APOCALIPSIS
Se agolpa el viento en las ventanas
brama como animal herido
trae en sus fauces el fétido aliento
de las bestias humanas
derriba cuanto encuentra
en su paso desbocado
ni el nido del ave recién construido
mueve su corazón de furia milenaria
desgarra ver
tanta vida destrozada
al interior de las casas
los cuerpos acurrucados
bajo las gruesas sábanas
tiritan
y aguardan sollozantes
que la ira del viento los alcance
y lance sus tentáculos
sobre sus frágiles carnes
y sus quebradizos huesos
y su rabia los triture
y su odio los disperse
vueltos polvo
sobre la faz de otra tierra.
ME PREGUNTO
Me pregunto qué latitud habitas
y si existen latitudes en ese universo
me pregunto si los seres extraños de la tarde
te revelaron sus rostros
y si el niño del caballito estacionario
fue a tu encuentro
y si le ofrendaste el trofeo
y el cartucho de palomitas de maíz
porque al fin subió y subió el carrusel
que lo remontó al cielo…
me pregunto qué dirección tomaron
tus pasos de caminante
presto siempre a la partida y al adiós
hacia qué latitud se marcharon las palabras.
METAMORFOSIS
Fui semilla arrojada al vacío
por un dios ufano que dice
haberme moldeado a su imagen y semejanza
por capricho de los vientos
he venido a caer en esta latitud
ayer geografía inhóspita
hoy poblada de seres
melancólicos y raros que
creen ser lo mejor del continente
al que desconocen e ignoran
seres con los que comparto
lengua tradición bandera
fui semilla eché raíces
tronco firme
a pesar del embate de los vientos
extendí ramas vestí follaje
flores y no pocos frutos
me nutrí con la savia
de árboles de parajes distantes
y vuelvo a mi orilla a beber
los jugos que me reservó la tierra
para ser ya no
árbol flor y fruto
sino pájaro canto y vuelo.
NO HAY CABIDA EN ESTA TIERRA YERMA
Todos los pájaros no son suficientes
para celebrar tu vuelo a la región
más transparente
acógeme en tus alas
yo aquí
en el desamparo
busco y no hallo espacio que habitar
las jaulas atraparon mis sueños
los buitres devoraron mi esperanza
no hay cabida en esta tierra yerma.
TODO LO OLVIDÓ EL OLVIDO
Olvidó su nombre y
todos los nombres
olvidó su historia y
todas las historias
olvidó el rostro del último amante
del amigo de la madre
del vecino los parientes
olvidó el rostro del torturador
y su mano tosca apretando el gatillo
olvidó los gritos los insultos
las celdas sin aire
y el campo pestilente
todo lo borró
el olvido
sin miramientos
sin pena
quedó la memoria limpia
transparente
piedra virgen
sobre la que ha de cincelar
su nuevo cuerpo.
Margarita Drago nació en Rosario, Argentina. Doctora, catedrática de Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Universidad de la Ciudad de Nueva York, poeta y narradora. Ha participado en congresos, ferias del libro y festivales de poesía en países de América Latina y el Caribe, en Estados Unidos, Canadá y España. Es autora de Fragmentos de la memoria: Recuerdos de una experiencia carcelaria (1975-1980), declarado de interés cultural por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina; de los poemarios: Con la memoria al ras de la garganta; Quedó la puerta abierta; Hijas de los vuelos; Un gato de ojos grandes me mira fijamente; Heme aquí; Con la memoria stretta in gola; Sé vuelo; del estudio académico: Sor María de Jesús Tomelín (1579-1637, concepcionista poblana: La construcción fallida de una santa. Es coautora con Juana M. Ramos de Tomamos la palabra: mujeres en la guerra civil de El Salvador (1980-1992).