MATRIMONIO
Nadie ha quedado fuera de la jaula
una cuerda tendida entre tu cuello y el mío
tensa la realidad
y los domésticos objetos
danzan sobre nuestras cabezas
un randon de lo que somos todos los días
una cuerda
un nudo dos
alguien intenta mover los pies
encima de la alfombra
limpiar nuestras palabras favoritas
pero una fotografía de hace cuatro años
nos muestra a la Teresa que se fue
no una diez veces
alguien mueve la cuerda
para hacernos caer
y recordar la línea imperfecta
dibujada por el cáncer
allí vive inseguro de todo
nuestro poema
el nudo de mi cuerda se multiplica
y casi llega a tocarte
una voluntad inexplicable
tan resistente como la pureza
la cuerda habla
tiene una voz delicada
para hacernos preguntas
mientras se retuerce y tiembla
nupcial
y nuestros cuerpos
han terminado doblados bajo la mesa
es la madera
son sus patas contundentes
las que quieren aplastar
nuestras vasijas rotas y extranjeras
a lo lejos
quizá puedan escuchar lo que dicen
porque nos hemos dado cuenta
que son muchas las cuerdas tendidas
entre hombres y mujeres
entre mujeres y mujeres
entre hombres y hombres
entre hombre y animal
y mujer y animal
y hombre y planta
y mujer y planta
entre no hombre y no mujer
y así el eco de las habitaciones
y las cosmogonías de las parejas
y las eras
el vestido blanco gira fantasmal
dentro de una esfera de vidrio
allí está el animal acompañándolo
otro vestido colgado del tendal
se ha mojado con la lluvia
y ha crecido dentro de él un herbario diminuto
los anillos llevan escrito en su interior
no es el que sostiene el que se pierde
los anillos arrojados por la alcantarilla
los anillos aprietan tu dedo anular
como los niños que llegaron
como los niños que nunca llegaron
el dolor sabe quedarse
una composición de la belleza
el matrimonio
otra más que nos enseña
a desnudarnos en parques
en autos en hoteles
frente a la naturaleza
sobre la Tierra
expandiéndose y explotando
entre los vestidos blancos y solitarios
los anillos apretados
y los niños que llegaron
y nunca llegaron
como en el principio
Y el hambre y el dolor
trabajan todos los días sin descanso
cocinan un alimento que redima ese trabajo
la voluntad y la ternura
saben que construyen con sus manos
un retablo con átomos blancos
bruma y flores de retama
el amanecer y lo siniestro
prenden la pira del precipicio
nadie sabrá cómo salir
de la cama que arrincona
la plenitud de nuestros miembros cansados
huéspedes invernales hemos sido
prisioneros doblegados
deudores de la carne en su lucidez
adoradores de una relación
de tinieblas y espantos / de torpeza, náusea y serenidad
una ronda lenta hemos sido
un ejército con pesadas armas
una falsa multitud de dos y dos y dos
del que brota lo uno / tu nombre / mi nombre/ tu deseo / mi deseo / tu deseo y el mío
habrá que luchar en su placenta
habrá que luchar fuera de ella
marcharse de ese territorio viscoso
estirar los brazos quietos
bostezar unos segundos
mover las orejas
habrá que dejar de ser testigos amorosos (condescendientes)
habrá que romper el remolino
de la balanza perecedera
acariciar la sequía / la acequia / el manantial inagotable
de nuestros vientres /
cansados/ sagrados y suaves
habrá que ser interferencias frenéticas
para los cuerpos extraviados
de nuestras familias
habrá que desinflar sus cabezas
con amor
habrá que enseñarles a silbar
a sus otras bocas
a sus otros oídos
a sus otros sexos
aprenderán a danzar
ah, sí que aprenderán
Teresa Orbegoso (Lima, 1976) es Licenciada en Periodismo. Investigadora social. Gestora cultural. Publicó los libros de poesía Yana wayra (Lima, Urbano Marginal, 2011), Mestiza (Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2012), La mujer de la bestia (Maldonado, Trópico Sur, 2014), Yuyachkani junto al artista plástico Zenaida Cajahuaringa (Lima, La Purita Carne, 2015), Perú (Buenos Aires, Buenos Aires Poetry, 2016), Comas (Buenos Aires, Añosluz, 2018) y Abro el miedo (Lima, Hanan Harawi Editores, 2019). Dirige la editorial y la revista La Primera Vértebra (Buenos Aires, Argentina).