CATÁBASIS
Para Leonard Cohen.
Poseo un solo talento: mi música.
Notas fecundas avasallan a golpes la luz.
El mar, con las lágrimas,
se hizo recuerdo entre sus olas,
violento alud que respiran, sin cesar,
estos mares sin dueño. Somos resplandor,
tristeza suma, espectáculo incandescente
en este mundo de porcelana en ruinas.
Si pudiera suplicarte que tocaras por mí
aquella música que permanece resonando
en el corazón. Si pudieras vivir
como ave que me sobrepasa por el cielo,
dentro de mí, sentiría escalofríos y escarcha,
alumbrando mi alma con exactitud esculpida
de una luz, que a veces, se revela ausente.
Vi la claridad venida desde un barco,
con sus remos abiertos, empujando hacia mí,
y quise ser un alma de la nada
o del destino lanzado a la intemperie.
El amor es poderoso y a veces duele.
Se extiende mi sombra oblicua
sobre las maderas de luz y del pasto
creciente de esos límites impuros.
El recinto se llena de mis lágrimas;
siento lo inmóvil vencer
y lo inexacto, de repente cierto.
Siento tu voz allá en lo oscuro,
los fantasmas desnudos y las ranas ahogadas.
Miro atenta por tus aguas remotas
inventando a un dios incrédulo
tras un horror sagrado.
Caronte no conoce el río del amor,
en sus pupilas no hay caricias,
no hay cartas de amor escritas por la tarde,
sólo escucha palabras de amantes muertos,
en la inercia de un diluvio de nombres.
¿Qué importa naufragar o encallar si aún las velas
se sostienen en áureas proporciones?
Era como encontrarte y huir, saber que iba a verte
y retirar, con celo, la mano piadosa.
¿A dónde va toda la sangre llena de pena,
de tanta pena no acabada en mundo?
Extinguido reposo de la tarde en llamas.
El sol era continuo y enfermo.
Distinto a lo pensado es el infierno:
tiene inclinaciones celestes en su útero,
su rumor apremiante es único y el vacío
impone su quietud en bocas extintas.
Era la primavera, y pensé pintarte
en un óleo melancólico.
Sonará la lira y te veré, Leonard.
El amor es poderoso y a veces duele.
Sin la música hacemos el infierno.
A veces, los vetustos senderos
conducen a nuestro propio silencio;
gritan los abedules siniestros y en la enésima estepa
farfullan los mapas sin raíces,
las riberas escoltan nuestro paso,
permanecen erguidas en su desnudez constante.
En este adverso paraíso comprendes
el precio ruin de la impotencia.
Aquí, en esta agonía, se escuchan
mis canciones acompasando con suavidad
su ruina declinante. Sólo el río sabe
si mañana florecerán mis notas…
El barco toca tierra y, al detenerse,
se escucha un rumor de silbidos,
como si presintiera tu cuerpo
que se apoderara de mis manos.
La crisálida de amor me roza.
Titila el silencio y las maderas
se encienden en pétalos perfectos,
en un mundo sin luciérnagas.
Y puedo escuchar tu nombre, Leonard.
La embriagadora música regresa
a tu boca muerta de palabras.
Vi la oscuridad envolverte,
la magia en un jardín sin rosas,
ahora, resplandeciente y vivo.
Seguirán los ecos de tus labios
entonando un Aleluya que no cesa.
EN LAS SOMBRAS DE LA TARDE
Cuándo hablaré de ti sin voz de hombre
CLAUDIO RODRÍGUEZ
En cualquier parte, pero no en ésta.
Quizá en la hermandad de los desiertos,
donde se funden los caminos
y los horizontes se libran
como una bandada de suspiros.
Quizá en la piadosa desidia de la tierra,
o en jardines lejanos, donde dejé mi ser,
con la levedad de una promesa
que apenas el rocío habrá notado-.
En las ventanas, lumbreras del mundo,
donde el cuadro de la vida,
es un frágil reflejo de incerteza.
Allí tendré que ir. Allí tendré que buscarte.
No en la paciente soledad de los vergeles.
Bien conozco tus confines. Tu letanía de albas y conjuros,
la soñada voz de las acequias,
el rumor de los instantes.
Oh Libertad, eres como un sauce,
tus ramas rozan mi alma en el silencio.
Eres memoria de los días, sólo eres poesía.
Te busqué detrás de los sueños,
detrás de esquinas de invierno y en las sombras de la tarde.
Te busqué tantas veces mientras temblaban las nubes,
y la nostalgia se consumía lentamente.
Libertad pura e inalcanzable,
rodeada de lirios y de jazmines,
esperanza de amor venidero.
Te buscaré hasta mi último aliento.
Serás una gaviota franca en el sosiego hermoso de la luz.
Hoy, en la gravedad del ocaso, te he sentido.
Tú, a quien llamo libertad, eres eterna.
ΟΥΤΙΣ
No a nome mio
ANDREA CAMILLERI
Pero la tierra, no nos ha enterrado.
Alguien dijo que irse es regresar a ese lugar,
en que no había un rincón, que no fuera ya nuestro.
Que abril removerá las hojas muertas y atronará la paz
como lluvia en las ventanas. Y qué calma, qué afilada calma,
nos arrebatará las últimas tempestades…
Y ahora, que la ida es un destino consumado,
que los corazones se nos abren
y las notas se escuchan en el aire,
se esconde en el cielo cada rayo,
se oxida en la tez aquella espada,
como un ruido para probar su sangre,
ya no habrá más guerra.
Después de tanto otoño, hemos llegado.
Y la costa no fue tan vasta,
como cuando la vimos derramarse, al horizonte.
Habrá que caminar entre la gente.
Vestirse el nombre que fuimos dejando
andar entre senderos para aliviar las penas.
Porque ya no habrá mar.
No habrá una estela.
Ni un puerto que se meza entre las rocas.
Serán del laurel, de la sal, de la lluvia
las flores que trae el viento a los que han muerto
y nunca les pisó la blanda arena.
Los mismos astros truncos.
Los mismos horizontes en la orilla.
Las mismas ruinas sobre el mismo llano.
Y la calma. Tanta paz y calma entre las manos.
SOLEDAD SONORA
Atávico misterio es el abandono del hombre
sigilo que resuena entre cánticos de jilgueros.
Soledad sonora guarda el alma,
custodia el miedo que nos acosa
en el túnel de los sueños.
Andamos a solas en un laberinto obscuro
entregamos a Dios nuestra oración,
plegarias de antiguos sufis a Mahoma.
Soledad se propaga entre faros de la noche,
se esparce en el mar lamiendo las rocas,
se derrama entre pliegues de olas enamoradas
se disemina en el viento acariciando a las gaviotas.
Soledad rozando nuestras almas
en un delirio de pájaros canoros,
soledad buscando el rescate
antes de decir perdón,
soledad acunada por aleteos de palomas.
Soledad en el reposo horroroso,
soledad de un ángel mutilado,
soledad del hombre que no cree en Dios.
Misterio hasta acostumbrarnos al sosiego
y repetir amén en el silencio.
POEMA PARA NICANOR PARRA
porque vive…
<
DONDE SE CUMPLEN TODOS LOS IDEALES
AMISTAD
IGUALDAD
FRATERNIDAD
EXCEPCIÓN HECHA DE LA LIBERTAD
ÉSA NO SE CONSIGUE EN NINGUNA PARTE
SOMOS ESCLAVOS X NATURALEZA>>.
Nicanor Parra
TAMBIÉN CREO EN UN MÁS ALLÁ,
sin esclavitud, en un cielo que existe
más allá del viento y del azul.
Si digo amistad pienso en las aves,
si digo igualdad, pienso en la muerte.
Si alguien viola el privilegio de existir
tengo un nudo en la garganta.
Si digo hermandad me asaltan las dudas,
y me pregunto el porqué de las guerrillas urbanas,
de la esclavitud, de la lucha armada.
Si pienso en un hermano, veo a Dios en su cara…
Si pienso en la libertad me siento libre de amar.
No importe el color, no importe la raza.
Me siento hija del universo,
porque el amor me hace falta.
MARCHA POR LA VIDA EN BERLÍN
27 de enero de 2015.
He muerto, estaba con otros; he muerto, solo era un niño.
Pasé por el camino y ahora estoy en el viento.
En Auschwitz era mucha la nieve, el humo era muy lento,
un día de invierno, y ahora vivo en el viento.
En Auschwitz fue mucha la gente, y un solo gran silencio:
no puedo ya despertar, y ahora duermo en el viento.
¿Por qué un hombre decide matar a su hermano?
Ahora somos millones, somos polvo en el viento.
Hoy truenan las bombas, y no contentos con la sangre
la bestia humana escribe jirones de vida en el viento.
Yo pido que el hombre aprenda a no matar, no matar…
Algún día seremos uno en el rostro del viento.
PRESAGIO DE DESCANSO
Después de todo cortaremos las distancias
junto a la hierba clavada en los campos,
iremos al río para mojar los sueños,
naufragarán los miedos
entre soplos del viento.
Nosotros, en un batir de ojos
adivinaremos la hilera de columnas,
la claridad del mármol y su frescura.
Sólo un presagio, un presagio distinto
para cada uno. Una paz dorada,
un largo jardín de flores. Luego el descanso
junto a la tierra húmeda del monte.
Después el silencio de la noche,
un triste silencio, y nuestras huellas
solitarias y profundas llenándose de secretos.
RETRATO ROJO
Nace el hombre que siempre se enamora
de las cosas que embellece
con su mirada.
Los impalpables gemidos del alba
agrandan la pasión, la claridad del sentir
se hace vida.
Nada es silencio en esos sutiles abrazos.
Rojo en el rojo.
Y los cantos de ese río desencadenan
un ruido sin iguales.
Un ruido que nos alimenta
un ruido voraz de amor
que nos atrapa, que nos
detiene
encerrados en su celda,
encerrados entre las primeras luces
del admirar muy cerca
que al amar invade
a la frágil quietud de la cama.
SOLEDAD SILENTE
Eterno descanso se adivina
al vuelo de una quimera
bajo el reflejo de una luna calcinada.
En la noche silente
acosados por el tiempo
nos envuelve la soledad,
nos recorre un eco de aleluyas
amparándonos de las penas.
De espaldas a la existencia,
escuchamos los latidos del abandono,
repetimos con resonancia agonizante
una oración sin fin.
Nosotros, andamos por el mundo
pisando senderos deshojados por el viento.
Vivimos deprisa hasta palpar la paz;
después caemos dormidos en el secreto.
Stefania di Leo. Nació en Messina el 25 de julio de 1975 y desde pequeña ha cultivado una pasión por los idiomas extranjeros. En 1995 obtuvo el Diploma Estatal Liceo Lingüístico Archimede, en 1999 se graduó en Lenguas y Literaturas Extranjeras y Modernas y luego completó sus estudios de secundaria en la Universidad Complutense de Madrid, un doctorado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Actualmente es traductora internacional en italiano de poetas contemporáneos españoles y portugueses, y colabora con varias revistas culturales e internacionales, Crear en Salamanca, Metaforologia, Papeles del martes. Fundadora del Círculo Literario Napolitano y del Premio Internacional de Poesía en español, Francisco de Aldana. Ha publicado libros de poesía, entre los que destacan Rosas azules sobre el tomillo perfumado (España), Donde tuve tus labios, Ocultando el Olvido (Miami), Uma so Solidao (Brasil), Brilha sim o silencio con Alvaro Alves de Faria (Brasil). As sombras da tarde (Portugal).