ENVENENADA TAMBIÉN
Con todo ese veneno en el cuerpo
CESARE PAVESE
Con todo ese veneno en el cuerpo
No me dirán que me falta invernar aliento.
El león humedecerá mi corazón
Y su náusea, como la de la naturaleza, lo despreciará.
La sangre, silenciosa, desesperada,
Gritará, la locura irá sedándola.
Un abismo desdichado, el mundo interno.
Bajo la lluvia, la sed de la sombra pudre el alba.
Las esperanzas acostumbran llegar tarde.
La muerte lamentará, envenenada también,
Los versos que no escribiré y en los que ella no será
La amada.
EXTRANJERA
A una muchacha que supo todo Dante de memoria
B. YEATS
Una muchacha que supo todo Dante de memoria
Camina del parque al cementerio
Y va atenta por las calles,
Con su cuello alto mira a todos lados.
Con eterna dulzura y destellos de ironía
Llegó el alba,
Con cuánta entrega no amó esta tierra.
La había esperado, tan angustioso, que
Creí llegar a ella como el galés por los bares del
Greenwich Village,
Pero ella
Llegó armoniosa
Y cruzó las piernas al más simbolista glamour de
Todo tiempo
Y entregó una sonrisa a mi sombrío rostro.
Por ella voy de una página a otra, de verso en verso.
Peleamos para sobrevivir en epístolas electrónicas.
La poesía no me salvó, si no su admiración por la poesía.
Sigue caminando en los más tristes veranos,
En inviernos que juegan a treparla;
Con el delicado arco de sus pies de mármol camina
La desesperanza.
Por más libre que fuera el adiós, no quiso alejarse.
A ella le está permitido, no a la poesía
Seguir en la memoria de los hombres.
Cómo no amar sus momentos de alegre dulzura
Y de histeria.
La tristeza será dibujarla con el miedo,
con la frialdad de la melancolía
gritarla con el caos por pregunta
y la crueldad por respuesta.
Antes que un gallo desgarre la madrugada
La tendré en mis lágrimas.
DEL COMIENZO DE LOS HOMBRES
En los jardines crecen muchos árboles
I. B
En los jardines crecen muchos árboles, dije,
Y los hombres comenzaron a creer y
Decidieron conocerse;
En los jardines no todos son árboles, dije,
Y los poetas comenzaron a creerse importantes;
En los jardines no todos son poetas, dije,
Y escondieron las semillas, y ramas y raíces
Que otros hombres descubrieron;
No todos los poetas pescan peces vivos y sirenas,
Algunos pescan resfriados y otros, enfermedades venéreas,
Otros hablan de Mairena y Molina y reconocen
La poesía como diálogo.
Hay árboles que nacen en bosques salvajes
Y otros que con ser un árbol son bosques salvajes,
Y estos se reconocen, como Bulnes;
Otros crecen en las calles
Y evaden la vida solo cuando es demasiado sofocante.
En los cementerios crecen muchos árboles,
Algunos nacen para abajo y se liberan de pasados,
Dialogan con Pound, Eliot y Panero, o con el viejo Vallejo.
Otros son hermosos, tan hermosos con su sombra
Que sosiega y enternece y brillan oscuros
en las noches.
A MÍ ME DIJERON
A mí me dijeron que podía hacerlo
Que sería grande
Que escribiría verdaderos versos
Versos de calidad innegable
Versos arrancados del ser humano
Y que saldría volando
Y que podía hacerlo
Y me iniciaron
Alcé vuelo y tropecé en las ramas
El sol me devolvió de una vida ensoñada
Me usaron
Se rieron
Y decidí convertirme en un pequeñodioscobrasalarios
Y me dijeron que podía hacerlo
Que sería un gran obrero
Pero que debía esforzarme
Que olvidara a Baudelaire y lo que pensaba Bataille
Y todo lo que se piensa en balde
Y no es nada
Solo sueños.
Hacé las de Rimbaud, me dijeron
Y tampoco pude enraizar mis pies y quedaron
al ras del suelo
y decidí escribir y abandonar las frases ornadas
y el espejo de esas frases.
Me aburrieron los versos familiares
Y esa tendencia tonta de integrarse a un canon
Y pensé
A la poesía no le hace falta reinventarla
Sus máscaras han sido agotadas
Y abandoné los grandes edificios
Y las sombras y pensé en Girondo.
Unos ingenuos vieron a la poesía como puta
E hicieron chillar las frases
El poeta debe abandonarse
Inventar su historia
Dejar las brumas, gallos, ríos y laderas descansando
Para el tratado de flora y fauna
No hacerse el mártir
Ni hacerse el erudito geólogo y teólogo
No hablar de mares ni de cosas diversas
No hablar de flores y aquello que se le parezca
Dejar de torcerle el cuello al cisne, al cuervo, al gallo
Y a la amada dejarla plena por fin sexuada.
Nada de versos románticos ni de llantos ni alboradas
La poesía si es así es accesoria innecesaria
Es nada cuando solo está hecha de palabras
Es nada cuando solo es un tratado de gramática
Es nada incluso cuando te la dan deshilachada
El desencanto es también tendencia herrumbrada
Hablar de patrias y de amor a la patria.
La poesía solo sacia por segundos
De un libro de poemas solo se recuerda un verso o una palabra
Incurro en todos los defectos de esta fábrica mal renumerada
Pero ya no importa
Celebro mi hambre
Que vivan mis pequeñas alas de gigante.
CAMBIÉ DE SITIO
Cambié de ciudad,
Pero el reflejo fue el mismo.
A cambio di los libros
Que no cupieron en vi viaje.
Busqué la paz.
Y me dije, Tú, que no sabes,
¿Podrás?
Cando quise abandonarme
Junto al polvo,
Ya no lo merecía…
A otros les habrá sido fácil.
A otros.
Cuando sonrío
¿Aún percibo mi sonrisa de niño?
A otros les habrá sido más fácil.
Siempre a otros.
Y te llamo
Pero ni cuando eres
Pájaro herido
Vuelves.
Y busco.
Incansablemente busco.
Adonde vaya ofrezco un hermoso sol.
Y tengo sed,
Busco en qué creer.
Pero esas migas de luz. ¿Quién, de mí, las saca?
Adonde vaya un hermoso sol.
Adonde vaya un hermoso y único sol
CADA MUJER QUE BESÉ
Cada mujer que besé era una ola devuelta de tus labios
Y me obstiné en besarlas a todas
Como si de verdad besara, y me sintiera amado.
Y besé a todas las mujeres
Virtuosas y rameras, pagano ante la debilidad
En ellas el sabor de tus labios se había diluido,
A gotas besé tus labios, a micras los besé.
Con cada mujer besada sentí más cerca tu presencia,
Iba muy rápido y amaba, besaba a todas
A las bocas pájaros que volaban,
A las bocas peces que me hundían,
A las bocas desamparadas,
Y a las bocas agrias.
Besé a madres milenarias
Y besé a tu ascendencia y descendencia
A la mujer del este,
A la mujer de sur, tan cálida
Como la del norte,
A la mujer oeste la besé cabalgando rápido
Entre las llanuras del pasado
Pero también la besé en los prados
Y en auto por la calle.
El futuro había llegado
De beso en beso había llegado,
Las besé a todas
Y hubo bocas perezosas que
Besé de día y de noche
Bajo el agua
En la orquídea y en los campos bifurcados
Besé a las que parecían relámpagos
A las que, eternas,
Me mostraron una dosis de tus labios.
Las besé
y no solo besé sus bocas
También sus páginas
Sus huecos, sus moradas
Besé todas las partes donde Dios
Se consagró en Dios.
Las besé a todas a manera de avalancha
Besé su ahogo, su espasmo y su espinazo
Besé sus ojos y olfateé sus párpados
Las besé en todas partes.
Por momentos
Tu cuerpo florecía en un instante
Y mi boca arrasó con cada cuerpo,
Un Armagedón de besos
Para hallar a la única mujer que no besé
Y por quien besé a todas
Q29
Si hallé la paz
Mi tiempo no fue en vano
¿Cuán fuerte fue mi corazón
Si resistió
los embates del destino
y amó y construyó un hogar
pese a demandas, yerros y tropiezos?
Si hallé amor
Mi tiempo no fue en vano
Si hice amor
Creé amor
Si dije amor
Creé amor
Si mi fe no mermó y se aferró
Adolorida
A mis demandas
Y me resistí a creer que el destino propio
Se construye en perjuicio
De mis semejantes
Mi tiempo no fue en vano
Y no lo fue.
Gustavo Campos (San Pedro Sula, Honduras, 1984-2021) fue un poeta, narrador, ensayista y crítico literario. Sus trabajos fueron publicados en diarios y revistas de Honduras y en prestigiosas revistas internacionales. Su obra ha sido traducida parcialmente al inglés, alemán, francés y portugués. Publicó entre otros, los siguientes libros: Habitaciones sordas (Guatemala, 2005); Desde el hospicio (San Pedro Sula, 2008); Bajo el árbol de Madeleine (edición digital, 2010); Los inacabados (San Pedro Sula, 2010); Katastrophé (San Pedro Sula, 2012); Entre el parnaso y la maison. Muestra de la nueva narrativa sampedrana (San Pedro Sula, 2011); Cuarta dimensión de la tarde. Antología de poetas hondureños y cubanos (coedición, San Pedro Sula, 2011); Tríptico del iris de narciso (San Pedro Sula, 2014); Retrato de quien espera un pájaro. Antología poética personal (Honduras, 2019) y El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot (Editorial Nana Vizcacha, España, 2019). Fue ganador del Premio Hibueras, auspiciado por las Embajadas de Francia, España, Italia, Alemania y la Delegación de la Unión Europea en Honduras: en 2006 obtuvo el tercer lugar en la rama de narrativa, con Los inacabados, y en 2013 el segundo lugar en la rama de poesía, con Tríptico del iris de Narciso. En 2016 se le otorgó el premio único del VII Certamen Centroamericano de Novela Corta, otorgado por la Sociedad Literaria de Honduras y la Dirección Ejecutiva de Cultura y Artes por su novela El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot, publicada en España por la editorial Nana Vizcacha, Madrid. En 2018 la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, La Ciencia y La Cultura (OEI) y la Dirección de Cultura y Artes le otorgaron el Premio Nacional «Honduras, Cultura y Artes 2018» en la categoría «Literatura» por su amplia trayectoria.