APRENDO NOMBRES DE ÁRBOLES DE MEMORIA
mientras Alguien todavía sigue sentado en la escalera.
Impertérrito.
El fractal de la hoja y de la hoja de la hoja
se repite igual que este laberinto
como la efigie dibujada por la caída inevitable
de la primera mancha de tinta en un vaso con agua.
Así seguimos desbordándonos ―a veces― de nuestros quicios
observando el hilo cada vez más quebrantado.
Sin conciencia de dónde ir, con un fragmento de ceniza en cada libro,
distinguimos ―a veces― el inicio, no el final
: desde adentro infringimos las imágenes,
fisuramos los muros con tanta presión
: el agua nos corrompe, nos diluimos.
A veces ―sólo a veces― el tiempo corre por otras ramas,
árboles de otro laberinto.
—NO HABLES DE LA BELLEZA.
Quebrantarla se traduce en sed
no beber agua hasta morir
no observar el cielo nunca más
apretar fuerte los puños y resistir el golpe
de las olas.
Y SIN EMBARGO, algo nos eleva, algo nos salva
la música de las utopías, quizás, el viento.
No creerás en las santas señales
vas en dirección opuesta:
el mundo es un oleaje
atravesado por largos reflejos, sin fondo.
Inundado en calma
como si lograras descifrar qué hay del otro lado
escribirás sobre el curso de las estrellas, sobre la belleza o la verdad
y traerás de regreso algo invisible
extraviado hace años en una honda fisura.
Cuando envejezcas
sabrás por qué es necesaria la Poesía
en tiempos aciagos.
NO PUEDO TOCAR
las cuerdas del violín se han roto
y no puedo repararlas, mis manos están frías,
casi congeladas.
No sé si la música regrese a mí.
Yo sólo recuerdo cuando Alguien me dijo:
—Nunca más tendrás frío.
ESTA VEZ
escoge los colores del cielo
una imagen pasajera.
Las nubes
y sólo eso
sobre mi país devastado.
En el fondo de la noche
permanecen únicamente
la memoria y su inútil eternidad.
LOS OJOS DE GUSTAVO GATICA
Mi refugio no es una casa,
no es mi país.
Mi refugio son los ojos cafés de una persona
a quien se los arrebataron.
Un ruido seco
un golpe
un disparo.
Eso fue todo
y quedé sin patria.
Ahora ya no tengo refugio
nunca más.
ARAÑAS NEGRAS
Los dolores me persiguen
como una preocupación constante.
Siento dolor hasta en mis sueños.
Grito durante el sueño
y mi grito continúa mientras despierto.
Regresarán las arañas negras,
la humildad de mi casa no va a protegerme.
Derribarán estas paredes de madera
y atravesarán el vacío frágil que entretejen las ventanas.
Vendrán con la intención de quemar mi pueblo.
Yo sólo espero que permanezca nuestra voz.
América Merino (Viña del Mar, Chile). Ha publicado la plaquette Y serán las estrellas, selección y traducción de poemas de la escritora italiana Antonia Pozzi (Ediciones del Trueno, 2020) y el libro de poesía Fractales, (Editorial Cuarto Propio, 2015). Cursó el programa de Literatura en el Istituto di Lingua e Cultura Italiana Galileo Galilei, en Florencia, Italia. Participó en el equipo de traducción y corrección de estilo del libro España mía, Portugal mío, del poeta chino Huang Yazhou (2019).
Su trabajo poético ha sido destacado en eventos literarios tanto en Latinoamérica, como en Europa y Estados Unidos. Parte de su obra ha sido traducida al francés, inglés e italiano y ha obtenido numerosos reconocimientos, entre ellos, la Beca de Creación Literaria, otorgada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (2012) y la Mención de Honor en el Premio Nacional Juegos Literarios Gabriela Mistral (2008 y 2013).