DOS SIGLOS O DOS OJOS
La ciudad nace.
Sale del vientre de un río seco,
del más agonizante, del más mudo.
No dice nada pero nos mira
con sus ojos de piedra y soledades.
No sabe llorar, aún no comprende.
Se deja desvestir a media calle,
la van pintando de blanco,
la llaman Virgen.
La ciudad va creciendo a latigazos
porque es deforme y negra y prostituta
que amanece por la esquina
con cualquiera, enlazada, siempre sola.
No se puede dormir. Es un delirio
de luces condenadas a la espera.
Nos oye conspirar todas las noches,
en todos los silencios y los labios.
Quiere gritar
y escapa por la boca
de un túnel de fantasmas y lamentos.
No puede, no lo sabe, se le olvida.
Es una isla de rumores
que taladran la tierra a todas horas.
La ciudad se vuelve vieja,
se está encorvando en la basura.
Nadie la mira, ni la huele nadie,
por eso se santigua en los tejados
en el nombre del polvo, de los humos
y de los brazos que rodean
a una plaza abandonada.
Tiene los labios tatuados
de llamas sin encender
desde el principio del sol,
después del fin del mundo.
No puede hablar, aún no se quiebra
la roca que le aplasta las entrañas.
-La ciudad, como estatua de recuerdos
tumultuosos, temibles, encogidos-.
Las paredes lo saben,
lo han escuchado todo; se lo cuentan
a los muros derruidos,
a las grietas que beben el pasado.
La ciudad se está muriendo,
Muere sola como una ausencia
esperando a que las luces se ablanden,
a que amanezca por la esquina,
y entonces grita
y por primera vez se enciende
y se incendia bocarriba
para que el mundo la vea
mientras huye, y no la olvide
o no se olvide de aquellos
que la pintaron de blanco como una tregua
y que ahora estalla
(dos siglos
dos ojos,
dos esperanzas)
desde cualquiera de sus silencios.
La ciudad se ha sepultado
sin un descanse en paz en la mirada.
Ha logrado llorar, ha comprendido
el pasadizo eterno de preguntas.
Arriba nada gime.
Los perros del alba se han inclinado.
Ni un olor, ni una palmada, ni un desperdicio,
sólo el rumor inmenso de un vientre amargo,
el más agonizante, el más hermoso.
De Visiones de piedra. Premio UNAM, 1991. Praxis, México, 1994
RUMOR
Sé tu nombre, nunca tu cuerpo,
nunca tus manos cayendo en mis hombros
como lluvia por la hierba,
durante breves latidos
que son un mundo desbordado.
Sé tu nombre y el olor de tus letras
que por tanto pronunciar les salieron
tallos de voz y flores locas,
porque el sonido es duro en la distancia,
necesaria frontera que desune
el puñal de la piel,
el llanto de la soga.
Sé tu nombre, no sé como escribirlo
en los rincones de estas sombras
que escalan las esquinas con las uñas.
Rumor te dije,
supuse tu mirada
y después de mis sueños
sólo tu nombre repito
en una eternidad de veladoras.
De Vagaluz. Premio Nacional de Poesía “Elías Nandino”, 1992. Segunda Edición. Proyecto Literal. México, 2018.
FRAGMENTO
Mi amor destruye. Vete.
Mi amor es animal agazapado,
agua indomable,
deleite que me funda en otra vida.
Mi amor es la venganza,
niño que escupe cuando lloras,
ángel deforme,
posesión de la guerra y la locura.
Te domina. Tú pides que domine.
Mi amor desuella lento. Lento.
Tiene tus ojos.
El nombre de mi amor está en tus manos.
De Hacia los flecos del frío. Premio Nacional de Poesía “Salvador Gallardo Dávalos”, 1993. Instituto de Cultura de Aguascalientes, México, 1994
RELOJ DE CADENA
A mi hijo Jassín
Dios
condena de no cerrar los ojos
precio del hombre en la diversidad del humo
Adapta su ser
contorno de silencio
fragmento en voces
que se reúnen como polvo en piedra
piedra aburrida de sí misma
piedra de dios y dios de piedra
que pudo ser coral pero fue piedra
insomnio del desierto
Se despiertan los oasis
El sueño de los peces tiene párpados
De El espejo de Luzbel. Premiado por la Universidad Veracruzana en 1994 y editado por la Universidad Autónoma Metropolitana, México, 1999
JUGLAR DE SILENCIO
Fragmento
Gira la luz
Huye mi sombra hacia otros hormigueros
Mi figura ya es un barco de alabastro
ese girasol que nunca mira
la frente adentro de mi frente
Porque a la luz del sol garfio nacido
porque a la luz del sol ya no se siembra la nada
porque a la luz del sol ni látigos en los portales
porque a la luz del sol un muerto cruzó mis dientes
porque a la luz del sol tengo un paraguas inútil
porque a la luz del sol el sol burla del alaba
porque a la luz de luz el sol es un ramo de uvas
porque a la luz la zorra del sol se escapa
porque de tanto mirar luz tengo dos astros
dos trampas de Dios a vista de un cubero
y buitres en el lomo de las nubes
De Juglar de silencio. JGH Editores, México, 1997
VISITACIONES
I
En las noches heladas
mi casa es un corazón abierto
donde entra el silencio de los pájaros
y el silencio
picotea las paredes
donde se apoyan los ángeles.
II
El sueño
de la tierra
tiene un párpado
que vuela
III
El límite de la memoria
es un blanco muro de llanto
El límite de la memoria
es un blanco muro de llanto
El límite de la memoria
es un blanco muro de llanto
IV
Los espejos se mueren de ausencia
Por eso entro en su casa
Soplo desde la profundidad de los deseos
y el polvo del azogue vuelve al polvo
Alguien sopla mi rostro
Ya soy un fragmento de polvo del espejo
V
Los sueños son semilla
de los ojos
VI
Ella tiene la sed de los triángulos
la sombra de su distancia
el vacío que renace por las penas de la luz
Ella es el tiempo de las visitaciones
De En el reino de la luz y otros poemas. Accésit del Premio Internacional de Poesía “Ateneo Jovellanos”, 1998. Publicado por Ateneo Jovellanos, Gijón, España, 1999
MÉXICO
Al cuñado de Paquita
lo denunció su hermano.
“Esta noche vendrán por ti”,
le dijeron los vecinos
cuando sacaba el ocle de los pedruscos.
Tragó saliva,
se secó el sudor viendo las olas
y encontró un barco a punto de zarpar.
Toda la vida le pasó por su frente.
Con los pantalones arremangados
y el pecho saliendo de su camisa
echó a correr sobre la arena quemada.
A zancadas venían los pensamientos.
Los tres años de su hija
y su esposa por parir.
Entre la muchedumbre,
miró por última vez el cielo.
No había viento, ni nubes, ni aves.
“¿Cómo se quita el sol?”,
dijo, mientras marchaba sin saber a dónde iba.
En la cubierta estaban las mujeres.
Nadie hablaba.
La miseria olía a sal.
Comenzó a oscurecer.
Los disparos salieron de la bruma.
Vio cuerpos lanzarse por estribor
Y se escondió en un tonel donde dormían las ratas.
“No pude ir a la guerra”, se dijo
y decidió luchar.
Pensando que las ratas eran fascistas,
sacó valor.
Mientras las estrangulaba
recordó a su hermano.
La traición no tiene cuello.
Es una lengua sin fin.
Ensangrentado y famélico
puso los pies en la tierra.
Arpas y marimbas. El aire cálido.
Las nubes tropezaban por el cielo.
Y él, descalzo,
sin saber a quien decirle:
“Mi hijo acaba de nacer”.
De República. Parentalia, México, 2018
DE LA LIBERACIÓN QUE TRAE CONSIGO EL PERDÓN
A mi hijo Rumi
Quería la piedra salir de su dureza, ser
quería las alas de un ave,
un espíritu en su mineral silencio,
piernas para correr sobre la primavera,
lengua para que los nombres pudieran acostarse,
una respuesta lanzada sin quebrar los vidrios.
Quería la piedra mirar por los ojos de las vacas
un campo de esbeltas flores
y dejar de rumiar viejas heridas,
echarse a llorar sobre las piedras grises,
piedras que soñaban no ser piedras
y se lanzaban rodando por una gran muralla
y se pedían perdón las unas a las otras
cuando escuchaban la Canción de la alegría.
Sí, quería la piedra, quería ser.
De De la confesión nocturna. Inédito y finalista en el Premio Mundial de Poesía Mística “Fernando Rielo” 2020
Carmen Nozal (Gijón, Asturias, 1964) Reside en México. Tiene publicados dieciséis libros de poesía, teatro, guión de cine para animación y testimonial. Ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales. Poemas suyos se recogen en medio centenar de antologías y han sido traducidos al inglés, francés, italiano y portugués. Ha sido incluida en la Enciclopedia de la Lengua Asturiana. Se ha desempeñado como promotora cultural en la Casa del Poeta “Ramón López Velarde”. Actualmente, trabaja como coordinadora de comunicación, difusión y prensa para el Museo Nacional de Arte, (MUNAL).