03 Dic 2024

3. POESÍA COLOMBIANA. RÓMULO BUSTOS

-20 Jun 2020
Poesía

 

Poemas de Rómulo Bustos Aguirre

 
 

DE LA VIDA

 

Vivir…qué caso tan extraño

Vivir…y de gracia, además, ser 

                                   un ser humano

Con una cabeza grácilmente en picota 

                                                      expuesta sobre su propio cuello

con manos para poner en orden o desorden cada hebra

                                                                        de esa cabeza 

con sombrero para asombrarla y sacarla a pasear

                                                                             bajo los días perros

 

Un alumno de la universidad en que imparto un curso

                                                         lleva el cabello de color amarillo

Qué color más bullicioso el amarillo

 

Pero él habla tan callando

Como si su animal se le hubiera apostado a la entrada de la boca

y devorara las palabras que intentaran salir

¿Qué clase de animal será ese?, me pregunto

¿Será serpiente como el mío?

 

La otra tarde, al concluir un examen, me entregó la hoja de respuestas

en blanco, con una pregunta:

¿Qué prefiere para alimentar a su serpiente: ratones o pichones

de codorniz?

Así supe que también era serpiente su animal

 

Vivir…qué cosa más extraña

Él y yo apenas nos saludamos

Pero las dos serpientes se entienden, se entrelazan, se entredanzan 

trafican entre sí: escamas, bichos, colmillos, caricias, palabras…

Por eso, creo, mi sombrero decidió mudarse a su cabeza amarilla

Por eso ahora callo tan hablando

 

Vivir…qué saco tan extraño

cada quien con su serpiente oculta al fondo

Por eso nunca está de más llevar un buen morral repleto

                                                                                     de manzanas

para ir mordizqueando por el camino

 

 

METAFÍSICA DE LA LETRA h

 

Me ocurre 

una curiosa dificultad con palabras como orizonte

                                                          hermita, horopéndola

 

Con frecuencia, al intentar escribirlas 

la mano se confunde, titubea entre usar la h o ignorarla

Cuando esto ocurre ante circunstantes suelo tomar

                                                     el asunto con humor 

comento mi duda y ellos entonces ríen y me corrigen

                                                           comprensivos o perplejos

 

Extraño caso la letra h

 

Es fácil caer en la tentación de compararla con el cero

Pero la h carece de la masa gravitatoria del cero

que es capaz de poner a girar en torno suyo  

                                                               todo el sistema métrico decimal

y con ello la inestable y misteriosa galaxia de los corredores de arte

                                                      el mercado de valores y los agiotistas

 

Tiene algo  

de caminante que ha arqueado la rodilla derecha y detenido 

su marcha en el momento mismo de iniciarla

 

Tiene algo de y puesta bocabajo

Pero, a diferencia de la unitiva y, la h no une nada

Ella es más bien nada

Asechanza de la Nada

Irrupción de la Nada 

en la escritura

 

Una letra que nombra el no ser es más bien

                                                  una grieta, una herida

una perversión del lenguaje 

que señala con su dedo mudo la anomalía 

                                                          del mundo mudo

 

O acaso 

solo sea callado síntoma

del deseo del alma por habitar el Silencio

 

 

EL EXTRAVIADO

PLAGIO N0. 1

 

Le pedí a la piedra permiso para entrar. Y la piedra me dio posada y entré a la casa de la piedra. Adentro todo estaba ordenado y pulcro Cada partícula oscilando en su justo lugar en quieto movimiento. Las habitaciones eran vastos espacios hipnóticos, sucesivos, dispuestos según un riguroso centro que nunca llegué a descubrir. Al parecer el centro era la puerta misma, según me sugirió en sueños el espíritu de la piedra

Pero acaso era un orden demasiado enigmático para mí

Le pedí permiso para vivir a la mata de plátano. Di el santo y seña. Y la mata de plátano se abrió con el ya sabido protocolo de las matas de plátano y me dio posada. Aquí todo era acuoso, extrañamente lábil. Los cernidores, las escaleras, las lámparas, las silletas resbalaban en el agua-aire. Aquí permanecí largo tiempo. Aquí me hubiera quedado. Pero siempre estaba el bendito problema de los cortadores de plátano pues con su apetecido fruto sabiamente pisado y freído se prepara el más sublime de los alimentos sublimes, extrañamente nombrado por estas tierras patacón, y no me resignaba a la idea de que por error alguna porción de mi cuerpo fuera a parar al fondo de una paila

Entonces le pedí permiso a la Gran ballena para entrar y ella me respondió con un coletazo sobre el agua que yo interpreté como afirmativo y entré. Al fondo, en lo que debía ser el vientre del animal había un viejillo sentado en un banco fumando al lado de un fuego  

Creí, por supuesto, que se trataba de Jonás. Pero, no, resultó que era un chamán de una tribu del Amazonas que se había extraviado en su vuelo de regreso y en vez de tornar al interior de una anaconda de hermoso cuello -o mejor, todo cuello ella- vino a recalar en una ballena 

Fumaba su tabaco y escupía. A mí esto me pareció un hábito poco higiénico además de desconsiderado con la descomunal anfitriona. De modo que tomé un estropajo que andaba arrinconado por ahí e iba limpiando a medida que él escupía. El estropajo a su vez se la pasaba quejando ante el viejillo de mi desconsideración. Algo se traían esos dos, pero finalmente esto tampoco pude descubrirlo

Durante muchos días nos alimentamos de pequeños crustáceos y capelanes. Al final de los cuales el viejillo como escuchando un imperioso llamado y sin despedirse pidió a gritos parada, parada farfullando algo entre dientes, mientras jalaba de sus barbas a tan cortés animal y se tiró en volandas como si de un usuario de autobús de la prodigiosa Cartagena de Indias se tratara. Al parecer tenía prisa por ir a predicar en su lengua nativa a los habitantes de Nínive. Por lo cual colegí que no estaba tan descaminado en mi intuición inicial

 

Heme ahora solo y desvalido en la Gran ballena-canoa. Intenté sentarme en el banco para pensar del viejillo a ver si bajaba algún pensamiento, pero el banco había desaparecido así como el quejoso estropajo

Proseguí, pues, en la Gran anaconda-canoa alimentándome de peces-aluna que mi delirio asaba en fuego-aluna, comía con boca-aluna y expelía por ano-aluna   

Proseguí, pues, en la anaconda-canoa y después de varios trasbordos de anaconda en anaconda fui arrojado a orillas del río Apaporis y volví a convertirme en el chamán que alguna vez fuera y había olvidado ser durante un mal trance (el mismo viejillo de los escupitajos, para mayor entendimiento)

Después de estos sucesos quedé sin caminos y con pánico a las alturas, ¿y qué puede ser de un chamán que padece de vértigo y no puede volar y al que no se le abren los caminos de lo invisible? 

De Jonás me han llegado borrosas noticias. Parece que tuvo problemas con una palma, con un gusano y con un sol calcinante. Pero, en general, le ha ido muy bien por aquellas lejanías  como actor de reparto en una prestigiosa y taquillera superproducción de la imaginación humana llamada Antiguo testamento

 

 

INÉDITO

HE AQUÍ LA BOCA DE UN HOMBRE

 

He aquí la boca de un hombre

con su lengua siempre húmeda

con su jauría de dientes para trocear los alimentos

Hábil para amordazar la palabra

    o liberarla

Diestra para la felación o el cunnilingus

Para mentir

Para salvar el mundo

 

He aquí el alma de un hombre

En él pastan ángeles y alimañas

De aquí vuelan sueños e impagables

crímenes

colmillos acechantes y unicornios

 

He aquí el sexo de un hombre

                        desafiante como un cuerno

Apto para poblar el mundo

Para gozar su cuota de placer

y su pequeña muerte

 

He aquí el cuerpo insepulto de un hombre

Para reclamar su inviolado cielo

Para su nada



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