ARS POETICA
Cada cuchillo
multiplica
sus bendiciones.
Los límites
me atraviesan
con pulsos
que aceleran
mi mecánica.
Cada epíteto disonante
replica átono
la magia.
Enrizada en su dinámica
llega del infinito
la voz pausada,
el calor herido,
la nostalgia maga.
Emulsionada,
una sonata
rueda por mi piel
la música
de su canto,
y es su sonido perfecto,
manifiesta materia
intentando
penetrar la mía
para hacerme
epicentro de su risa.
Sin saber cómo,
desde lo más profundo,
donde no hay palabras,
me sube tersa
una fogata.
NAVEGANTE
La mujer que lee
derramada por mi cuerpo,
saliva un rojo elaborado
de preguntas crudas
que le nacen de las manos.
Urgente esponja ávida
busca respuestas
que le planchen
la pelusa nostálgica del llanto.
No tengo respuestas que sacien su esencia,
sólo la empujo por el camino del relámpago,
sólo la llevo debajo de la piel.
BOSQUE
En el bosque de la muerte
se ha hecho invierno,
algunas veces.
Las ramas y los gnomos
me han palpado el alma
y hallado prematura,
aún verde.
Lamida por un quejumbroso sol
me he detenido en su quizás,
paso húmedo de sombra,
canción de agua por la boca,
desvarío y espuma de las horas,
ambivalente verdad.
LO QUE MIRÁBAMOS
Ya tienes tus poemas,
tus suturas
embadurnadas con la brea
de tus alas.
¿A qué más querías que supiera
tu recuerdo?
¿Por qué siempre se recuperan
tesoros de los naufragios?
¿Por qué siempre pesa más la esperanza
aunque ahora sólo sirva para sentir tu peso
sobre las cosas que mirábamos?
EL TIEMPO
¡Qué juego renovado!
¡Qué astilla somnolienta,
qué sabor a estreno atrapado
a la vuelta!
El cuerpo, termómetro de vertebras
en cada paso hacia adelante,
me promete más tus brazos.
Dueño de mi candor,
ensueño en carne viva,
risa pura
y sin vergüenza
de gritar la felicidad
bulléndote
en el Cristo clavado
a tus estigmas.
Junto a ti,
cómo no ser vida
aunque estuviera muerta.
KINTSUGI
Por la noche azul
y masticando
un intrincado miedo
la vi enyesando un sueño.
Sumergida en la música
pasé entera
y le dio ira
mi despreocupada esencia.
Las fotos
extrañaron en su copa
la destreza aprendida
para ser muñeca.
Confundida, intenté
comprenderla
pero me mostró sus averiadas
perspectivas huecas.
Arponeado mi cariño,
no quise
entender su oquedad,
entonces, deletreada
de tristezas,
suturé al personaje
acorazada de poemas.
SONIDO
Mis nervios suenan
irrepetible música
conmovedora,
melodía del Creador
sobre mis arpas.
¿Cuántas armonías
temblarán prendidas
a mis entrañas?
¿Cuántos ritmos
escuchan
mis gatos y mis plantas
o quizás ven,
aquellos que me aman?
Ahora sé que no alucino
cuando reconozco en mí tu voz.
GATO
Sabía que tenía
caballitos de mar y delfines,
pero no sospechaba
al gato
inteligente y quieto
agazapado en los iliacos.
Lo descubrió de casualidad
en el marco de una emergencia,
mientras un acento
británico le explicaba
las rarezas de sus ingredientes,
la luz oculta
de sus marcas.
Como a un tesoro
recibió en las manos
sus adentros
para compartir su fecunda
profundidad magnificada
por la lupa de la lágrima,
con el calibre curtido del alma.
Linda Morales Caballero (Lima, Perú). Es escritora, periodista y profesora graduada Cum Laude de Hunter College, Nueva York. Licenciada en Literatura Hispánica, Medios de la Comunicación y Máster en Literatura Hispánica. Ha trabajado para CUNY, el Departamento de Educación y Naciones Unidas. Fue corresponsal de El Comercio y colaboradora de Caretas de Lima, Perú, crítica literaria para Tribes.org. Poesía: Desde el umbral, Poemas vivos, Encantamiento, Collage, Poemas del amor cruel, El rumor de las cosas. Narrativa: El libro de los enigmas, ha dado pie a obra de teatro, cortometraje y monólogos en USA y España. Su trabajo aparece en antologías en diversos países e idiomas. Ha sido invitada a Ferias del Libro y Festivales en Argentina, Brasil, Costa Rica, Cuba, Egipto, El Salvador, México y USA.