24 Abr 2024

8. POESÍA CUBANA. ALBERTO PERAZA

-13 Feb 2021

 

¿QUIÉN ME PRESTA UNA ESCALERA

PARA SUBIR AL CIELO?

 

El cielo es el techo de la casa.

Un racimo de estrellas.

Nubes que pasan.

El cielo es un camino,

cántaro de agua;

arco iris con alas.

Fuego que abraza.

El cielo eres tú mismo.

La escalera no hace falta.

 

 

NIÑO

 

¿En qué juego,

en qué camino

se habrá quedado

mi niño

que a veces lo siento lejos,

vago

sombra

peregrino?

¿A qué otros ojos,

a qué otra luna

se ha ido?

 

En las hojas del naranjo,

en toda la paz del tilo

hijo

conmigo.

 

 

Y YO MIRANDO

 

 Digo ¡cielo!:

 

A mi hijo

le han crecido

los zapatos;

el camino que le di

se fue poniendo

más largo;

 

que los caminos se hacen

con los pies

y con las manos.

 

A mi hijo

le han crecido

los zapatos

                     ...y yo mirando.

 

 

JARDINERO

 

Me trae el agua

susurro nuevo;

corre a mis manos

de jardinero.

 

Semilla presta

rumbo

cielo.

 

 Nubes con alas

de bajo techo.

 

Jardín de rosas

en solo un pétalo.

 

 

VOLVER

 

Los caminos de regreso

no son tan largos

si es que la casa

me está esperando.

 

Ojillos tiene

para mirarnos

la casa toda

y todo el patio

que nos perdemos

en un abrazo;

 

y no sabemos

cómo ni cuándo

en cualquier trillo

nos encontramos.

 

 

LOS GIRASOLES

 

Arrebatos del pintor,

pintura que sobre el lienzo

se quedó:

campo regado en los ojos

por el pincel de Van Gogh;

una oreja está naciendo

del cuadro que él no pintó:

 

¡Cuántos soles en la tierra

y en el cielo, un girasol!

 

 

HALLARSE

 

El agua está, sin peces,

desfallecida.

No invitan sus olores de antes,

ni el salitre,

ni la roca que siempre

la esperaba.

 

Está tan triste el agua

que da pena…

… y yo queriendo saber

cómo salvarla.

 

 

ALARDES DE CIUDAD

 

Alardes de ciudad,

eso es mi pueblo:

montoncito de casas apretadas

un parque,

una iglesia,

un cielo;

Árboles quietos

y a la vez dispersos.

Allí calma la sed el caminante

y hay un breve remanso

para el sueño. 

Papalotes, 

portales,

pregoneros.

Alardes de ciudad,

Eso es mi pueblo.

 

¡Es todo lo que tengo!

 

 

MAGIA DE COLORES

 

El mago saluda,

se quita el sombrero;

el público aplaude

con los ojos lelos

mirando la magia

salir de sus dedos:

dos cajas de lápices

para que pintemos

un conejo blanco,

un pájaro negro,

un cometa rojo,

un aro de fuego;

un ramo de rosas;

un reloj sin tiempo

(pues las manecillas

se le desprendieron);

un gato barcino,

un loro y un perro.

 

Un anillo de oro

brota del pañuelo;

montones de estrellas

bailan en el viento.

 

Un juego de cartas

le nace del cuello;

de sus manos salen

periódicos viejos,

papeles brillantes,

un plato y un huevo;

un espejo mágico,

seis libros y un cerdo;

luego tres caballos

con tres caballeros

y un barco cargado

de juguetes nuevos.

 

No querrá este mago

llevarnos al puerto

y subir a bordo

para que juguemos.

 

 

¿DÓNDE VIVEN LOS DUENDES?

 

Un hombrecito verde

se asomó a mi ventana;

tenía grandes los ojos,

la cara redondeada;

la nariz chiquitita

y canosa la barba;

un gorro en la cabeza,

las orejas muy largas.

Llevaba en la mochila

estrellas despuntadas;

un bulto de sonrisas

y un poco de nostalgia.

Entonces me di cuenta

que algo le faltaba

y fui a abrirle la puerta,

a invitarlo a que entrara.

Puso todas sus cosas

en medio de la sala;

le regalé un abrazo

y él me dejó sus lágrimas.

 

Descubrí que los duendes

por todas partes andan 

queriendo hacer amigos

por los pueblos que pasan.

 

Compartimos la mesa

y le presté mi cama;

sus sueños se quedaron

dormidos en la almohada.

 

Cuando el canto de un gallo

la mañana anunciaba

lo busqué, mas no había

ni un rastro de su magia.

Revisé los rincones,

debajo de las sábanas,

por dentro del armario,

fuera de la recámara.

Y, por si fuera poco,

busqué en la madrugada

que andaba todavía

recogiendo sus alas.

Le pregunté a mamá

¿Por qué estas cosas pasan?

¿A dónde se habrá ido

sin anunciar su marcha?

Mamá quedó pensando

y vio un libro en la estancia:

el libro estaba abierto

y en una de sus páginas

el duende se escurría

por entre las palabras.

Hijo, no pierdas tiempo

que los sueños se acaban.

Ven, búscalo en los cuentos;

los cuentos son su casa.

 

 

Alberto Peraza Ceballos. Poeta, escritor para niños y promotor cultural. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de la UNEAC, del Movimiento de Poetas del Mundo, de la Sociedad Cultural “José Martí” y de la Asociación de Pedagogos de Cuba. Premio La Edad de Oro, del Instituto Cubano del Libro y la editorial Gente Nueva, 2018. Premio de Poesía “Nicolás Guillén” 2019. Premio de la Crítica de la Literatura Infantil y Juvenil “La Rosa Blanca” de la UNEAC, 2020.Tiene publicados más de una veintena de libros para niños y adolescentes, en Cuba y México. Ha participado en Ferias del Libro en México, Estados Unidos, Colombia y Cuba. Ha impartido Talleres de Creación Literaria en México y Cuba.

 



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