FIRST SERIES
LO BROTADO
La contemplación es la ley que la belleza lleva consigo.
MARÍA ZAMBRANO,
El espejo de Atenea.
A lo lejos, sobre un horizonte
de espigas de oro,
saltan los relámpagos.
ANTONIO COLINAS,
Pastor de ruinas bajo la tormenta.
Vino con los ojos arreciados por su Dios
como si la borrasca de los tiempos
se hubiera arropado ahí entre su temporal
Las imágenes de la transparencia
asediaban su entendimiento
y liturgias añejas de entonación escarchada
iban incinerando la ventisca de su ornato
ni la mudez bastaba para comprender
el peso del mundo que se incrustaba en su piel
como si los granos de sal
que cristalizaron la figura de la más querida
escondieran en su iridiscencia
la cifra inscrita en el tronco del olivar
cuyo símbolo encontrado en los angostillos
le indicó la ruta de vuelta al cobijo
como si en su resina resquebrajada
se testimoniara la insidia
de los tantos que se abrazaron
para dar lugar a su nacimiento
y ella
paria entre las parias
hubiera tenido que surcar el mar y su anchura
para descubrir que no se es nada
porque hasta hojas y riscos
son macerados en su materia
hasta borrar su existencia.
Detrás del centro y la periferia
el velo de una ciudad
en los pilares deslavados de su templo
Martes que no jueves
del que no tengo imagen alguna
y llueve
legendaria lluvia
que seduce la lisura de las peñas
y pregona en sus aguas
el horror
que habita lo umbrío
y quisiera que con un chasquido
la luminosidad ahuyentara su viento plomizo
pero su dentellada planta marca en el húmero
mientras París en aguacero despide a Vallejo
y redoblan las campanas
por un verso y un muerto.
Duermevela
que despierta el entendimiento de lo oscuro
desgrano la sed del poema
Me moriré en París…
mientras el ritmo de tu respiración
acompasa el naufragio de la razón
Duermes de modo quedo
sin alterar el gesto de tu boca
un día del cual ya tengo el recuerdo
como si se naciese con la impronta de lo vivido
y anduviera uno renqueando por los días
tras la forma proyectada en el lienzo
como si fuera mordedura de lo oculto
o zumbido azuzando para ganar la batalla
de apurar el elixir del deseo
y ahuyentar el resquemor y lo sórdido
y alcanzar finalmente puerto
Y vuelvo a decir antes del antes
y sonríes como si en tu sueño
este cuarto y esta casa y el limonero y los parajes
olvidaran sus hebras en mi enlumbre.
Y leo y releo y me abismo en lengua de pájaro
de tanto buscar el trasiego del regreso
pero de haberlo no lo hay en las frases que aprendo
al deletrear el silabario en el cuaderno de línea recta
que no aprecia la reciedumbre del vericueto ni el espejismo
que despiertan los demonios del mediodía
cuando el sol injerta su demencia
en la fiebre macilenta de los poseídos
y delira el enfermo como delira la suplicante
que encuentra la roca insurrecta de la inmolación
o la zarza ardiente grabada en la rastra de un monte
que aún existe en la agudeza irredenta del lector
que al dudar del azar se adentra en el versículo
para ser incendiado por lo que no se nombra
no por querencia sino por cautela
ante lo extraordinario sólo queda el balbuceo
y ha quedado ahí el escriba tirado en el pedregal
rastrillando el abecedario de relatos que se le confunden
ni Vallejo ni Diótima ni Platón ni Juana
ni Kavafis ni Teresa ni Dante ni Concha
y yo cómo digo ahora esto que pasa
cómo te digo de este verso que me taja.
Azul.mar
en la lontananza el azul
Tardé muchos años en llegar
porque llegar siempre
ha sido un camino largo para mí
Arreciada por la vida tardé en poder
simplemente en poder subir la cuesta
para atrapar el mar
como si toda su gramática
y su no saber
cupieran en mis manos
y la voz que proviene de esa cisura
de ese arcano
tampoco es albo en su claridad
sólo aquí
lejos
no importa el haber repudiado lo entrañable
ni lo yermo que enaltece el fracaso
porque lo inmenso
requiere la soledad que se es
el vacío socavándose
el desamarrarse
para ser arrasado por la brasa del verso
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
De Aliento (2017).