El equipo de Nueva York Poetry Review lamenta el fallecimiento del gran poeta español, Joan Margarit, ganador del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2017 y del Premio Cervantes en 2019. Celebramos su vida y su obra con una selección de sus poemas.
AMADA REGINA
En todas las ciudades busco siempre
un hotel que llevara el nombre de ella.
El Regina de Roma y su fachada
severa y gris, fascista, de granito.
El Regina de Londres, frente a un parque
tristísimo al crepúsculo. El Regina
con las piedras negruzcas de Bruselas.
El cálido Regina de París,
junto al «quai» solitario de barcazas.
El Regina y su zócalo de moho
lamido por las aguas oscuras de Venecia.
Y cuando ella murió, y él no viajaba ya,
el último Regina, en el bullicio
del centro, en Barcelona,
le acogió con sus gélidos espejos
y con su delicada marquesina
de hierro y de cristal en la calle Bergara.
Regina amada, hoteles y mujer:
algunos negros bultos en la noche,
la caldera encendida y los neones
de tu nombre, violentos de tanta soledad.
Ciudades que están llenas de imprevistos
hitos de amor.
EDAD ROJA
A Àlex Susanna
Tanto tiempo has tardado en aprender
que llegas tarde al gran amor:
Que nunca habrás vivido una edad de oro.
Las rosas de Ronsard
nunca serán perfume en tu mirada,
ningún otoño habrá de deshojar,
en los brazos de nadie, lentos pétalos.
Con el olvido tapas los espejos
igual que acostumbraban en las casas
donde había un difunto.
No vuelven las mujeres con las cuales
cambiabas años de tu soledad
por un fugaz momento de ternura.
Tan ardiente es la vida en el otoño,
que en las horas de angustia no podrás
amar ni a la mujer que ya has perdido.
EN TORNO A LA PROTAGONISTA DE UN POEMA
Conocía muy bien tu piel dorada,
la señal de peligro de tus ojos azules.
Sueños de profesor que comenzaba
a perder su futuro. Hace mucho surgiste
entre aquellos muchachos y muchachas
del bar acristalado de nuestra Escuela blanca,
desde donde veíamos el mar.
Me preguntan quién eres. Quizás, un día, expertos
en soledad y en crímenes pasados
buscarán, amparada en las palabras,
la sombra de tu nombre y no hallarán
sino cartas violeta de la noche
y el rastro, entre papeles, de unos ojos azules.
REMOLCADORES ENTRE LA NIEBLA
Amiga de la noche, reluciente,
lúcido disco de la luna:
avanzas junto a mí por la playa, iluminas
estancias con espejos para amantes
a los que aflige el plazo de una noche.
Tú y yo cruzamos la ciudad caída.
Hay hojas de periódico arrastrándose
como heridas de guerra, son gaviotas
que mueren en el agua de algún muelle.
También cartas de amor que pasan cuentas
como viejos recibos de negocios.
El viaje hacia la sombra nos exije
decidir compañía: yo he escogido
esos ríos espesos, relucientes
de dos armas doradas, dos trompetas:
una cálida y negra, la de Clifford
como un fuego en la nieve de las calles
y la blanca, que apenas puede oírse
en la pútrida noche con letreros
de los hoteles tristes de Chet Baker.
Paso junto a amenazas de paredes
y escaleras de metro con los bultos
de los que duermen bajo los cartones.
Son las sombras que tocan en la noche.
Esperaba un acuerdo sobre fines
y nunca hallé finalidad alguna.
Esperé incluso la pasión del náufrago
por encender un fuego frente al mar
pero nadie deseaba ser salvado.
Creí que contaría con la gente
en asuntos de versos y valores.
No sabía que todas estas cosas
sólo indicaban cómo envejecía:
de pronto todo el mundo estaba lejos
y, mientras, yo escribía este poema
sabiendo que el mañana estaba hecho
de un arte para mí desconocido.
Conocí a una mujer: bailaba y, juntos,
escuchamos un "Autumn leaves" como este
que en la Rambla, magnánimos, los plátanos
murmuran con las hojas en la noche.
Era una mujer de orden, tenía bellas manos:
¡Dios, era mi mujer! Cómo bailaba
cantándome al oído cada pieza,
cómo reía cuando la abrazaba.
Hoy abrazo a la noche y escucho el «Loverman»
en el que Parker equivoca el tiempo.
Los faroles lejanos son los ojos
vidriosos de algún perro.
La música consuela, nada más:
está dentro de mí junto a mis penas,
interpretándolas con claridad
y sentimiento, aunque sin esperanza.
Ya cayó la ciudad de mi futuro.
Camino entre leyendas pisoteadas
del otoño del cuerpo pero aún
hallo hospitalidad en un relámpago
del Café de la Ópera: entre tanto,
al final de la Rambla, en los peldaños
que bajan por el muelle de barcazas,
una sirena muerta está flotando
y es arrastrada por las sucias aguas.
LA COMBINACIÓN
A Mari Carmen Parma
Sola entre dos infiernos
-el de la libertad y el de la edad-,
ya no he podido abrir la caja fuerte.
La puerta con sus cifras giratorias,
es la ruleta en la que ya no sé
de qué forma apostar:
desde el primer suspiro conservé,
acorazada luz, aquella rosa.
Estoy desnuda en nuestro dormitorio
con la ventana abierta y la lámpara apagada,
oigo el rumor urbano de la noche
mientras la leve brisa me acaricia.
Ahora, la muchacha y el muchacho
que tú y yo un día fuimos permanecen
siempre muy cerca, están dentro mí:
un olor conocido o una canción
puede hacerlos salir, pero si quiero hablarles,
ya han desaparecido. Vivimos a merced
de lo que de nosotros ignorábamos,
tal si entre los derechos que tuviese la vida
hubiera un misterioso derecho a no saber.
El metálico nido custodia nuestros sueños.
Estoy llorando. La combinación
era esta: la fecha de tu muerte.
Joan Margarit (Sanahuja, Lérida, 11 de mayo de 1938-Sant Just Desvern, 16 de febrero de 2021) fue un arquitecto y poeta español. Como poeta, escribió en catalán y en español y fue distinguido con el premio Cervantes (2019).