AFTER LIFE
En una película oriental
los muertos eligen un recuerdo
para vivir en él como un insecto
inmóvil en un ápice de ámbar.
Buscan momentos sin exaltaciones
en los que no pudieron vislumbrar
resabios de pasado o porvenir.
Al fin,
prefieren recordarse solos.
Un cardo ruso, 2016
AMOR
De una materia turbia y demorada
son los días.
La ternura es posible
y la tristeza
un pan administrado con justicia.
Klimt, 2015
CANCIÓN DE CUNA
[para Isabella]
Escuché los latidos en el vientre de mi hermana.
Fueron corcheas, apenas: do, do, do.
Afuera ya se dormían los tordos entre los álamos.
Dormía el calor de mayo. Pero nuestra sangre no.
Un silencio rodó lento, como ruedan los destinos.
Rodó como rueda un canto: sol, sol, sol.
Klimt, 2015
AGUA DULCE
(fragmento)
Unas láminas de sarro se desprenden
y golpean las paredes de mi jarra.
Pienso en brillantes filamentos de mica
ocultos en la arena de los ríos.
Pienso en las mangas mojadas
que los poetas chinos
prefieren nombrar para no hablar
de sus lágrimas.
Gibraltar, 2015
AH, LOS POCOS GRILLOS DEL FELIZ FEBRERO
(fragmento)
Ah, los pocos grillos del feliz febrero.
Escurren su azul entre las alas fibrosas.
Mi alma se pliega en fina filigrana:
un sobre traslúcido que guarda un tesoro.
Me vuelvo la hija de mi hermana en sus brazos.
Me vuelvo mi madre tendida en su cama
—y el agua de la cava donde nada su padre
y la planta oscura que crece en su cuadra
al borde de las vías, al fondo de la casa,
recogida de noche por abuelas dolientes.
La planta milagrosa que se denominaba
con un vocablo ocre, grueso, masculino. —
Lavar a la madre, 2017
VÍSPERA DE NAVIDAD, JUNTO AL RÍO
No te merecí. Pero recuerdo tus brazos
como el viejo que evoca un paraje querido
en el que anduvo durante muchos años,
mudo, como transita uno las certezas.
No te merecí. Pero recuerdo tus brazos
tan pálidos, tus dulces vellos oscuros.
Cuadernos de Lolog, 2017
LOICAS, CALANDRIAS, BENTEVEOS, RÍO
(fragmento)
Atrás quedó nuestro tiempo
y no recuerdo
casi nada con exactitud.
Sin embargo,
cada vez que escucho música,
imagino que bailamos.
Lejanas bengalas estallan, 2018
SÓLO EL VIENTO INCONTABLE SOBRE EL PUENTE
(fragmento)
Bajo la luna pintan la calesita.
La espina terrestre de un caballo
como un dorado contrabajo, brilla.
Y los grilletes de los hipocampos
se elevan como densas mariposas.
Flor cineraria, 2019
PARA LA FOTO NOS SENTAMOS EN EL PASTO GRIS
(fragmento)
Los árboles del día en que naciste
en el aire, hijo, se mueven lentos,
incompletos, como fue la rotación
de tu cabeza en el canal de parto.
Cuando la muerte sorprendió a Fassbinder, 2020
Carina Sedevich nació en Santa Fe de la Vera Cruz en 1972 y vive desde su infancia en Villa María, Córdoba, Argentina. Es autora de los libros La violencia de los nombres (1998), Nosotros No (2000), Cosas dentro de otra cosa (2000), Como segando un cariño oscuro (Argentina|España, 2012), Incombustible (Argentina|España, 2013), Escribió Dickinson (2014), Klimt (España|Argentina, 2015), Gibraltar (2015), Un cardo ruso (Argentina, 2016|Brasil, 2019), Cuadernos de Lolog (2017), Lavar a la madre (2017), Los budas y otros poemas (2017), Lejanas bengalas estallan (2018), Flor cineraria (2019), Grandes metales oscilantes crujen (2019) y Cuando la muerte sorprendió a Fassbinder (2020). Su obra ha sido editada en diversos países de Europa y Latinoamérica, incorporada a antologías nacionales y traducida al portugués, al inglés, al italiano y al mallorquín. Se formó en comunicación y semiótica, entre otras disciplinas académicas. Dirige desde 2018 la revista universitaria Ardea (UNVM, Argentina). También es profesora de yoga y meditación.