26 Dic 2024

106. POESÍA COLOMBIANA. FABIOLA ACOSTA

-14 Nov 2020
Poesía

 

DIOS DE PÁJAROS

 

Me habitan voces

árboles florecidos

mares lejanos

seres negros y blancos

 

Me habita una niña vestida de río

un disfraz de mariposa

una risa de acuarela

un perro cómplice

 

Me habita una tarde de ojos amarillos

calles talladas en los huesos, un impulso

un miedo que pestañea cuando da la espalda para aprender a morir

 

Me habita un amor de espinas

un canto suave de cuna

eucaliptos bañados de silencio

el alma del vino

un sudor verde en la sombra

una aguja cosiendo la lágrima

un siglo revoloteando en las manos de Dios

un rostro

una vida

el mundo y sus plegarias

un relámpago libre

una noche de centellas

una conciencia sin espantos

un placer amargo

la rabia

el perdón

un corazón de historias encerrado en la tierra

un espíritu de pantera

 

Me habita un pueblo de parpados cerrados.           

 

 

EL ELEGIDO

 

A los mártires

 

Hablo a la tierra

A una tarde de invierno extraviada

Soy voz silenciosa en tus pasos

Traigo la silueta del mundo en las manos

El cáliz de la lluvia en tus labios

Soy guerra

Observo desde el agujero de la ira

los miedos escondidos en tu rostro

Soy todas tus ventanas

La luz humeando en la montaña

Un sortilegio, el dolor del crepúsculo

La soledad azul de los niños

La tormenta de tus plegarias

El perro cabizbajo de la calle

El ave majestuosa del aire

 

Soy tu cadáver celeste en un sarcófago

Misterio escondido en un espejo

Soy un poema inmortal en un lienzo

Voy por el mundo gritando en las calles

Respiro entre la gente

Emerjo de un sueño ancestral como el humo del incienso

Soy una red de mariposas, una caída de sol

El fondo de una página

Un río infinito de plumas donde amortiguas el dolor

Voy al encuentro lentamente

Soy tu necesidad y tus reclamos.

 

Me miro en tu pupila

 

Soy el elegido.

 

 

PANTERA ANTIGUA

 

Los días son insectos

invaden los músculos y las uñas

se detienen irónicos

son gritos y calles.

Una pantera antigua camina despacio

los días dejan caer sus dados en el tablero de la tierra

se miran al espejo

se interrogan

se entregan al olvido

muerden el cuerpo

ahogan la risa

se diluyen en la impureza de los ojos

pasan lejos de las manos de Dios

son una naranja seca expuesta al sol

juegan con el rostro

castigan la carne

Su espíritu de horas 

atraviesa la huella de los amantes

una mariposa de papel vuela en un túnel de sal

Los días son un escorpión en las entrañas

se desvisten como un dios de agua

suben lentamente 

buscan los labios de piedra

mientras el tiempo pasa sobre ellos su lengua de hierba

y nos dejamos morir.

 

 

SERES DE CEMENTO

 

Una ciudad abría con un sonido metálico el fondo de la sangre

Moría en el filo de las maquinas

Los habitantes miraban de reojo el porvenir y cosían las heridas bajo los escombros

 

En las calles fue alzándose otra ciudad

Un suelo seco crucificó las generaciones

Escupió la tierra

Los habitantes se bebían su cólera en una copa interminable

Se endurecían en la boca triste de los edificios

Se fueron sumergiendo en ellos mismos

Un día, no se sabe cuándo, atornillaron la sensibilidad a la pared

caminaron sobre el fuego

Sobre las desdentadas calles

sepultaron el pasado como un perro entierra un hueso

Sacrificaron sus almas en las puertas

caminaron como estatuas

 

Y sin mirar atrás

se trasformaron en seres de cemento.

 

 

DESGARRAMIENTO

 

La violencia desgarró la sangre debajo de los pies.

Hace un tiempo que hay un olor putrefacto

La vida huye como un animal herido

y la muerte la detiene con su mano de polvo.

 

 

TRANSFORMACIÓN

 

La violencia desintegró el amor

Lo lanzó al aire y los días se vistieron de hambre

 

Desde entonces trazamos figuras inconclusas

vamos de rodilla a la suerte como quien busca en el polvo, el amor

 

La violencia arde en los campos

se reparte en las calles

se derrite en los rostros

Es salvaje y lleva en la espalda un puñal

 

El cuerpo la espera detrás del miedo

Y el tiempo escarba la sangre

 

Estamos en la búsqueda de algo que vuele el ropaje

Esperamos que el sol atraviese con su luz el espacio y nos dé un golpe en el pecho

Esperamos que el espejo nos muestre el rostro de lo que fuimos.

 

 

Fabiola Acosta Espinosa. Poeta de Barranquilla, Colombia.  Autora de los libros “La herida bajo los escombros” y “Al otro lado de la guerra”. Sus textos han sido publicados en distintas revistas literarias, antologías y periódicos.  Ha sido invitada como poeta a diferentes eventos literarios nacionales e internacionales como Costa Rica, Uruguay, Venezuela, Argentina, México y Bolivia. Premio en la modalidad de trayectoria en poesía (2019) Con el libro: La herida bajo los escombros a través del Portafolio de Estímulo de la Secretaria de Cultura Patrimonio y turismo de la Ciudad de Barranquilla. Es tallerista, promotora de lectura, gestora cultural y coordinadora de la Fundación Artística Casa de Hierro desde donde lidera espacios culturales para Barranquilla.

  



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