26 Dic 2024

110. POESÍA VENEZOLANA. MIGUEL ANTONIO GUEVARA

-14 Nov 2020
Poesía

 

En su segunda entrega para la serie Poesía venezolana actual, el poeta mexicano Iván Cruz Osorio nos comparte la poesía de Miguel Antonio Guevara. 

 

 

HAY UN RUIDO QUE SE ESCURRE POR DEBAJO DE LAS PUERTAS

 

Para avanzar, giro sobre mí mismo

ciclón por lo inmóvil habitado.

JEAN TARDIEU

 

Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas,

se diluye en la actividad de los objetos.

En la cocina,

mas bien en su atmósfera,

reposa un olor a frutas.

Ya en el estudio

corretea y hace gárgaras la incertidumbre,

la llama de una vela cómplice con la brisa

                   [resiste apagarse.

En la mesa un compás rechaza hacer círculos,

el sillón muestra la forma de una espalda

                   [que insiste a diario en inmortalizarse.

 

Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas.

  

Del poemario Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas

 

 

ATENDER A LOS ORÁCULOS

 

Crujió,

lo que se encarga de distinguir

se apresuró a darle nombre.

Es la necesidad de atender a los oráculos,

como si estos por pertenecer a las sombras

conocieran mejor a los grillos.

 

Nadie nos asegura que su canto sea más bien una alerta

para lo que no observamos,

para lo que no sentimos.

 

¿Será el mismo trance que se ha vuelto irresistible

o sólo es la prueba de que no somos

los únicos en este avance,

en este tránsito?

testimonial que no hace otra cosa

que conjurar lo invisible,

detalles de esta inmensidad que se revela.

  

Del poemario Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas

 

 

HACE OCHENTA AÑOS

todo sería más silencioso,

el río estuviese a unos pasos.

¿Qué fue de esas caras

que una vez se reflejaron en el espejo,

la insistencia en lo que cae,

la voz y los murmullos,

las balas disparadas bajo el agua,

la fuerza del sol sobre la tierra?

 

Del poemario Pensando el poema

 

 

DE LA VOCACIÓN

 

En medio

de la razón de ser

¿quién realmente explica su presencia?

 

Todo árbol,

todo cuerpo,

cada instante ha sido derribado

cada cosa que aventura en los desfiladeros.

 

Unos nacen con la vocación de ser ausentes.

 

Del poemario Ese instante turbio

 

 

ESE INSTANTE TURBIO

 

Para estar tranquilos

es necesario tener la certeza

de haber sido escuchados.

 

La palabra es como la vida misma.

 

Ese instante turbio.

 

Del poemario Ese instante turbio

 

 

LA CONDICIÓN IGNORADA

 

Se nos ha negado la posibilidad de hacernos,

en medio de la impaciencia y nuestro odio a la lentitud,

a todo aquello que suene a bajas velocidades.

 

Después del espacio vacío y del tacto,

hay una sensación de posguerra

asumiendo la tarea de definirnos.

 

Queda de nosotros curar la incertidumbre,

de una vez por todas aceptar

y asumir con franqueza.

 

Estamos solos.

 

Del poemario Ese instante turbio

 

 

ÚCARO

 

El árbol asciende en Lícua,

allí los cuerpos de la edad

se cuelgan en sus tramas.

Como una naranja en manos de dios

juega a esconderse.

En Lícua

hay fuego,

crepitar de maderas,

perros que observan                                 

la voz y sus telas de Damasco,

una guitarra.

Hay una pregunta 

¿Cómo estar seguros del bajar de la corriente?

pues nos cuentan que hay nopales,    

bandas de viento,    

garrotes,    

calles,

chinelos y rebozos;

otra voz que dice

no hagas caso a la música sino a las imágenes,

nómbrame con mis dos nombres para ser en el mundo.

En Lícua la luz es como el agua,

hay avispas sobrevolando al pan,

al acahual lo nombran árnica

y hay cintas muy cintas para medir tus ojos.

Visiten Lícua,

rodeen al úcaro,

conózcanlos.

 

Del poemario Paciencia y barajar

 

 

CASA

A Mary, Juan, Lily, Isa y Jesús

A Ricardo, Kelly, Dan y Jorge.

Habité ésta para sentirla.

Cuando llegamos a sus puertas

no se parecía a nosotros.

Hicimos lo nuestro,

echar al suelo baldosas,

rayar sus paredes,

sustituir sus venas.

Una mujer horadó el suelo

buscando lagos

en el centro de la tierra.

Hoy es un jardín

sembrado en el eje del mundo.

Un rectángulo de piedras,

una hoja de orégano,

onotos, cayenas,

campanas y capachos.

Un Yagrumo en el centro,

él conoce el sacrificio de una casa sin solar.

Cambiamos la cocina

No se parecía a nosotros.

En vez de orden en sus cuartos,

queremos musgo y helechos,

un globo que ocupe el Sur,

una cuerda para saltar hasta Oriente.

Dios corona esta casa.

Templo

(hecho de nuestras manos)           

de las mujeres y hombres de ésta

los mejores niños, los mejores albañiles.

Desde aquí,

desde la mayor altura,

observamos al Corazón del círculo;

estamos en Él.

Desde aquí,

desde la menor altura,

estamos en el Corazón del Círculo

somos nosotros en Él.

La espera fue taller.

Se abrieron las puertas

tras una espera de años,

sorteamos la seducción del aire,

las tablas en la cabeza.

Esta casa abre el camino a otra casa

la verdadera.

Porque es un árbol que canta.

 

Del poemario Paciencia y barajar

 

 

CANCIÓN DEL CARPINTERO

 

el suelo es de aserrín

como el rostro del hombre que nos mira.

en el ejercicio del odio dice:

(cuando la lengua está atada

se entiende el oficio de cortar árboles

y construir casas para los otros

sin tener una propia)

—Cuando los pies son soportados por la madera

se tiene lo suficiente

así sea la imitación del desierto

o un bosque.

Este es mi útero,

mi río,

la raíz donde se aferra el mundo,

máscara que pasaré por la lija de los días.

 

Del poemario Tres postales distópicas

 

 

DIOS ME DICE

que llega a través de los números,

de la “D” mayúscula con que lo escribo.

Me dice que con él

no puedo pagar cuentas

pero sí dudas

dudas

y más dudas.

Me dice

que la conciencia

es una cajita.

 

Yo le digo que sí,

que tengo,

que debo

tomar en cuenta el todo

y sonar la caja.

 

Puede ser una más grande

en donde entren

mis cuentas,

los prejuicios

y su “D” mayúscula.

 

Del poemario Tres postales distópicas

 

 

Miguel Antonio Guevara (Barinas, Venezuela, 1986). Escritor. Sociólogo, maestrando en filosofía. Publicado y premiado en narrativa, ensayo, poesía y periodismo en Colombia, Venezuela y Suiza. Su nouvelle Mahmud Darwish anda en metro (El Taller Blanco Ediciones, 2019) recibió el I Premio Nacional Universitario de Literatura «Alfredo Armas Alfonzo». Los pájaros prisioneros solo comen alpiste (LP5 Editora, 2020) es su novela más reciente. Escribe mes a mes su columna de crítica Postales distópicas en el portal MenteKupa y es autor del blog Cuaderno Hipertextual. El sello venezolano Ediciones Madriguera preparó un volumen compilatorio de su poesía publicada durante los últimos diez años titulado Mudable, Antología transitoria 2009-2019.

 



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