LA MÚSICA DE UN ANIMAL LLUVIOSO LLAMADO DAVID MARADIAGA
Por Juan Carlos Olivas
Los casos de genialidad prematura en la poesía no son pertinentes nada más que a épocas remotas y a otros continentes. Si bien es cierto, muchas veces el ambiente donde se desarrolle un poeta llega a interferir con su producto final, ciertamente no es necesario nacer en un lugar específico para escribir gran literatura. Los genios pueden venir de donde sea y en cualquier época; sin embargo, y lamentablemente, no siempre son reconocidos en su tiempo. A veces pasan largos periodos en los cuales no se sabe nada de ellos y son sistemáticamente minimizados por el status quo prevalente, en aras de ensalzar otros productos que a la postre no son sino flor de un día en el pedestal de las modas imperantes. A pesar de dicha premisa, quizás el mismo tiempo se encarga de situar cada cosa en su sitio, y cuando nos enfrentamos a la verdadera poesía, con la distancia necesaria y libre de prejuicios, somos capaces de reconocer su brillo inmarcesible. Sucedió así con Milton, con Baudelaire, con Blake, con Góngora o con Eunice Odio, por citar a algunos autores que fueron redescubiertos algunos siglos después por los lectores y hoy son, a su modo, figuras de un parnaso en el que no todos entran.
La poesía de David Maradiaga pertenece a este grupo de poetas que prevalecen a pesar de ellos mismos, de su historia personal o del contexto socio cultural en que se desenvolvieron. Nacido en Managua en 1968, vivió y produjo su obra poética en Costa Rica, donde murió en 1995 a la edad de 26 años, por motivos que nunca quedaron claros. Fue un activista, ecologista y poeta, integrante de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO), la cual, en 1994 había ganado una batalla contra intereses forestales, madereros y narcos en la zona sur. Tres de sus miembros desaparecieron misteriosamente y según allegados del poeta, éste había recibido amenazas de muerte en repetidas ocasiones. Es sabido también, que el poeta luchaba con problemas de alcoholismo; quizás por este motivo, no se encendieron las alarmas cuando lo vieron salir por última vez el 13 de julio de 1995 de un bar de San Pedro, en San José de Costa Rica. No fue sino hasta el 4 de agosto de ese año, que el Organismo de Investigación Judicial confirmara que había sido encontrado un día después de su desaparición en un parque de la capital, fallecido de un supuesto “paro cardiorespiratorio debido a los altos niveles de alcohol” que encontraron en su sangre. Sea cierto esto o no, el caso estuvo plagado de anomalías que los mismos amigos, familiares y activistas denunciaron e hicieron públicos, sin dar luz de lo realmente ocurrido y empapando de impunidad, lo que a la postre parecía la crónica de una muerte anunciada.
Según cuentan sus amigos, David era un poeta que leía mucho, escribía mucho y publicaba poco. Dejó a su haber tres libros de poesía, que en 1999 los escritores Guillermo Fernández y Alfonso Chase publicaron en el Departamento de Publicaciones del Ministerio de Cultura y Juventud de Costa Rica, bajo el título Música de animal lluvioso y otros poemas, que incluyen sus libros Música de animal lluvioso, Pasos en la madrugada, Canción del extranjero, y Poemas dispersos, que sus amigos y colegas se esmeraron en rescatar. Este libro fue el testamento que nos dejó el poeta que para muchos fue considerado como el Rimbaud centroamericano, pero es muy difícil conseguirlo, ya que dicha edición está prácticamente agotada desde hace años.
Por ese mismo motivo, traemos a colación esta muestra de algunos de sus más notables poemas, donde la lluvia resuena, como el más furioso de los animales salvajes y nos entrega su música, su piedra luminosa que los arqueólogos recogerán años después para figurarse cómo fue el mundo, cómo lo concebíamos antes de nuestra ausencia final y definitiva.
ANIMAL LLUVIOSO
Soy un andante en el Dédalo del tiempo
animal lluvioso
que agarra la palabra y la blande frente al hastío
Vivo en medio de estos montes
ni dichoso ni infeliz
en cruel comercio de gases con mis vecinos de
/ piedra
Tengo las manos del jardín
deshechas por flores muertas
una estación de trenes en el encierro
un desordenado cuarto en armonía con el caos
Tengo una plantacalamar
que me abraza y me oscurece y me libera
La hierba azucarada y la cena de las bengalas
para golondrinas y tortugas
Tengo
baúles abiertos
bocanadas de clarín
que arrinconan a los belcebúes de la casa
Pongo a crecer el vuelo y asesino el muro
Grito para que me oigan en épocas
dobladas como bodoques
y puestas como cuñas en los resquicios del tiempo
Amo a las mujeres pintadas en rotos almagestos
Idolatro sextantes herrumbrados
astrolabios y pirámides
Busco arcángeles para sembrar sobre baldosas cotidianas
Manos para dejar en ruinas la ruina
Gallos para matar la muerte
Animal lluvioso me declaro
seguro del sol
que un día nacerá de mis pálidas gotas
LE PETIT PRINCE
Desde el primer grado de tu caída
para siempre en la arena
fue perdiendo dicha nuestra infancia
Nos quedamos sin el cordero
Nos quedamos sin la rosa
Desconcertados y mustios pasamos a la casa
de los ebrios los contadores y los reyes
Un baobab sopor de caminata sin arribo posible
nos corroe
llena el día de mil crepúsculos
corta esa calle luminosa de amores de cítara
de
abrazo
Mucho tiempo hemos esperado bajo la estrella
en las dunas del Sahara interior
la fosforescencia redentora de tu pelambre
Noches y noches preguntamos a los astros
por tu paradero inquirimos a esos aviadores
avergonzados ante ti de sus máquinas absurdas
Hemos buscado en todas las cosas
por pequeñas infinitas
el fin de tu exilio
Pero no vienes
heredero de todas las ternuras
Es tan inexpugnable la casa de la felicidad
Porque hacia ese lugar partiste
enhiesta la más profunda y tierna inocencia
oriflama de tu asteroide
IRAZÚ
Qué bella nos queda
la veraniega tarde de la provincia
con este clarísimo gigante de lava
y sus antenas de hierro
sobresaliendo de la soledad y el silencio vegetales
Cómo no sé qué es sombra
ni qué es pena ni qué es anoche
Cómo sé sólo que me ha tendido una mano
y su mirada amable como un puente de flores
Me ha tendido su confianza
como un lord cansado de modales
LA ESPERANZA DE LOS MIGUELES
Corran a las cimas
que las llanuras acuden a la llamada maternal del abismo
Celebren el cónclave oportuno
con creaturas frescas y canoras
El tranvía de los faunos no vuelve por nosotros
no nacerán más desquiciados
queriendo ponernos el paraíso en el patio
Y como se van los coches sin conductor en las pendientes
los gritos vivificantes de Rodez
los cantos del gringo loco encadenado
libélula sutil
de la luna y los poemas escritos sobre el lago
se van también
Se pierden mientras los pólipos de plástico y el ántrax
nos crecen en las fosas nasales
o nos solidifican sobre las sillas y escritorios
y los bares consabidos
Dense cuenta que los lápices
ahora pesan quintales y quintales
y el sol pierde su lucha con la inflación
y el precio del dólar
Hay un dios
que se está manifestando vulgarmente
en los últimos modelos
Proyectando una sombra perniciosa
en los cuerpos que desnudos inician la comunión de la transparencia
dejando caer sobre las mentes
el veneno de sus luces publicitarias
Vayan a las playas
y sepan de una vez
que el globo azul que usufructuamos
aún tiene sus fiestas
y nos invita a correr desaforados entre sabinas
y se atavía de luces
y de seres insondables y alucinantes
hechos para los bardos y sus mujeres
Suban a los cometas cual polizontes
y hagan crecer sus mástiles
para alegrar la esperanza de los migueles
No den tregua a los cercos:
enciendan la tenaza de los actos libres
Anestesien al amor
y extírpenle los gajos de pudor y medialuz
Ya tendremos nuestro día
cuando las voluntades que echemos como fuego sobre la estupidez
nos visen los pasaportes hacia la plenitud
Y ahí
en esa mesa donde conversaremos largo y tendido
sacaremos nuestras bitácoras embebidas de dioses
siglos y odiseas
palabras vueltas a su opalescente origen
y con la voz tonante la mano de vidente
/ desafiando la oscuridad
“qué bien” diremos
“hablábamos exactamente de los mismo”
WE ARE THE CHAMPIONS, MY FRIENDS
Freddy
algunos creen que la oscuridad es el color de la muerte
Y no sé si será cierto
pero de ser así lo estarás mirando
como un intervalo del espectáculo
que te pagó la noche
como un ojo que te miró siempre
desde el fondo de tu pasión
Hoy pienso en el tránsfuga que fuiste
evadiendo ese nefasto y al mismo tiempo
vital compromiso
cuando en los primeros años de la década pasada
te escuchaba con negligencia en la casa de Roberto
cuando los muchachos no necesitaban digerir tus sombras
para sentir el temblor de tus vocales
surgir desde sus propias almas
Y de repente caigo en la cuenta de ciertas cosas
en medio de las cervezas y la incertidumbre
de que soy maldito como tú
Y comienzo a escucharte
necesitado del amor de alguien
que seguramente hallaste como la ruda confirmación
de que estabas condenado a ello
y para colmo de males
a esos sonidos y temblores que en la semidesnudez
tu corazón te hacía ejecutar en el concierto
Nosotros somos los campeones Freddy
pero de otros será la vida que nace de
nuestras bocas
DIOS BENDIGA ESTE HOGAR
Esta luz proviene de los sueños
Es el manojo de astillas que queda
de los hálitos nocturnos
originando lluvias de piedras contra la negación
El antídoto puede ser
contra este humo que avasalla los ojos en la mañana
La cancha de básquet y el bus amarillo
la reciben en medio de las voces
de algún rock de turno que aún subsiste
Esta luz ¿algo tendrá de otra mujer?
Una polvorienta calle de la infancia
las casitas de la pendiente y Dios bendiga
este hogar
Esta luz eso sí sé
quebró algunos puñales
aplacó el enojo de las sombras
porque en los matorrales no sólo se gestan las hierbas
Algo deseara retener el río desbordado del recuerdo
El proceso de fusión
entre las calles del Edén
Hatillo San Miguel y Zapote
REUNIÓN
Oh, no preguntes qué es
vayámonos a hacer nuestra visita
T.S. ELIOT
Han puesto un ala gigante de mariposa
sobre el tren como bandera
y han decidido venir
Han tomado sus alforjas
cargadas con la luz vespertina y tranquila
de las provincias
y otros la luz opaca de los lunes
tristes de la urbe
Han echado tardías prehistorias e infancias
y animales fantásticos de esas infancias
por los cuales la fauna
se hizo invulnerable
Los vagones rebosan
con las guirnaldas polícromas
de bellas mujeres insulares
con el corpulento árbol de Líbano
los profundos y deliciosos ojos de Alicia
el sombrerero irreverente de Charlot
y los fuegos de obús
cantados por Apollinaire
Ellos tienen sus corazones
habitados de frutas y palmeras
y el cabello oculto de amores y nostalgia
Han partido tras el vuelo
de avecillas gaseosas
la máquina levantando un polvo transparente
que hecho canción fue a posarse
muy quedamente
sobre las hojas que tupen los cercos
Ellos son más incontables
que todos los sueños de la Tierra
su sexo múltiple
su credo y su color único
En los carros revolotean sus ojos
ajenos al baile de hoy a las cinco de la tarde
ajenos al desgarramiento atroz
que sufríamos corriendo tras un bus
o soportando todas las hambres
como mares secos
En esos carros en que se ojean diarios amarillos
que sueltan sangres seculares y batallas
y se miran negligente pero amorosamente
los habitantes de Macondo
arrastrando un halo perdidoso como los muertos
que nunca se murieron aunque llegaron sin vida
en otro tren a la playa
Aquí vienen los abuelos
abanicados por fantasmas y novias postergadas
Los que dejaron su casa
para morir por amor y por dolor
en cruces extranjeras
Tantos hombres de tristes figuras
atribulados en entuertos galeotes y bachilleres
El obrero de Lima
con su reumatismo sacramental
la vendedora de flores de Bogotá
el niño ambulante al que San Salvador
provee de modernas pesadillas
la carretonera de Managua
para frente al lago por mucho tiempo
mirando los muertos del terremoto
muchos de los cuales tienen su asiento aquí también
los saqueadores de Sao Pablo
hablando con un poeta querible y barbado
que cantó a la Barca de Brooklyn
y a una rara mujer de una ciudad extraña
el muchacho mesiánico
que encendió todos sus fuegos para cambiar la vida
y en París se dio cuenta de su estación en el infierno
Tantos otros muchachos
que no tienen nombre sin que eso importe
La sonrisa
los voladores que salen del alma
para hacerse sonidos e imágenes
enloqueciendo la tinta
el amor precipitado y a deshora
la calma por la cual el paraíso es intuible
y pone en los ojos las extraordinarias naves
del cielo y el mar
La embriaguez
y sus desaforados sueños
sus taxis y sus largas cuentas
Pero más que eso
colma los carros una savia
que nos es común
una savia de saber que somos los elegidos
de esta reunión
una savia obligada a recorrer estrechas venas
y que un día revienta y lo inunda todo
hasta ahogar todos los insectos
del aire filoso
Y es que para el espacio
que esta noche destiné a cierta gente
he dispuesto todas las canteras celestes
todas las aguas purificadas
por mis crucifixiones
las mesas largas y
el tiempo que le quede al universo.
CANCIÓN DEL EXTRANJERO
Cuando sea grande
a la medida del ocaso
en las tardes del café sadificante
y me corresponda crecer con las raíces
y enroscarme como eterno
quisiera ser el extranjero profundo
del otro valle
Que llegue un momento
impenetrable para los hilos de los lunes
el taxi desesperado
y la noche reventada en los bares difusos
no puedo evitarlo
Otra mujer me invitará a la cama
y sus labios me amenazarán hasta la madrugada
Y no podré dejarla
mientras me haga volar
entre los cocoteros rojos de un barrio embrujado
Meterá sus dedos en cada una de mis partes
y me pedirá que olvide todas las playas
y las frutas y todos los largos viajes en bus
con una novia adolescente
Me mostrará un sol equivocado
una guitarra eternamente virgen
los premios de todas las resacas
y las caras burlonas de mi gente
Otra ciudad me alojará
y no me tendrán temor sus habitantes
Sin cuidado dejarán abiertos los perros
y en huesos los candados
En las huertas tendrán a bien que
haga el amor con las gusanas
Y en los bares nadie castigará el oprobio
con los que me entregaré a los venenos más brutales
Habrá desidia por todos mis actos
por mis carísimos hipocampos
y mis mentiras antológicas
Nadie me dirá dónde vives
ni importará si soy ateo o pandereta
si mi padre es rumano o panameño
si mi apariencia ha sido correspondiente
a lo que entraño
Sabrán que estoy de paso
que las maletas siempre estarán
prestas a unas manos torpes
que el pasaporte lo tendré tatuado
en todos los gestos
Sabrán que estaré regresando todo el tiempo
a los ojos que un día de setiembre
me revelaron la verdadera identidad de mi patria
De Música de animal lluvioso y otros poemas; Departamento de Publicaciones del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. San José, Costa Rica. 1999
David Maradiaga (Managua, 1968 – San José, Costa Rica, 1995). Poeta, ecologista, activista social y cultural. Murió de manera aún no esclarecida. Formó y perteneció a varios grupos literarios, entre ellos Taller de Poesía Activa Eunice Odio y Octubre Alfil Cuatro. Dejó tres libros de poesía inéditos, Música de animal lluvioso, Pasos en la Madrugada y Canción del Extranjero. En 1999 el Departamento de Publicaciones de Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes publicó Música de animal lluvioso y otros poemas. Sin embargo, mucha de su poesía continúa dispersa e inédita.
Juan Carlos Olivas (Turrialba, Costa Rica, 1986). Se desempeña como docente. Ha publicado los poemarios La Sed que nos Llama (2009), Premio Lisímaco Chavarría Palma 2007; Bitácora de los hechos consumados (2011), Premio Nacional Aquileo J. Echeverría de poesía 2011 y el Premio de la Academia Costarricense de la Lengua 2012; Mientras arden las cumbres (2012), Premio de Poesía UNA-Palabra 2011, El señor Pound (2015), Premio Internacional de Poesía Rubén Darío 2013, Los seres desterrados (2014), Autorretrato de un hombre invisible (Antología personal) (2015), El Manuscrito (2016), Premio de Poesía Eunice Odio 2016, En honor del delirio (2017), Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2017, La Hija del Agua (2018), El año de la necesidad (2018), Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador, Colección Particular – Antología personal (2018) y Las verdades del fuego (2020). Su obra ha sido traducida parcialmente a 18 idiomas.