El equipo de Nueva York Poetry Review lamenta el fallecimiento del gran poeta español, Justo Jorge Padrón. Celebramos su vida y su obra con una selección de sus poemas por Javier Alvarado.
La obra de Justo Jorge Padrón (1943-2021) posee la certidumbre de la claridad y el sosiego de captar la esencia de las cosas sencillas, de los actos vitales, del pensamiento, de las acciones, en un depurado ejercicio con la alineación de los versos, como quien construye una constelación con guijarros y follaje. Un poeta nacido en Gran Canarias y víctima de la pandemia que azota a nuestra humanidad, se va con un legado esplendente, con el cual obtuvo numerosos premios a su trayectoria como el Gran Canarias de Literatura, Premio Europa de Literatura, Gran Premio Internacional de Literatura de Sofía, Premio Orfeo de Bulgaria, Premio Internacional de la Academia Sueca, Premio de la Asociación de Escritores Suecos, Medalla de Oro de la Cultura de China, Corona de oro del Festival Internacional de Struga, Premio Blaise Cendrars, Premio Internacional Nichita Stanescu y el Gran Premio de Poesía Senghor.
Estamos pues, ante un poeta multipremiado y reconocido; el cual iluminó e:
Ilumina la palabra sol
cuando la escribe.
EL POETA
Ved a este hombre ignorado, ése a quien se desdeña
por el don esencial de su palabra.
El que ama la belleza como a la libertad
porque ambas son la fuerza de su fuego.
El que contra el poder injusto se rebela
ejerciendo su grave disonancia.
El que ilumina la palabra sol
cuando la escribe, y cuando dice pájaro
el aire es una ráfaga que canta en la maleza.
El que hasta el límite su verso pule
como labrado acero por defender la vida
de cuanto late y crece y vuela y sueña.
El que escucha los mundos lejanos de su mundo
y absorto nos trasciende un nuevo espacio.
El que rompe las trampas de la pena
y la esclusa de toda agua estancada
por adentrarse lúcido en su fosca planicie.
Ese mismo que un día abre una grieta
hacia la muerte para nunca ser
un guijarro atrapado en el muro del odio.
¿QUIÉN ERES TÚ, PALABRA?
¿Quién eres tú, palabra? ¿Qué persigues?
¿Qué susurro deslumbras en mi herida?
Te escucho y no te alcanzo. Te espío en mi zozobra.
Acaso eres un astro diminuto,
el sueño de una piedra en el agua dormida
o la luz desterrada de la escarcha
tras un viento apacible que se esfuma.
En mí te voy buscando, cayendo como un ciego
dentro de ti para palparte y verte
con el tacto y la calma, para escapar contigo,
distante de lo ingrávido o lo inmóvil,
muy lejos de ti, muro, y de ti, tiempo avaro.
Fúndate en mí, palabra, horada mis pupilas.
Quiero oír en tus frondas la canción de la niebla
y edificar contigo el latir de la magia.
DE UN GATO NOSTÁLGICO
Era mi gato un sabio ensimismado.
Distinguido y gentil, parsimonioso,
como si el día fuese el umbral de su reino,
fluía hacia la noche en su sombra de lujo
con la inmortalidad brillando en las pupilas.
Fue un delicado amigo, afable siempre
a cualquier sugerencia de mis gestos.
Al acostarme, libre ya de mi compañía,
subía a la inquietud de la azotea
para ver la gran luna y las constelaciones.
Así, noche tras noche, perseguía un misterio,
noche tras noche oía el latido de plata
de una extraña presencia que le traía el aire.
Era un canto sensual, un leve trino,
música de otro tiempo o quizás de otra vida
que apenas recordaba, de cuando fuera pájaro.
Qué nostalgia del aire, que ardor de ondas celestes,
de vuelo azul y cegadoras plumas.
Volvió a soñar en ser fugaz estrella,
fuego verde en la estela del relámpago.
Ebrio de luz nocturna y de espacio absoluto,
vibrando en el abismo sorprendido,
se marchó a vivir dentro de la canción de un ave.
RITUAL DE LOS ESCLAVOS
Dame lo que no tienes, pero que es tu esencia,
acaso ese deseo tan íntimo y prohibido,
lo más tuyo: tu entrega y tu renuncia.
Todo lo que has de ser cuando tu plenitud
alcance el porvenir que ha madurado
como un dorado fruto por la luz del otoño.
Tal vez la noche tersa nos reúna
para que conozcamos el mal de lo difícil,
el daño indivisible del amor,
en donde al fin podamos existir
en el tenue esplendor con que la vida
nos elige y nos mezcla fatalmente.
Por eso yo te pido que con firmeza cumplas
el acervo ritual de los esclavos:
cambiar la libertad de la esperanza
por el ansia que juntos nos apresa.
ALGO INVISIBLE FLUYE A NUESTRO LADO
Acaso despedirse de la vida
sea contar las veces que nos quedan
por habitar las cálidas costumbres.
Quizá estas tibias cosas cotidianas
ofrezcan las imágenes de lo que un día fueron:
encuentros soberanos con la luz
o con ese misterio fugaz de la hermosura,
la voz de una mujer, aquel poema,
cierto instante encantado del crepúsculo,
cuando el aire se incendia en los balcones
y el valle como un cuento se duerme en sus palabras.
Algo queda latente en nuestros labios,
un gozo, una inquietud ante lo impronunciable,
y la brisa remonta la torre del jazmín
y susurra leyendas de amor y de nostalgia.
Algo invisible fluye a nuestro lado,
el delirio estelar, la música del cosmos
palpitando en su espera deslumbrada.
EL SUEÑO DE SUS SUEÑOS
Soñaron con el único tesoro
que alguna vez podría deslumbrarles:
ser el uno en el otro enteramente,
tornarse indestructibles para el tiempo y el mundo.
Anhelaron forjarse con poderes telúricos,
mitad árbol y viento, mitad tierra y hoguera,
y el soplo de la vida navegó por su sangre,
surgiendo vigoroso de la luz
de sus cuatro pupilas hechizadas.
El sueño de sus sueños fue el haberse encontrado,
porque desde ese instante, solitario y raigal,
se hicieron alma y sombra de un amor indeleble.
RESURRECCIÓN
En mitad de la tarde soy un muerto cualquiera,
y el deseo una duna que se extiende
en su propio destierro, en su alberca sin ondas.
Por no querer saber no sueño ni el paisaje,
desoigo el territorio que disecciona el rayo
como si fuera el esqueleto en fuga
del espejismo, piedra que ancló bajo el silencio.
Todo cambia en la noche. Las estrellas resurgen
de poliedros fúlgidos. Son despiertos felinos
rasgando con vehemencia un sol que se hizo sombra.
La sed se pone en pie, con metáforas crece
en la alta arboladura del corazón profundo.
Aquí canta el enigma de los bosques,
el círculo que afiebra tu cuerpo con el mío:
esbelta pleamar de los sentidos plenos,
ebriedad y delirio de la resurrección.
Justo Jorge Padrón nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1943. Fue secretario general del PEN Club Español de 1983 a 1990. Dirigió la revista internacional plurilingüe Equivalencias. Ha dado conferencias y lecturas de sus poemas en más de sesenta países. Ha publicado quince libros de poesía, cinco antologías, y veinte libros de ensayo y traducción. Su poesía ha sido vertida a treinta y siete idiomas. Ha ganado, entre otros, los premios de poesía : Europa de Literatura 1986, en Yugoslavia: Gran Premio Internacional de Literatura de Sofía en Bulgaria en 1988; Premio Orfeo de Bulgaria en 1992; Premio Internacional de la Academia Sueca en 1972; El Premio de la Asociación de Escritores Suecos al mejor libro de poesía europea de 1976 por Los Círculos del Infierno, obra ya traducida a 22 idiomas; Medalla de Oro de la Cultura China, 1983; Medalla de oro de Bruselas de 1981; Corona de Oro del Festival Internacional de Struga de 1990 en Macedonia por el conjunto de su obra poética. En 1994 obtiene el Premio Blaise Cendrars de de los encuentros Internacionales de Suiza; en 1996 el Gran Premio Internacional Nichita Stanescu de Rumania. En 1982 organizó y presidió el Sexto Congreso Mundial de Poetas en Madrid, en 1992 el Festival Internacional de Garachico en Tenerife; desde 1996 dirige el Festival Internacional de Poesía de Las Palmas. Muere el 11 de abril de 2021.