LA ORILLA ÍNTIMA
A Miguel Barnet
en la sabiduría
de la dulce Atenea
hallé una cifra oculta
del decursar de la vida
y pensé que Miguel Barnet
angélico doncel de los mares
atisbaba la muerte
desde la orilla íntima
de la poesía
su extrañeza viene
de la carga de los aleros filosóficos
y en el Tokonoma
del Magíster Ludi
una sombreada ácana
me daba su ritmo
al compás de lo equidistante.
Miguel
Tiene la vieja sabiduría
de Atenea
y desde su rincón abrupto
halló secuelas imponderables
a su nombre
así las damiselas encantadoras
de Esther Borja
ruedan por sus ojos
de una manera huyente
de la deslealtad
es un mar abroquelado en las rocas
es el Karma de Lucas,
la pequeña cigala
en la piedra de David
que volando por el mar
va a derrotar gigantes
y me muestra el plenilunio
los doce estandartes de la muerte
la cofradía del oro en la mixtura
el abrupto sinsonte
cantando las baladas de la noche
y siendo el gran amigo de la vida
me da el agua para la sed inmensa
con que a veces
atravieso el desierto
y las rocas sin luna.
DESDE LOS ÓLEOS TERRIBLES
A Juan Moreira y Alicia Leal
en lo intocable de la noche
pasan las antiguas iglesias
con sus curvaturas signando
un tiempo fijo.
Moreira está entre los alerones del techo
mirando una mínima estrella
que aprisiona sus piernas
con una luz
parecida a la de un cuadro suyo.
Cuando veo el césped recién cortado
caen peces por los brazos
poco sangriento de los sueños
y Alicia ha salido
tras el húmedo cadalso de las tardes
buscando un rostro sin par
-exquisito en su angustia-
Y bebe del aljibe de las aguas.
Así estos hijos del silencio
acuñan la debilitación de los tiempos
y entre las manos mágicas
yace la orquídea más morada
de donde fluye un néctar
que perfecciona los jardines del hombre
en lo que captan ellos
desde los óleos terribles
ante los que podemos
morir o nacer
o seguir viviendo.
CERCA DEL ÁRBOL DERRUIDO
tiene el ciprés una silueta
que no cabe entre los calendarios
y vierte el agua
su arquitrabe de sombra
qué pasajero el ser humano
cuando diluye en los contenes
el bramar de los ciervos
apunta todo
a una sabiduría manca
que no penetra
por los resquicios de los montes
así las nubes
cuando se acercan al árbol derruido
alivian un peso de siglos
en los que la tierra varió y varió
como espejo fracturado y recompuesto
por la sal de los mares
contengo mi resaca
y en el pequeño cadáver del cangrejo insólito
un encausto de pájaros
con la novena sinfonía
saliendo como el empinar de una glorieta
desde una casa mustia
cuyo traspatio
es el mismísimo cuerpo de los hombres.
EL GRANO DE MOSTAZA
de cierto os digo, que si tuvieses fe como un grano de mostaza diréis a este monte: pásate de aquí a allá y se pasará, y nada os será imposible.
SANTA BIBLIA
los muérdagos son la savia de la tierra envilecida.
En el anagrama de los locos
Combinamos sabiduría y amargura.
Pronto callarán las cascadas
y el emisario tendrá vacías las cuencas de sus ojos.
el valle ajeno a los légamos
recogía una tarde de noches sin relámpagos.
Verde era el valle
y los puentecillos del mar
no tenían compuertas para los trenes del aire.
El viento anudaba los cristales
y a pesar de las huestes del mundo anacrónico
nada me será imposible.
Las escalas serán las de Jacob
y en el inundarse de los ríos
la blanquecina forma de un desierto tunecino
donde el incrédulo se v en mareas muertas
que lo regurgitan.
Así espero la sombra
con el cuarzo y el sol
más cerca que nunca
en los esquineros de la ciudad deportiva.
Vi el ángel en el mar
y mientras la notación de los breves mendrugos
en la hierba
alimenta el animal enfermo
yo soporto la vida
el oscurecer sangriento de los valles
la parcela de amor
entre la cruz y el hombre.
CÁBALA
tengo torpes encubrimientos
sobre la soledad del día
y paseo las calles buscando los quilates
de frondas que me iluminen
parece estar todo vacío
aunque en los números de la cábala citadina
se juegan cartas de azar
y no pernoctan los peces en la fuente
los grandes tiempos en que el otomano
franqueaba su destino
resultan aguazas de madera
dilatadas en el vano de las puertas caídas
las plantas crecen inevitablemente
y nadie parece percatarse del levantisco de aire
diluyendo el recuerdo medieval
los imperios continúan
sentando los carboncillos de sus esqueletos
pongo el vaso de barro
con mis plumas y mis reglas
a la consideración del plazo de la vida
no conviene el silencio
y en el disco de sol imperturbable
un perfil se acrecienta
y me alcanza la belleza del mundo
en un café insalvable de las luces
cayendo por las alforjas del mantel
y me siento menos empobrecida
como una campana monocorde
que avisa de algo
fantasioso y triste
que pasa en el pueblo
me yergo y en el loto de la lejana India
se amontona un sentido de pertenencia humana
sobre todos los yermos borrascosos
Rimbaud está entre nosotros
y yo sigo pensando que la felicidad
es un establo mínimo
donde comienza a espigar un potro pinto
me recuesto en el heno
mientras brillan mis ojos con una luz distinta.
Lina De Feria nació en Santiago de Cuba en 1945. Figura en numerosas antologías de Cuba y el mundo. En 2008 obtuvo el Premio Nicolás Guillén, convocado por el Instituto Cubano del Libro y la Editorial Letras Cubanas, por su libro Ante la pérdida del Safari a la jungla. Recibió el Premio David, en 1967, con el libro Casa que no existía, compartido con Luis Rogelio Nogueras. Tras la publicación de los volúmenes titulados A mansalva de los años, 1990; El ojo milenario, 1995; Rituales del inocente, 1996 y A la llegada del delfín, ha sido merecedora del Premio de la Crítica en cuatro ocasiones. Sus libros publicados son: A la llegada del delfín (Ediciones Unión, UNEAC, La Habana, 1998), El mar de las invenciones (Editorial Letras Cubanas, ICL, La Habana, 1999), El libro de los equívocos (Ediciones Unión, UNEAC, La Habana, 2001), El rostro equidistante (Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2001), País sin abedules (Ediciones Unión, UNEAC, La Habana, 2003), Omisión de la noche (Ediciones Matanzas, Cuba, 2003), Absolución del amor (Ediciones Unión, UNEAC, La Habana, 2005), Antología Boreal (Letras Cubanas, 2007), La rebelión de los indemnes (Ediciones La Luz, 2008), Ante la pérdida del safari a la jungla (Editorial Letras Cubanas, 2009), De los fuegos concéntricos (Eds.Unión, 2009), Espacios imaginarios (Eds. Extramuros, 2010), Caminando en el ocre (Editorial Gente Nueva, 2012). Por el conjunto de su obra, recibió en el año 2019, el Premio Nacional de Literatura de Cuba.