CONFINAMIENTOS
No hay cómo negar este exilio de nosotros mismos
que estamos viviendo.
La patriecita imaginada se deslíe frente al confinamiento
en el país particular que es cada casa.
Convivimos junto a nuestros miedos y la esperanza
es un globo pueril que escapa de nuestra mano.
La fragilidad del ser humano ante la incertidumbre del mundo
no se supera con la charlatanería de los influyentes:
hay que lidiar con aquellos espectros que nos aprietan
la garganta sin que sepamos por qué.
El desasosiego no es solo por el encierro
sino también porque una ciudad de postal nos mostró,
al fin, el rostro escondido de su inequidad.
Estamos anclados, como barcos temerosos de su desguace,
a la nostalgia de los días en que caminábamos
bordeando la ría y había siempre un café fragante para platicar,
ese otro que hizo posible que entonces existamos,
ese cuya memoria nos hará lo que seremos.
Somos el exilio del ser que fuimos,
sobrevivientes confinados al yo y su resiliencia.
De Puerto del coronavirus, inédito.
¿CÓMO SEREMOS CUANDO NOS VOLVAMOS A VER?
¿Nos acordaremos de aquel libro olvidado
que leímos durante el encierro?
¿del instante feliz por aquella música vuelta a escuchar?
¿de los lunes que perdieron su lento amanecer?
¿de la bulliciosa solitud de un viernes?
¿Disfrutaremos, por sobre todas las cosas,
del rito sagrado de compartir nuestro pan?
¿Nos amaremos en la eternidad de lo breve?
¿Volveremos a la vorágine en la que nos atrapa el mundo,
esa vorágine que nos conduce más rápido hacia la muerte?
De Puerto del coronavirus, inédito.
DEL DIARIO SECRETO DE MARILYN
I. The Misfits
El sexo es parte de la naturaleza y yo me llevo de maravillas con ella.
Arthur Miller decía que el poder es un afrodisíaco para las mujeres
y que las rubias somos especialmente sensibles a su aroma.
Yo duermo vestida con solo una gota de Channel # 5.
Para mi gusto, el poder apesta.
El sexo es siempre una complicación para los hombres de letras
—escriben demasiado sobre él—
se mortifican con el recuerdo de vida que les toca.
Arthur, amor inútil, me hizo la Roslyn de la película final
Clark Gable me regaló la sabiduría de su vejez y siendo Roslyn fui su última yegua.
¿Por dónde andas Joe DiMaggio?
Los peloteros mascan tabaco de Virginia y son buenos amantes.
II. Happy Birthday, Mr. President
JFK nunca pensaba demasiado cuando hundía su cabeza
entre mis piernas largas que apuntaban orgiásticas a la luna.
El hombre más poderoso del mundo se arrodilla ante mí y tiemblo.
Mr. President es la prueba de que los maridos son buenos amantes
cuando están traicionando a su mujer. Happy Birthday.
Católico y rijoso como buen irlandés.
Con sus hombres de gafas oscuras apostados en los recibidores
de nuestros hoteles, alcahuetes, Hoover nos cronometra cada orgasmo.
JFK lo sabe y es temeroso de ese Dios.
—Sus esbirros no servirán para un carajo el día que alguien me dispare.
Los políticos son mañas y silencio
y el poder el único orgasmo por el que matarían.
Cuando los hombres se quedan callados después del sexo es porque se acerca el fin.
Ahora lo sé:
el hombre más poderoso del mundo finalmente es solo un hombre
y la verdad del amor no se lleva bien con la crueldad del Estado.
¿Continúas en casa Joe DiMaggio?
Two strikes, three balls. ¡te vas o te quedas?
III. El hermano menor
Robert ha sido un consuelo.
Los hermanos menores siempre son un triste consolador.
Es dulce pero se caga de miedo.
Le teme a Hoover, a Ethel, su mujer, a la mafia, le teme
a su cuerpo y nunca se entrega
y su Rolex es una bomba del tiempo entre los dos.
Habla demasiado y yo me ahogo en sus secretos
Por estas minucias resulta que degüellan a las concubinas.
Robert quiere que mantenga cerrada la boca.
Los hermanos menores siempre se encoñan y son exigentes.
Es hipócrita y violento pero sonríe bien.
Quiere apropiarse de los recuerdos de mi niña violada.
Sembró sus secretos en mí y pretende cosechar mi silencio.
¿Correrías a casa por mí, señor DiMaggio, 56 veces seguidas?
¿Celebrarías mi funeral, Joe? ¿Llevarías flores a mi tumba cada semana?
IV. 4 de Agosto de 1962
Soy una muñeca moribunda, cebada de cocaína,
muñeca de nembutal bajo las oscuras luces de Hollywood.
Pero voy a ventilar este maldito asunto.
Ni Frank Sinatra ni sus mafiosos podrán detenerme.
Todo apesta y vomitaré sobre el mantel del banquete de los cerdos.
Que venga la prensa y que caiga sobre todos ellos
las moscas son felices cuando se posan sobre la mierda.
Estoy tiritando en pleno verano y ya los veo.
Temo a la solitaria noche de Los Ángeles y ya los veo.
¡Oh, Joe, no permitas que ellos se me acerquen!
¿Por qué diablos no contestas el teléfono, Joe, por qué?
De Mística del tabernario, 2015
Raúl Vallejo (Manta, Ecuador, 1959). Doctor en Literatura por la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, España. Entre otros, ha publicado los poemarios: Cánticos para Oriana (2003); Crónica del mestizo (2007, Premio VI Bienal de Poesía «Ciudad de Cuenca»); Missa solemnis (2008); Mística del tabernario (2015, Premio Latinoamericano de Poesía «José Lezama Lima» 2017); asimismo, las novelas El perpetuo exiliado (2016, Premio de la Real Academia Española 2018); Gabriel(a) (2019, Premio de Novela Corta «Miguel Donoso Pareja» 2018). Fue jurado del género poesía del 60° Premio Casa de las Américas. Más información en www.raulvallejo.com