LA MESERA (2)
Cómo creía entonces que de verdad
para algo me serviría el físico.
Morena y delgadita
solo por mí venían los montones de clientes
desde Managua y Los Pueblos,
ya no se diga los que entraban
de aquí de Masaya.
Me tocaban las nalgas y tenía
ofertas al escoger:
de amorcito para arriba me trataban.
Claro que me acuerdo de vos, Castillito;
desde que te fuiste a México a estudiar
siempre pedí a los amigos
razón tuya.
Ya ves, cómo me tienen los muchachos:
gorda, cansada y varicosa.
Ni estoy tan vieja
pero así son las cosas de la vida;
La mesera más linda del “Mini-16 Rojo”
y de qué me sirvió.
LASSIE
(AUTOBIOGRAFÍA)
Es cierto. Fui fiel.
Mi único anhelo era que me pasaran
una mano displicente
por la cabeza.
Y moviendo alegremente la cola
daba vueltas, ladraba, me revolcaba
para recibir al amo.
LA SUICIDA
Si el marido era el presidente del Banco Central
Si vivía en una mansión
Si era campeona de voleibol
Si todos cuentan que era muy alegre
Si era elegante y guapa
Si tenían unos niños preciosos
Si parecían felices. . .
¿Y cómo fue que dicen que se pegó el tiro?
MENSAJE URGENTE A MI MADRE
Todas íbamos a ser reinas,
y de verídico reinar;
pero ninguna ha sido reina
ni en Arauco ni en Copán. . .
GABRIELA MISTRAL
Fuimos educadas para la perfección:
Para que nada fallara y se cumpliera
nuestra suerte de princesa-de-cuentos infantiles.
¡Cómo nos esforzamos, ansiosas por demostrar
que eran ciertas las esperanzas tanto tiempo atesoradas!
Pero envejecieron nuestros vestidos de novia
y nuestros corazones, exhaustos,
últimos sobrevivientes de la contienda.
Hemos tirado al fondo de vetustos armarios
velos amarillentos, azahares marchitos.
Ya nunca más seremos sumisas ni perfectas.
Perdón, madre, por las impertinencias
de gallinas viejas y copetudas
que solo saben cacarearte bellezas
de hijas dóciles y anodinas.
Perdón, por no habernos quedado
donde nos obligaban la tradición
y el buen gusto.
Por atrevernos a ser nosotras mismas
al precio de destrozar
todos tus sueños.
A UNA DAMA QUE LAMENTA LA DUREZA DE MIS VERSOS
Sucede que cuando salgo, lo primero que veo
es un vagabundo que hurga en la basura.
A veces, una loca sombrea su miseria
frente a mi casa. Y el vacío de sus ojos insomnes
entenebrece la luz de la mañana.
Esquinas y semáforos invadidos por gentes
que venden cualquier cosa. . . enjambres de niños
se precipitan a limpiar automóviles
a cambio de un peso, un insulto, un golpe.
Adolescentes ofertan el único bien: sus cuerpos.
Mendigos, limosneros, drogadictos: la ciudad entera
es una mano famélica y suplicante.
Usted vive un mundo hermoso: frondosas arboledas
canchas de tenis, piscinas donde retozan
bellos adolescentes. Por las tardes
niñeras uniformadas pasean en cochecitos
a rubios serafines.
Su marido es funcionario importante.
Usted y su familia vacacionan en Nueva York o París
y en este país están solo de paso.
Lamenta mis visiones ásperas. Las quisiera suaves,
gratas como los pasteles y bombones que usted come.
Siento no complacerla. Aquí, comemos piedras.
MADRE ANCIANA
Día y noche metida en el cuarto inmóvil todo el tiempo en manos extrañas de gente pagada que va y viene y se va sin avisar. Quién se hace cargo si no duerme si no quiere estar sola ni un momento si la atención que demanda es excesiva. Quién es capaz de entender que ha vuelto a ser pequeñita que tiene miedo y quiere que su madre la acurruque quién podría entender que añora al padre que la lleve de la mano al parque a comprarle un conejo de chocolate y por eso ella pasa con los ojos abiertos toda la noche aguardándolos pero no llegan por más que los espere quién recuerda que ella es huérfana que la dejaron sola y que tiene miedo mucho miedo.
SENIOR SPECIAL EN EL TENNESSEE GRILL
Aquí recalan
como cargueros sarrosos
en esta cafetería, comidería,
último puerto.
Bajo una luz de morgue
(los tubos fluorescentes)
se cruzan por las esquinas de las conversaciones
palabras checas, rusas, polacas,
con los nombres de unas calles,
las señas de una ciudad,
de una aldea, una plaza, una iglesita,
una casa perdida en un trigal.
Quién estaba en el muelle cuando el barco zarpó,
cómo era aquella novia que se cansó de esperar,
qué pasó con la madre, el padre, los hermanos
que hace tanto dejaron,
que ya ni se acuerdan
hasta que vuelven al frío de la calle,
al tranvía que traquetea en la parada,
a sus departamentos de jubilados,
a sus pensiones,
a sus cuartos alquilados,
a la niebla
que a un paso de la muerte los espera
no saben cuándo ni dónde.
CUENTOS DE HADAS
Blancanieves se negó a ser sirvienta de los enanos,
y no le permitieron entrar en la casita.
La Cenicienta demandó por maltrato a su madrastra.
Sin escopeta no entro al bosque, dijo Caperucita,
después de que el lobo la siguió por primera vez.
(Su abuela nunca abría la puerta sin asomarse antes.)
Piel de Asno se atrevió a denunciar el incesto de su padre.
La Sirenita no murió de amor. Tampoco se ilusionó
con que un príncipe se casaría con ella.
Cuando la Bella conoció a la Bestia, lo quiso tal cual era,
sin esperar milagros de ninguna clase.
Ricitos de Oro ni se atrevió a probar la sopa—
los osos la habrían devorado de inmediato.
La Princesa del Guisante no aceptó dormir
sobre tantos colchones, y les gritó que si dudaban
de su linaje, se fueran todos al infierno.
Alicia jamás viajó al País de las Maravillas,
y la Bella Durmiente se acostó, aburrida,
porque nunca le permitieron hacer lo que quería.
Estos son los cuentos, hija mía.
La vida se encargará de contártelos.
CUANDO LAS VEO PASAR
Cuando las veo pasar alguna vez me digo: qué sentirán
ellas, las que decidieron ser perfectas conservar a toda costa
sus matrimonios no importa cómo les haya resultado el marido
(parrandero mujeriego jugador pendenciero
gritón violento penqueador lunático raro algo anormal
neurótico temático de plano insoportable
dundeco mortalmente aburrido bruto insensible desaseado
ególatra ambicioso desleal politiquero ladrón traidor mentiroso
violador de las hijas verdugo de los hijos emperador de la casa
tirano en todas partes) pero ellas se aguantaron
y solo Dios que está allá arriba sabe lo que sufrieron.
Cuando las veo pasar tan dignas y envejecidas
los hijos las hijas ya se han ido en la casa solo ellas han quedado
con ese hombre que alguna vez quisieron (tal vez ya se calmó
no bebe apenas habla se mantiene sentado frente al televisor
anda en chancletas bosteza se duerme ronca se levanta temprano
está achacoso cegato inofensivo casi niño) me pregunto:
¿Se atreverán a imaginarse viudas, a soñar alguna noche que son libres
y que vuelven por fin sin culpas a la vida?
Daisy Zamora (nicaragüense). Fue vice ministra de Cultura de su país. Ha publicado siete poemarios en español y cuatro en inglés en los Estados Unidos e Inglaterra. Su libro más reciente es La violenta espuma (Visor Libros, 2017). Traductora de poesía (inglés/español) y editora de una colección de ensayos y varias antologías. Su poesía está incluida en el Oxford Book of Latin American Poetry y en numerosas antologías en treinta idiomas. Su obra (poesía, ensayos, artículos y traducciones) aparece en diarios y revistas literarias internacionales y sus poemas han sido musicalizados en los Estados Unidos, Europa y Nicaragua. Premio Nacional de Poesía Mariano Fiallos Gil 1977 y Beca del California Arts Council en Poesía 2002, entre otros. Ha dado recitales y conferencias en diversos países y en los Estados Unidos, donde fue presentada en la serie de PBS The Language of Life with Bill Moyers y en el premiado documental ¡Las Sandinistas! (2018) de la cineasta norteamericana Jenny Murray. Ha sido catedrática de la Universidad Centroamericana (UCA) en Managua y en otros centros de estudios superiores. Instructora de talleres de poesía en universidades de los Estados Unidos y catedrática de la Universidad de California, Santa Cruz, y la Universidad de San Francisco. Actualmente enseña en San Francisco State University. En 2005 fue jurado del Premio Internacional Neustadt de Literatura.