NUBES
Nubes sobre el golfo
-flotantes-
eluden azul y aire
llenas de límites
-e instantes-
suspendidas se mueven o viajan
de uno a otro lado
hasta quedar en medio
-interrogantes-
TRES POEMAS EN CUARENTENA
Healthy nations must be “communities of Memory.”
ROBERT BELLAH
I
Un día,
cuando todo esto pase,
y volvamos a encontrarnos,
saldremos a la calle enardecida,
donde la música volverá de todas partes,
las olas seguirán azotando nuestras playas,
y su eco como siempre llegará hasta otras orillas,
donde estaremos esperando los ausentes el regreso hasta la Isla
como una consigna.
Y si la Parca nos encuentra en el camino
y no volvemos a vernos, ni a tocarnos, ni a saborearnos, ni a contemplarnos,
sabremos más de ese dolor de no volver al Viejo San Juan de los recuerdos,
o a la Plaza Palmer de Caguas con sus retoños de árboles post-María
aunque la tierra siga temblando hoy 2 de mayo de 2020 y lo sepamos
a la distancia de Messenger, Facebook, Whatsapp
y ya las clases en Teams hayan acabado.
II
Dichosas las que los tienen ahora las veinticuatro horas del día,
los siete días de la semana encerrados en un apartamento
o en una casa donde salir al carro para llorar es su único consuelo.
Pobres de nosotras las Otras, las que somos queridas, cortejas, amantes
y ya no contamos sino con un texto perdido cuando se esconden
tal vez en el baño o en la ducha o en el clóset oscuro de su vergüenza
y nos dicen: “Ahora no puedo ir a verte, en cuanto pase esto voy para allá”
o simplemente “Hay moros en la costa y no puedo hablar” sin más.
Lamento de los machos de la Isla encerrados sin poder salir
pensando en las queridas, las cortejas, las amantes, las eternas Otras
que les paren hijos e hijas naturales con o sin apellido
y cuando están con Ellas piensan en las esposas porque siempre
siempre siempre vuelven a ese nido como aves de paso en primavera.
III
En este aislamiento
de fronteras porosas
no sé si volveré a verte,
si mis labios
volverán a beber
de tus besos,
si mis manos
podrán acariciar
la seda de tu piel,
si mis dedos
se trenzarán en los rizos
dorados de tu pelo
como la primera vez.
No sé si el último adiós
fue el definitivo,
si tus ojos verde amarillos
no podrán ver más
la negrura de los míos
o si el eco de tu voz
volverá a resonar
en mis oídos
diciendo aquel “te amo”
ya perdido
en el recuerdo.
Daniel Torres
Athens, Ohio, EEUU,
2 de mayo de 2020,
a 45 días de cuarentena.
Daniel Torres Rodríguez nació en Caguas, Puerto Rico, en 1961. Es catedrático de Español y Estudios Latinoamericanos en Ohio University. Sus publicaciones incluyen dos novelas, Morirás si da una primavera (1993 y 2014), Premio Letras de Oro 1991-1992 de la Universidad de Miami, y Conversaciones con Aurelia (2007 y 2017); un libro de cuentos, Cabronerías: Historias de tres cuerpos (1995 y 2016); un libro de crónicas, cuento y poesía titulado Mariconerías: Escritos desde el margen (2006) y los diez poemarios reunidos en la compilación En (el) imperio de (los) sentidos: Poseía (in)completa 1981-2011 (2013). Fue Premio Nacional de Poesía del PEN Club de Puerto Rico en 2009 por su poemario debellaqueras. Sus poemas han sido incluidos en: El límite volcado: Antología de la generación de poetas de los ochenta (2000), Mariposas: A Modern Anthology of Queer Latino Poetry (2008) y Antología del Colectivo Literario Homoerótica (2012). Sus libros de poesía más recientes son Poemas para leerse en la calle (México, 2018), en la colección literaria Confabulaciones de la Editorial de la Universidad Autónoma de Yucatán, y debellaqueras (San Juan, 2019), edición décimo aniversario publicada en la Editorial Isla Negra.