además, lo confieso, me parece un buen comediante

en películas para niños de kindergarden.

 

Sin embargo, lo que más admiro de él,

lo que me hace reír,

—y en verdad reí hasta las lágrimas—,

fue ver la escena en que le confiesa un gran amor a su esposa Kennedy

durante un homenaje público al actor:

 

Te amo, María, porque tienes la belleza de leyenda de los Kennedy.

Te amo porque cuidas a los niños mientras filmo.

Te amo, y beso tu mejilla para despedirme,

siempre que voy a las juntas del Partido Enemigo de los Kennedy.

 

Declaro que te amo, y que tengo una fortuna propia

gracias a los monstruos del espacio cibernético

y a mi risa musculosa.

 

Te amo, María,

mientras levanto el puño de Bush,

el presidente más poderoso de la Tierra,

enemigo tuyo, y también de tus hijos.

 

De Los trajes nuevos del emperador

 

 

LA DONCELLA DE HIERRO

 

Desde niña,

antes de ser elegida Primera Ministra de Inglaterra,

Margaret se peinó a la usanza de un Supremo Juez

(usó infinita laca sobre su cabello

hasta que terminó con la bienaventuranza

de nuestra gran capa de ozono).

 

Esta Doncella de Hierro,

ella misma un sillón de tortura con puñales en asiento y espalda,

se transformó en la Dama de Hierro Más Gélida del Planeta.

 

Con ella se abatieron los sindicatos de hombres duros

del acero y de las minas

del duro Gales, de la digna Escocia

y del resto de Inglaterra.

Con ella tories y comunes pálidos

enmudecieron en su fe.

 

Bajo su ira, el hielo fue transfigurado en nitrógeno líquido

sobre las Islas Malvinas,

cuando Margaret disparó contra un buque-lancha

con un cargamento de niños

reclutados de las escuelas

de la noche a la mañana.

 

Con ella, un extremo del planeta se congeló aún más

cuando otros grupos de estudiantes,

en suelas de goma,

fueron a defender el honor de la República Argentina.

Una Alaska del Sur para la Dama.

 

Una estatua de hielo se apoderó de mi alma

cuando leí que Margaret desembarcó mercenarios kurdos

inyectados de droga

para degollar

batallones de niños

con las suelas de goma de sus tenis

fusionadas al hielo de la Antártida.

 

 De Los trajes nuevos del emperador

 

 

LOS HOMBRES DE PAJA

 

Milosevic padre,

pope ortodoxo,

disparó a su sien derecha

después de hurgar en ella con uñas y dientes.

Buscó a Dios en ese túnel

y su última frase fue:

“No Creo en Él”.

 

Años después, su madre,

ortodoxa comunista,

también pronunció una sentencia definitiva:

“Todos me asquean,

este país y su blando Tito”,

y obligó al alma a retirarse de su cuerpo.

 

Milosevic hijo, al crecer,

ordenó un traje a la medida de sus sueños,

y se invistió, como ejecutivo de ventas,

dentro de un cuello blanquísimo,

y se invistió de Secretario del Partido,

herencia del amigo de su madre.

Junto a Mirjana Marcovich,

esposa y madre sustituta,

predicó la minoría serbia

sólo de dientes para fuera,

pero con mucha fe,

para resucitar al Gran Imperio Austrohúngaro

en el siglo XXI.

 

Milosevic removió el odio de la salamandra,

aletargada por la paz de los muertos,

con una varita,

y así la salamandra agitó su cola,

y abrió sus fauces

muy a voluntad de Milosevic;

que regresaba al seno de su madre

sustituta y cónyuge,

y por ella designaba a un “niño de paja” bajo su mando,

un traje de dos piezas para contener la ira

del anciano reptil en cada súbdito.

 

Cuando la vieja Yugoslavia

descubrió su juego,

ya las armas, ejércitos y leyes

la habían convertido

en camposanto de huesos,

sin musulmanes, sin bosnios, sin húngaros,

sólo casimir relleno de paja.

 

La pareja aún ahuyenta

por los baldíos de Bosnia.

 

Milosevic, de heno él mismo,

fue vestido en medio de los campos quemados

por sastres de Francia,

por fundamentalistas antimusulmanes,

por la Organización de las Naciones Unidas,

que llegó más tarde que nunca.

 

¿Quién compró los límites de las nuevas repúblicas?

Ni aliados ni el eje,

sino fantasmales hechuras de casimir,

corporaciones de Occidente,

monigotes, con la infinita culpa

que puede caber en el ojal

de un traje vacío

de picnic sobre las cenizas de un campo quemado,

el traje del hijo de un pope ortodoxo sin fe en Dios,

y una madre comunista sin fe en los hombres.

 

De Los trajes nuevos del emperador

 

 

LA CALLE DE LAS NOVIAS

 

En un mediodía blanco

una novia de vitrina

se pasea

entre quinceañeras amarillas

que miran por la ventana,

entre hábitos de monjas ancianas,

ángeles de comunión,

una gala de bautismo

y una miniatura de mortajas.

Se enamora mientras vuela

una serpentina de rosarios

sobre tafetas de ataúd,

monedas pintadas,

arsenal de manguillo

para el interminable pastel

y albos guantes

               con zapatos blancos

entre macetas de azahares.

 

Se pasea de novia la mañana

y el aire ardiente se estampa

en el abanico abierto del escaparate.

 

Adentro, en la sombra de las tiendas

se reflejan las vitrinas en mosaicos pequeños,

en los encogidos cofres de oro falso.

Una matrona, enrojecida y ancha,

vigila los pasos de las novias muertas

que cuidan la tienda

y venden un vestido

sin pensar en nada.

 

De Bajo un cielo de cal

 

 

BOXERS

 

En una tienda de ropa interior

de cuyo nombre no quiero acordarme,

casi como un espectáculo de circo,

como un best-seller,

se exhibían unos boxers

con el diseño más feo del mundo:

una pareja de sapos

enredados por sus lenguas

en un torcido beso francés.

 

Un príncipe siempre estará en riesgo

de convertirse en un lépero

con semejante vestido.

 

¡No te lo pongas!

En serio.

 

Cuídate del galán

que te invita al circo

de los Hermanos Ringling

con obscenidades en los boxers.

Una lengua de sapo merece la guillotina.

 

De Boxers

 

 

UN CORAZÓN DE CHOCOLATES

 

Odio los chocolates.

Mucho más los que son caprichos

de San Valentín:

demasiado alcohol,

demasiados azúcares,

demasiados sabores que envenenan.

 

Los odio por su alharaca,

los odio porque cada uno es diferente del anterior,

los odio porque no puedo evitarlos,

los odio porque sin su sabor no soy nada,

los odio porque sí,

porque del odio al amor

sólo hay un bocado.

 

De Boxers

 

 

AGUA

 

Mi planeta es un rectángulo de agua.

Un espejo al ras,

un corredor transparente.

 

Desde el pedestal, desde tu maillot negro,

desde el aire tibio,

recorres tu camino arañando la piel del agua

y dejas a los delfines azules

rozar tu hombro y costado.

 

La realidad es de agua.

 

Escucho agua: un aroma de agua limpia y delgadísima

me circunda en cada brazada.

los segundos son de agua,

la eternidad es equilibrio en el agua

entre el delgado cordón a la izquierda

y el denso muro del fin del agua.

 

Emerjo.

 

Me envuelve un mundo blanco de toallas,

Pavarotti y Bono

surgen de la lluvia constante

de las regaderas,

junto a las miles de gavetas del baño de mujeres.

 

Desde el área de mantenimiento

clama la voz de La Dolorosa:

--Odio estar aquí;

no dejo a mis hijos por gusto,

necesito el Seguro Social para el mayor, por las terapias--,

 

Un ejército de empleadas seca cada mosaico.

 

De Poliéster

 

 

Dana Gelinas (Monclova, Coahuila, 1962). Poeta, narradora y ensayista. Ha recibido las siguientes becas: Salvador Novo (1982-83), del INBA (1987-88) y del Fonca para Jóvenes Creadores (1992). Actualmente es editora, así como traductora de la lengua inglesa, poetas entre quienes se encuentra W.D. Snodgrass (La aguja del corazón, selección, traducción y prólogo, 1999). Su obra se halla traducida y recopilada en más de medio centenar de antologías mexicanas y de diferentes países. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Bajo un cielo de cal (1991; 2ª edición, 2006). Poliéster (VIII Premio Nacional de Poesía Tijuana 2004; 2ª edición, 2009). Altos Hornos (2006). Boxers (Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, 2006). Aves del paraíso (2009) y Los trajes nuevos del emperador (2011), y las siguientes antologías personales: Aves del paraíso, Hábitat y Mediodía blanco.

 

 



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