FIRST SERIES
HENRI ROUSSEAU RECUERDA
a Yadwigha (Andrés Salmón)
Yo te vi
en una selva del futuro
rodeada de animales
y un helecho.
Había dos leonas
y el estrecho tronco de un árbol,
viejo, pero puro.
Recostada en el rojo
satisfecho de tu diván,
soñabas en el muro de un día,
que era como el claroscuro
de una noche;
soñabas en tu lecho
la selva de oro
donde los leones
sueñan con las leonas
y las pavas reales
se divierten con su gallo;
Yo te vi en una selva
de espadones verdes,
bajo el olor
de las guayabas,
andar en sueños
huir a caballo.
DOS POEMAS SOBRE EL REFRIGERADOR
1
Mi refrigerador
es muy pequeño.
No le cabe ni un conejo
ni un salmón;
tampoco acepta
una flor
del Japón
ni siquiera permite
un blanco sueño.
Pero yo puse en él
mi corazón,
hice a un lado
el ojo pedigüeño,
rompí todos los platos
y su dueño el diente
y me perdí
con mi ilusión.
Ahora, ahí me encuentro,
en una luna
donde los lobos corren todo el día.
Cuando me ven,
mueven su larga cola.
No puedo creer más
en mi fortuna.
La onda fría del hielo
lanza su ola
en esta Alaska eléctrica y baldía.
2
Mi refrigerador
está dispuesto a recibir un brazo,
un corazón,
una cabeza grande
y un pulmón
y hasta la fina oreja,
que no he puesto.
Pero tú ¿qué te atreves a poner?
¿Pondrías
tu bellísima mirada?
¿La arriesgarías?
¿Tu pirueta de Hada
la pondrías a un lado
para ser?
A lo que me refiero es ser conmigo:
andar la rapidez de un avestruz,
sentir la sed
de un galgo
tras los osos.
Me como un higo
y juego a mi enemigo,
pienso en tu boca
y caigo en otra luz,
te oigo y vuelvo
a tus brazos minuciosos.
MUTILACIÓN
Si pudiera quitarme alguna parte del cuerpo
cortaría sin ninguna duda los brazos.
Puedes ver la luna
sin los brazos,
también puedes mudarte
de habitación sin ellos.
Hay mil y una buenas razones
para despojarse de los brazos incómodos
y darse tiempo
de perseguir otra fortuna.
Sin brazos
ya no toco tu cadera,
sin brazos
no deseo desvestirte
y tus pechos maduran sin mi mano.
Sin brazos
me da igual
tu cabellera
y no importa
si tienes ganas de irte
al Acapulco de un país lejano.
MELANCOLÍA
Anoche comprendí
que no tenía lengua ni boca
cuando te encontré.
Desde mi oscura silla
me quedé mudo
viendo correr
el bien del día.
Pensaba: cómo
acariciar tu pie,
cómo mirar
de nuevo la alegría que vi
en la red de tu melancolía,
una alegría donde te pensé.
Pensaba: si me arranco un dedo,
lo uso de oreja
para oír todas las cosas
que suben en tus ojos
y en tus trenzas.
Y ahora te oigo
en el iluso huso de las horas
y escucho el peligroso sonido
de las rosas
cuando piensas.
Víctor Manuel Mendiola nació en la Ciudad de México en 1954. Ha publicado, entre otros libros: Vuelo 294 (poesía); Tan Oro y Ogro (poesía); Xavier Villaurrutia: la comedia de la admiración (ensayo); El surrealismo de Piedra de Sol, entre peras y manzanas (ensayo); El ángel que acompañó a Tobías. La suave Patria de Ramón López Velarde (ensayo); y El viaje inmóvil: Primavera indiana de Carlos de Sigüenza y Góngora (ensayo). Fue becario del Centro Mexicano de Escritores, bajo la dirección de Salvador Elizondo y Juan Rulfo, y del SNCA. Desde hace cuarenta años es editor de Ediciones El Tucán de Virginia. Obtuvo el Premio Latino de Literatura 2005 por el libro Tan oro y Ogro y el Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2010 con la novela 4 para Lulú, publicada por Alfaguara. Actualmente escribe la columna “Poesía en Segundos” del suplemento Laberinto del periódico Milenio. Recientemente publicó los libros Tu mano, mi boca. 54 variaciones sobre un plato (DGP) y La bruja (Ediciones el Milagro).