Nueva York Poetry Review publica una muestra de Postales en braille, de Sergio Pérez Torres (México, 1986), libro merecedor de una mención honorífica en el Primer Premio Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press 2020. Invitamos a disfrutar de estos especiales, mientras volvemos en enero, con el formato de número semanal.
II / Recreo
Vestías de azul,
yo tampoco conocía mi edad,
pero supe bien que otros ojos no eran míos;
ni océano,
ni cielo,
tal vez el horizonte que los une.
Sonaba la campana con tu timbre atrasado,
una estampida que aún deletreas,
uno a uno sus rostros como astros en su ciclo.
Así todos nosotros éramos uno,
cánticos eléctricos,
la percusión de los pasos,
un baile bastaba para encender a Dios,
eso era tu vela personal hacia el santísimo,
el llanto se quedaba entre misas y vals,
la piel abierta a los dueños del tiempo.
Te hacías imperceptible,
un parpadeo en la noche,
pintabas una canción sobre la pista del himno por los muertos.
IV
Nada duele salvo un nido que se incendia,
tampoco los ojos resurgen de la ceniza.
Tu nombre no conmemora alguna estirpe,
ni tu sangre ni la mía pueden engendrar un pájaro,
pero podemos hacer mucho más que solo eso.
En mí jamás sucede otra hora,
ningún astro,
lo que el aire infla es susceptible ante algún fuego.
Ojalá valiera soñar aprisa
durante una noche que se enjaula entre oasis.
Tu misma orfandad iluminaba cada vacío,
el contorno perfecto,
no salir de la línea.
Ahora las personas tienen límites,
la mirada recorre sus cuerpos,
pero no recorta.
Vuelas sometiéndote a la gravedad,
cansa un aleteo,
el agua que hay encima durante la tormenta.
XX / Alumbramiento
Temo la distancia entre tu vida y el sol,
ya no está lejos como capullo que se estira
para renacer con otro nombre.
El hierro de la sangre se enciende
y la nave de hierro se incendia por partir.
¿Fue cuando el cordón umbilical recién cortado?
¿La primera noche con las ramas de una casa propia?
¿Había solo letras X?
¿Había una Y?
Es ridículo nombrar la oscuridad,
no se iluminan los ojos para llamar al mar.
Para eso también sale la luna,
una madre cercana que combate día a día,
ojo ciego al que guiñan los grillos,
canción de cuna para nostalgias imposibles.
El corazón se ha desinflado como un globo,
ya no puedo volar encima de mis sueños,
sonrío,
los escucho acercarse al infinito,
siempre más,
siempre sin tiempo,
siempre en olas invisibles que me dejan atrás de mí.
XXX / Memorial
Ni en lo más bajo de la voz encontrarás tu cuerpo,
pero hay otro lugar a donde huye la tribulación,
sobre las tumbas de los santos y los héroes
la flor nace igual que en la del más terrible.
Es cierto que el recuerdo maquilla las horas
y la historia es la saga de los poderosos,
la humildad de cada siervo se atesoró bajo la sombra,
en este calor abominable dan más ganas de dormir.
Pienso en los que enterraron junto a su primer amor,
también en aquellos cuyas manos yacen lejos,
bajo raíces distintas incluso debajo del mármol.
Una canción compuesta por el pastor,
la balada del rebaño mientras sucede la hierba,
tiempo donde los sueños escapan de su reino,
se tiñen los ojos como la pupila de un ciego.
Mira el vientre de la oveja echada sobre el suelo,
está por nacer otro mundo dentro de este.
¿La mañana de mañana siempre será mejor?
¿Te encontraré vagando entre quienes perdieron su nombre?
XXXVIII / Ramo de novia
En la primavera ocurre un funeral más triste
para los enamorados,
resulta contradictorio arrancar las rosas,
tejer una guirnalda o un buqué,
los pétalos se vuelven ceniza aromática,
una vez al vuelo no tienen solución.
Nosotros también seremos polvo.
Alguien atrapará una bendición de cazas difíciles,
en cambio,
los solteros son flores inertes.
El rito ya comienza,
el novio sostiene a la novia de las piernas,
eleva sus manos al cielo como si creyera en Dios,
lanza con más gracia que un jugador de beisbol.
Los ojos de las chicas son animales salvajes,
ante la única presa con capaces de matar.
Sergio Pérez Torres (Monterrey, México; 1986). Publicó Caja de Pandero (EDÉN, 2007), Mythosis (EDÉN, 2009), Los nombres del insomnio (Cuadernos de la Serpiente, 2016), Barcos anclados al viento (La Cosa Escrita, 2016; Sangre Ediciones, 2018), Cáncer (Nada Ediciones, 2016), Cortejo fúnebre (Proyecto Literal / Instituto Sonorense de Cultura, 2017), Party Animals (CONARTE, 2017), El museo de las máscaras (Fondo Editorial Tierra Adentro / CONARTE, 2018) y La heráldica del hambre (Carruaje de Pájaros / Universidad Autónoma de Nuevo León, 2019). Su obra poética ha sido premiada con el Concurso de Literatura Joven 2004, Certamen de Literatura Joven Universitaria 2009, Juegos Florales del Carnaval de La Paz 2016, IV Certamen Literario “Ana María Navales”, XXVI Premio Nacional de Poesía “Ydalio Huerta Escalante” 2016, XXIV Premio Nacional de Poesía Sonora 2016 “Bartolomé Delgado de León”, Premio Nacional de Poesía Carmen Alardín 2017, Concurso Palabras Migrantes, del Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Noreste, y la Convocatoria Coediciones Tierra Adentro.