UN LADRIDO SITÚA LA TARDE
donde el Sol explora otra vez en colores
su muerte,
quien escribe y quien lee
son meros instrumentos
para que las palabras existan.
No se oye el mar
solo un motor alimentado por ciudades fosilizadas.
Ya el poeta dijo que toda la Tierra es un cementerio.
¿Y el lenguaje?
¿De qué muertes habremos heredado nuestras lenguas?
¿Quiénes tuvieron que morir para poder pronunciar te amo?
MIENTRAS LEO A WITTGENSTEIN
la radio de la combi me escupe que se ha roto un tubo de petróleo en el Lote 55,
Selva del Perú,
pero mis ojos están en el libro
escudriño su descripción de la conducta,
el poder de la ilusión filosófica,
hurgo en las marionetas del lenguaje, palabras,
respiro metafórica y vívidamente lo podrido
–el bus transita por el Mercado de Frutas–
miro por la ventana
mi país sucio como hace 20 años
el poema no cambia,
cambia el pararrayo
las lecturas
los hermosos locos que nacen en un ghetto de Viena o en un cerro de San Luis,
la naturaleza humana, nos susurra el alemán,
es un pez que respira agua sin saber que respira agua
y hace conjeturas con el fuego,
la visión me deja ensimismado,
al bajar en Yerbateros
me roban el celular.
MI PIE TOMA EL LÁPIZ Y ESCRIBE
mi brazo mira por doquier
un malecón es mi boca que escribe con niebla en la niebla
y agrego:
no voy a usar emojis
ni las palabras corazón soledad lluvia
que los referentes sean los árboles
las ciudades sumergidas y enterradas
la materia negra que no vemos pero que inunda todo
piensa en el colisionador de hadrones
piensa en las invasiones judeocristianas
piensa en hombres como tú buscando comida todos los días
piensa en hombres como tú escribiendo como si no importara más que eso
piensa en hombres que dejaron de escribir porque se les murió un hijo
o porque ganaron dinero y escribieron su vida con el
piensa en la fotosíntesis las migraciones los peces que escriben en los corales
piensa me dice el zapato, no el pie,
piensa y la cabeza que respira
las manos que vuelven
el mundo que estalla
mi boca que besa.
A Rodolfo Hinostroza
RODOLFO
estoy junto a ti, ya no vives,
el silencio vivo de tu muerte me hace ver:
contigo fui una tribu de poemas sin escribir
esa sensación de vacío infinito para resplandecer como una daga,
tu muerte lucidez
tu muerte fotosíntesis.
Lo pienso nuevamente:
fui esos poemas escritos con los ojos mientras iba a verte
buscando al Sol para deconstruir sus colores
un parque donde invocar al fuego
para ti
que ya no estás
o mejor dicho estás aquí pero muerto
es decir eres una pluma que ha caído del ave
eres el ave en altamar buscando la última corriente de aire
eres otra flecha que se dirige a Caronte
tu amigo el barquero que sostiene la niebla con un grito;
ya debes estar bebiendo del Leteo y escupiendo a la puerta del Laberinto
es claro para mí
aquí junto a tu cuerpo cerrado y en transformación
el poema de tu muerte
es más grande que tanto libro marea maniquí
tanto ruido lengua vitrificada en facebook
y tú
–que lograste postear también como cualquier adolescente millennial–
aun hablabas con las estrellas
armabas tus propias constelaciones
traducías los solsticios
y en el poema
la sangre manchaba la tierra para dar la Vida
para nacer y morir
–Rodolfo–
para obtener el conocimiento absoluto
y sobrevivir al colapso de la luz.
UN RÍO
Todavía puedo salir de la ciudad y en dos horas sumergir mis pies en un río, conocer la respiración de su cauce, la forma de su mirada, los sonidos que lo mecen y el aire de su cuerpo.
Visitar un río al borde de la realidad. Escribir, ensamble destrabador de savia infinita y sonidos puros para mi oído citadino. Salgo de Lima, siento que por primera vez estoy en la Tierra.
Me eructa la ciudad.
mis pies sumergidos en el río de la Selva Alta del Perú
son la única verdad.
Inmerso en el sonido del mundo
Lima es solo una palabra con síncope.
Al fondo la tormenta suena
el sol vence.
El río refleja a las dos,
vibra con ellos.
Un río en el 2020:
se planea hacerle un Instagram
y una Exposición al respecto.
Río se ha vuelta pieza de museo
atractivo turístico
agua para cervezas y gaseosas
no la lengua del mundo que nos lame hasta ser él.
Las hojas de los árboles son kamikazes hacia río
pero aquí
un pueblo de la Selva del Alto Perú
desconocen ese destino
y solo caen.
Descubre que escribo sobre él
Río se ofende y deja de sonar
los animales se vuelven locos
y salen del follaje hacia las orillas gritando despavoridos.
Río no es agua.
El río enseña
nada se mueve
solo modifica su vibración en el mundo.
Poemas de Campanas bajo el mar (Chile, 2019)
John Martínez Gonzales (Lima, 1981). Bachiller en Ciencias de la Comunicación. Poeta, editor y gestor cultural. Ha publicado: Collage de viaje (Ediciones Altazor, 2009; Editorial Imaginaria/Uruguay, Amaru Cartonera/Perú, 2013); El Elegido (Casa Katatay Editores, 2011); y Campanas bajo el mar (Andesground Editores, Chile, 2019). Textos suyos han sido incluidos en ME USA Antología Arbitraría de poesía, (Paracaídas Editores, Perú; Poetas del Cinco, Chile); y en Vox Horrísona, muestra de poesía joven peruana (Malabares Editores, México). Ha realizado los videos-poemas: “Extremidades/Raíces” y “Cuerpo tallado a verbos”. Es director del sello Hanan Harawi Editores, que ha publicado hasta el momento más de 40 títulos de autores de 03 continentes.