18 Abr 2024

231. POESÍA ECUATORIANA. SARA MONTAÑO ESCOBAR

-16 May 2021

 

ENSEÑANZA 9

 

Me duelen los versos

que no escribo

las dedicatorias

a rostros invisibles.

Descifrar la tristeza

de la metáfora de nieve

intuir la irrevocable

tarea del absurdo

en el poema.

Entonces

enciendo la lumbre

caliento la leche

para perdurar

en el olvido.

Menguar el pájaro de sangre

que me acecha

en cada figura de pan.

 

 

ENSEÑANZA 13

 

Un hombre mira al horizonte

en el vientre de una rana.

Un hombre señala el límite

en la lengua de una mosca.

Un hombre observa el vacío

desde un vaso.

Un hombre para salvarse

requiere la firmeza

de la mantequilla

la benevolente dirección del clima

y la correcta perspectiva del observador

que contará su historia.

 

 

ENSEÑANZA 39

 

Ya no decir

solo mirar

y que la escritura

nos sobreviva

como un acto de derrota.

(Del poemario Enseñanzas, 2019)

 

 

MADRE,

la noche es una navaja que corta mis heridas.

Hice crecer animales deformes con mis huesos.

He matado a mi padre cuando fue niño.

Te liberé a ti cuando fuiste niña.

Y a mí, me metí en el mismo cuarto

porque siempre quise que seas tú,

tú la que me salves.

Entonces

aprendí

que las madres

no quieren ser dioses.

 

 

MADRE,

no siempre estoy triste.

No siempre las mariposas son sarcófagos de mi vientre.

No siempre el sol es un alambre eléctrico en mis intenciones.

A veces, escarbo mi nombre oculto en la tierra

y me llevo a un perro muerto como compañía.

Sonrío mostrando los dientes, que son de lobo viejo

que devoró a su manada, como subterfugio de supervivencia.

No siempre soy concha frígida que busca a un hombre.

Soy lirio abierto y lloroso que usa sus dedos

para descomponer al mundo en la psicodelia del amor propio.

Apunto flechas en contra de los árboles

para enseñarles que la humanidad puede destruir

/todo lo que no le duele/

No necesito que nadie me sane.

Todo cabe en el límite superficial de nuestras manos.

Si abres mi costado derecho, un animal salpicará tus ojos

con la sangre que consume de su mano.

Si abres mi costado izquierdo, una niña enseña a rezar

a un dios muerto de miedo.

La muerte exhala en esa vena y yo le inyecto clonazepam

para que siga pretendiendo su delirio de vida.

No siempre estoy triste, madre.

También puedo contabilizar mis óvulos

y parir el gesto cotidiano de la felicidad

casi como un aborto espontáneo.

Como un orgasmo que llega al rozar muy fuerte

una mano perdida en el transporte.

Después de todo, la felicidad

consiste en soportarse cotidianamente.

Se trata de entender que todo cabe

en el equinoccio y el ritmo circadiano

de la vagina.

(Del poemario Conversaciones nocturnas con la sombra de mi madre,  2019)

 

 

Sara Montaño Escobar (Loja-Ecuador, 1989). Licenciada en psicología general. Poemas publicados en revistas y fanzine nacionales e internacionales. Relatos publicados en la revista impresa Kinkies (México) y en el libro cartonero “Pasaporte” (Dadaif Cartonera, 2017). Consta en las antologías Sensaciones oníricas (2017), Liberoamericanas-80 poetas contemporáneas (2018), Exilio y otros desarraigos (2018), Alas púrpuras (2018). Colaboradora de la revista internacional La Ninfa Eco, Bitácora de vuelo ediciones y de la revista el Humo (México). Publicó la plaquette Génesis de ausencia (2017), La ruta del espejo (2018). Poemarios publicados: Enseñanzas (2019) y Conversaciones nocturnas con la sombra de mi madre (2019). Recibió mención de honor en el Festival de poesía Ileana Espinel Cedeño.

 



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