23 Nov 2024

24. POESÍA ESPAÑOLA. JORDI VIRALLONGA

-20 Mar 2021
Poesía

 

LA MUERTE NO ES LA MUERTE, ES UN MUERTO.

 

Salir de casa para encontrar

un camino repetido no es en vano.

 

No te preocupa ser quien pasa,

que el agua llegue al mar,

sino que deje de ser dulce y de ser río.

 

Si pensaras como Rilke la muerte

qué inusual sería morir,

 

pero la muerte no es la muerte, es un muerto,

y habita en el recuerdo de algo vivo,

como un ojo en el salitre de la puerta.

 

 

ANATOMÍA DE LA ESPERANZA

 

Tienes ojos de evadida, trabas

con las piernas la maleta y camuflas

tu mirada en el café del tránsito que asusta.

Si logras no mirar no pasa nada.

 

Huele a pan, a huir del odio

de tu casa, a ofertas de trabajo,

si en metro, línea verde.

 

No ignoro tu belleza ni tu pánico,

nadie se fija en el temblor de la cuchara,

tu sombra baja con el sol hacia las calles.

 

Tu dolor pervierte algo

de este gozo de igualdad civilizada.

Quieres poder y estás dispuesta a todo,

lo han hecho otras mujeres,

pero aún eres la niebla,  escucha,

y la lluvia,

y las diez de la mañana.

 

 

CUANDO DOS SE SEPARAN

-Poética-

 

Cuando dos se separan

alguien se queda sin las fotos,

suele ser quien se queda sin casa,

sin ver cada día a sus hijos,

sin casi todos los libros

sin su mesa de trabajo sin su barrio,

sin el cuchillo del pan.

 

Al cabo de un tiempo vuelves a querer un armario,

vecinos, algo residual,

porque no te acostumbras a dormir

en camas prestadas, a pasar las noches

bebiendo ginebra, echando en falta

a los primeros amigos, las excursiones,

el corte limpio del agua en la garganta,

aquellos desayunos que las madres ya muertas

envolvían con apuro a las hijas felices,

capitanas de una juventud seminal

que no habían de ser como ellas.

 

Quien se aleja prefiere un recuerdo desbandado,

el blues que le amartilla

según diez horas de unas vacaciones

en un momento de la vida que pasó.

 

Cuando te entrenas solo en un campo sin luz,

cuando observas las gradas vacías,

lo que ya no serás aporta un orden a quien fuiste,

y desgarras la nostalgia con los dientes.

 

Siempre hay alguien que quiere salvarte

y te salva muy mal, siempre hay alguien

que no te ha dejado de amar y te arruina la vida,

que jura y rejura que no fuiste tú 

quien marcaste el gol del honor

cuando era imposible ser un poco más hombre.

 

pues quien se queda en casa mirando las fotos,

no quiere que existan los barcos piratas,

las tardes con niños y risas

ni va a permitirse el perdón

ni puede abancar más tierra baldía.

 

Quien se queda te humilla,

pues arruinaste la inercia de la fertilidad

con la retracción del amor

y de los tejidos vitales de la historia.

 

Por eso vivimos desmembrados

con falsos recuerdos y futuros,

no importa que sean ciertos porque a veces

la vida de un pasajero

está en una caja con fotos y llaves sin puerta,

está en resistirse a morir,

por la sensatez que le dio

leer y escribir poesía.

 

 

MÍMESIS DEL ARQUITECTO

 

Quien construyó esta casa

nunca pensó que iba a odiarte

y los niños tendrían sólo una habitación

para ahogar a cuentos y a canciones bajitas

los gritos de sus padres:

que por favor sigan queriéndonos, te pido,

nosotros como si no estuviéramos,

no queremos molestar.

 

Quien levantó esta casa lo hizo a base

de prósperos negocios familiares,

no proyectó refugios para el fajador

que escapaba oyendo el puente

derrumbarse tras de él casi cada día

y sabiendo que el vencedor

se queda con todo al sonar la campana.

 

Es curioso viajar sin que pase el tiempo,

tener veinte años más y que se estreche el camino

en esta carretera aparecida por los faros,

con piedras de repente, lugares

cuyo tiempo es su ausencia de destino.

 

De nosotros queda sólo una casa malvendida.

Los arquitectos no saben de amor,

como tú, dibujan planos

donde sólo permanece

lo que jamás se habita.

 

 

SERES SIN HISTORIA

 

Hablas, siempre hablas

en un rincón, melancólico como un paraguas,

de calles cenagosas con restos de vecinos,

de curas, de Rusia, de mujeres,

de lo difícil que estaba la cosa del joder.

 

Y hablas,

no dejas de hablar con una alegría enjuta

del hundimiento y sus vestigios,

del almacén de pinturas donde hace décadas

las putas recibían a partir de medianoche,

del día que saliste de aquel barrio,

del hombre que pensaste que algún día

llegaría a ser el hombre que piensas que eres tú.

 

Nunca empiezas ni terminas,

como una mercancía sin demanda en un estante

prosigues lo mismo que tus abuelos cebados

el día del nacimiento de Cristo, de la patria, del tuyo,

de uno u otro modo, siempre hablas de ti.

 

Pero pasa el tiempo,

pues no siente que hayas construido el tuyo,

es más cruel que las ruinas, aunque no lo procura.

Al tiempo le da lo mismo lo que seas

o cómo o a quién amas o qué mierda quieres olvidar.

 

Recuerdas para ser recordado, supongo,

para que tus amigos te conserven, reconstruyan,

y tus nietas, mezcladas con los nietos de otros,

que conocerán en un semáforo o en un bar,

se pregunten, sin cariño ni malicia,

quién es el tipo enclenque de la foto con la boina del Che,

y entonces estarás más que clínicamente muerto

–lo mismo que ellos no mucho después–,

ni sabrán que deseaste toda tu vida

ser la letra de unos versos de Jacques Brel.

 

Aun así, serás una inquietud,

barro esparcido en versos secundarios,

no tú exactamente,

un viento que levanta el polvo y te adelanta,

y es así que entrarás en la historia

lo mismo que nosotros,

en la historia de los seres sin historia

 

 

Jordi Virallonga (Barcelona, Cataluña, España, 1955) es poeta, ensayista, traductor, antólogo y, en los últimos treinta años, profesor en la Universidad de Barcelona. De entre sus premios literarios, el más importante para él fue el primero, el Ciudad de Irún, por el libro “Crónicas de usura”. Sus últimos poemarios son Incluso la muerte tarda (XLVII Premio Hermanos Argensola; Visor, Madrid, 2015) y en catalán Amor de fet (XX Premio Màrius Torres; Pagès Editors, Cataluña, 2016).

 



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