HAY UN RUIDO QUE SE ESCURRE POR DEBAJO DE LAS PUERTAS
Para avanzar, giro sobre mí mismo
ciclón por lo inmóvil habitado.
JEAN TARDIEU
Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas,
se diluye en la actividad de los objetos.
En la cocina,
mas bien en su atmósfera,
reposa un olor a frutas.
Ya en el estudio
corretea y hace gárgaras la incertidumbre,
la llama de una vela cómplice con la brisa
[resiste apagarse.
En la mesa un compás rechaza hacer círculos,
el sillón muestra la forma de una espalda
[que insiste a diario en inmortalizarse.
Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas.
Del poemario Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas
ATENDER A LOS ORÁCULOS
Crujió,
lo que se encarga de distinguir
se apresuró a darle nombre.
Es la necesidad de atender a los oráculos,
como si estos por pertenecer a las sombras
conocieran mejor a los grillos.
Nadie nos asegura que su canto sea más bien una alerta
para lo que no observamos,
para lo que no sentimos.
¿Será el mismo trance que se ha vuelto irresistible
o sólo es la prueba de que no somos
los únicos en este avance,
en este tránsito?
testimonial que no hace otra cosa
que conjurar lo invisible,
detalles de esta inmensidad que se revela.
Del poemario Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas
HACE OCHENTA AÑOS
todo sería más silencioso,
el río estuviese a unos pasos.
¿Qué fue de esas caras
que una vez se reflejaron en el espejo,
la insistencia en lo que cae,
la voz y los murmullos,
las balas disparadas bajo el agua,
la fuerza del sol sobre la tierra?
Del poemario Pensando el poema
DE LA VOCACIÓN
En medio
de la razón de ser
¿quién realmente explica su presencia?
Todo árbol,
todo cuerpo,
cada instante ha sido derribado
cada cosa que aventura en los desfiladeros.
Unos nacen con la vocación de ser ausentes.
Del poemario Ese instante turbio
ESE INSTANTE TURBIO
Para estar tranquilos
es necesario tener la certeza
de haber sido escuchados.
La palabra es como la vida misma.
Ese instante turbio.
Del poemario Ese instante turbio
LA CONDICIÓN IGNORADA
Se nos ha negado la posibilidad de hacernos,
en medio de la impaciencia y nuestro odio a la lentitud,
a todo aquello que suene a bajas velocidades.
Después del espacio vacío y del tacto,
hay una sensación de posguerra
asumiendo la tarea de definirnos.
Queda de nosotros curar la incertidumbre,
de una vez por todas aceptar
y asumir con franqueza.
Estamos solos.
Del poemario Ese instante turbio
ÚCARO
El árbol asciende en Lícua,
allí los cuerpos de la edad
se cuelgan en sus tramas.
Como una naranja en manos de dios
juega a esconderse.
En Lícua
hay fuego,
crepitar de maderas,
perros que observan
la voz y sus telas de Damasco,
una guitarra.
Hay una pregunta
¿Cómo estar seguros del bajar de la corriente?
pues nos cuentan que hay nopales,
bandas de viento,
garrotes,
calles,
chinelos y rebozos;
otra voz que dice
no hagas caso a la música sino a las imágenes,
nómbrame con mis dos nombres para ser en el mundo.
En Lícua la luz es como el agua,
hay avispas sobrevolando al pan,
al acahual lo nombran árnica
y hay cintas muy cintas para medir tus ojos.
Visiten Lícua,
rodeen al úcaro,
conózcanlos.
Del poemario Paciencia y barajar
CASA
A Mary, Juan, Lily, Isa y Jesús
A Ricardo, Kelly, Dan y Jorge.
Habité ésta para sentirla.
Cuando llegamos a sus puertas
no se parecía a nosotros.
Hicimos lo nuestro,
echar al suelo baldosas,
rayar sus paredes,
sustituir sus venas.
Una mujer horadó el suelo
buscando lagos
en el centro de la tierra.
Hoy es un jardín
sembrado en el eje del mundo.
Un rectángulo de piedras,
una hoja de orégano,
onotos, cayenas,
campanas y capachos.
Un Yagrumo en el centro,
él conoce el sacrificio de una casa sin solar.
Cambiamos la cocina
No se parecía a nosotros.
En vez de orden en sus cuartos,
queremos musgo y helechos,
un globo que ocupe el Sur,
una cuerda para saltar hasta Oriente.
Dios corona esta casa.
Templo
(hecho de nuestras manos)
de las mujeres y hombres de ésta
los mejores niños, los mejores albañiles.
Desde aquí,
desde la mayor altura,
observamos al Corazón del círculo;
estamos en Él.
Desde aquí,
desde la menor altura,
estamos en el Corazón del Círculo
somos nosotros en Él.
La espera fue taller.
Se abrieron las puertas
tras una espera de años,
sorteamos la seducción del aire,
las tablas en la cabeza.
Esta casa abre el camino a otra casa
la verdadera.
Porque es un árbol que canta.
Del poemario Paciencia y barajar
CANCIÓN DEL CARPINTERO
el suelo es de aserrín
como el rostro del hombre que nos mira.
en el ejercicio del odio dice:
(cuando la lengua está atada
se entiende el oficio de cortar árboles
y construir casas para los otros
sin tener una propia)
—Cuando los pies son soportados por la madera
se tiene lo suficiente
así sea la imitación del desierto
o un bosque.
Este es mi útero,
mi río,
la raíz donde se aferra el mundo,
máscara que pasaré por la lija de los días.
Del poemario Tres postales distópicas
DIOS ME DICE
que llega a través de los números,
de la “D” mayúscula con que lo escribo.
Me dice que con él
no puedo pagar cuentas
pero sí dudas
dudas
y más dudas.
Me dice
que la conciencia
es una cajita.
Yo le digo que sí,
que tengo,
que debo
tomar en cuenta el todo
y sonar la caja.
Puede ser una más grande
en donde entren
mis cuentas,
los prejuicios
y su “D” mayúscula.
Del poemario Tres postales distópicas
Miguel Antonio Guevara (Barinas, Venezuela, 1986). Escritor. Sociólogo, maestrando en filosofía. Publicado y premiado en narrativa, ensayo, poesía y periodismo en Colombia, Venezuela y Suiza. Su nouvelle Mahmud Darwish anda en metro (El Taller Blanco Ediciones, 2019) recibió el I Premio Nacional Universitario de Literatura «Alfredo Armas Alfonzo». Los pájaros prisioneros solo comen alpiste (LP5 Editora, 2020) es su novela más reciente. Escribe mes a mes su columna de crítica Postales distópicas en el portal MenteKupa y es autor del blog Cuaderno Hipertextual. El sello venezolano Ediciones Madriguera preparó un volumen compilatorio de su poesía publicada durante los últimos diez años titulado Mudable, Antología transitoria 2009-2019.