dislocar la cicatriz
exponer la herida como trofeo
a campo abierto
la luz
tapa orificios en la arena.
el pasto seco una línea fronteriza
mixtura la raíz
fractura de cordillera en el trigo.
mastico habas
en un huerto de tijeras sin filo
cruzando esteros secos convertidos en polvo.
avanzo entre el muérdago
a empujones con el viento
mientras se trizan los dientes.
aprendí a hablar con la lengua enroscada, amarré los zapatos para no tropezar
lavé mi cara, intentando andar despierta, oír la respiración de los insectos
acariciar, apenas un gesto traslucido, el tacto que me conecte con la extensión
de océanos torcidos.
asfixio de luz, la belleza
tiemblo entre colores líquidos que me sostienen
doy vueltas entre la cola de la bestia que intento alcanzar
no quiero el roce de la piel abandonada ,vuelvo al agua que sujeta
trago todo el aire en un impulso de vida
acunada en el ahogo, nada espero de lo salvaje
mis pulmones se llenan de luz /la repetición es nadar y entender
lo frágil de la marea /una corriente estalla y florece a la vez
como una granada en otoño
hoja desnuda/ ojos torcidos
y una lengua madreselva.
Ahogo de aire un cuerpo empeñado a rebelarse tierra.
forjo la tregua húmeda sobre sus líquidos
dispuestos a invadirme vertical.
la corriente arrastra nuestra proximidad de formas desiguales.
los dedos se hunden entre las piernas.
mi boca agua de bosque
respira para cantar al sol
y deshojar la niebla de vocablos que rondan al viento.
escondida entre tallos
arropo de aire mis tobillos con tu pelo
naufragio sobre la
raíz de árbol
que arde.
Lamo tu pelaje tibio, te limpio las garras
mientras jirafas corren por pastizales quemados
nos reconocemos felinos
escuchamos cantos de gusanos bajo las piedras
resistiendo esta privación afásica
de palabras que enmudecen aleteando el musgo
un trozo de ala amasa la piel de una luciérnaga
se funde vegetal en la roca agrietada
cuando no hacen falta ramas
para alargar
esta inmovilidad.
un trozo de piel estrecho envejece
oigo la fermentación de la lluvia caer
al ritmo de las plantas
como una mutación de hongos la humedad
reconozco vertical este cuerpo
que llora detrás de los insectos hundiéndose
le he pedido que no tiemble
que los pájaros afuera seguirán meciendo espinas
que ya es demasiado tarde para ver
un tubérculo latir
frente al animal.
Karo Castro nació en Santiago Chile en 1982. Escritora, Psicopedagoga Licenciada en Educación. Ha publicado Mujer Gallina (Ediciones Balmaceda, 2016). Antología Procesos Escriturales Mujeres de Puño y Letra (Editorial Cuarto Propio 2018), Antología de Poesía Pánico y Locura en Santiago (Santiago Ander Ediciones, 2017). Inclinación al deseo y al caos, a tres voces (Premio Jóvenes Mustakies 2002). Ha sido publicada en revistas y antologías nacionales e internacionales. Realiza su trabajo mediante intervenciones, fotografía, collage y performance.