CUERPO, TE ESPERO, CUERPO
Así tenga que hacer de mi cuerpo una hoguera,
así tenga que convertirme en estrella,
así tenga que contemplar la penumbra,
y quedar inoculado en un incendio,
así tenga que dialogar con la partícula más pequeña,
y tenga que emprender un paseo
sobre un carruaje de veneno:
cuerpo, te espero, cuerpo.
Podré ser puente y mensajero de tu nombre,
baldosa en la oscuridad que me habita,
mano muda de la otredad que me auxilia,
mano seca,
mano rota que respira por mí,
que me hereda el silencio y el miedo,
que me deja, por momentos, sin cabello,
contemplando en el espejo la derrota:
cuerpo, te espero, cuerpo.
Así tenga que crecer como la noche
con el tiempo de la mano que me sobra,
así tenga que montar sobre febrero,
convertido en un cristal de madrugada,
quebradizo como el rocío.
Al punto vespertino de las seis
con la corte de cáncer despertando,
murmurando entre timbres mezquinos,
caídos de la estrella más lejana:
cuerpo, te espero cuerpo.
Y así tenga yo que enmudecer,
apagar la voz de las constelaciones
y el canto de Luzbel que me ensordece.
Y así tenga que regar una flor de odio
sobre la triste pradera de un hostal
y que dentro prospere en sus retoños,
apareciendo a deshoras enterrado,
interrumpido con la gloria herida,
arrastrando los pies entre obsidianas:
cuerpo,
te espero, cuerpo.
Un poema de tres, sobre el príncipe cáncer del Mayor Sabines
CARTA A UNA ORQUÍDEA
Querida Orquídea:
No sé vivir otras vidas sino la de remolinos y truenos. Cuando me escribes sobre ramas tranquilas no entiendo tus cartas. Sé que llevas años pidiéndome que regrese a Solferino, para volver a ver ese ceibo enorme donde me conociste. Aún no he terminado de trabajar de entre las olas y un terremoto. Sé que te asusta si te cuento cómo se siente, pero si estuvieras aquí lo creerías. Sé también que te he dicho eso miles de veces, lo lamento, no entiendo de otras cosas, tú lo sabes. Te prometo que regresaré tan pronto como concluya mi siguiente labor: Iré a ver cuánto quema el Sol.
Será la última tarea que acepte por el momento. Ya comienzo a extrañar cómo sueñas, las noches y los días arriba de la rama del ceibo, recorrer nuestro pueblito Solferino en tres pasos, reírnos juntos y dormir abrazados.
Por siempre tuyo,
El Rayo
De El jardín del deseo
Por 1900, Lucía Zarate fue la mujer más pequeña del mundo. Fue mexicana. Nació en Veracruz, en el Agostadero, muy cerca de la zona arqueológica de Cempoala. Fue la primera persona identificada con un tipo particular de enanismo, quedó registrada en los Récords Guinness de la época. Lucía sobrevivió a los pocos pronósticos de vida que le dieron los doctores y, de muchas formas, fue exhibida como figura exótica, tanto en exposiciones como en circos.
En las pocas fotografías que perduran de ella, se le nota triste. No se sabe si tuvo algún novio o si conoció el amor.
Este poema fue creado 200 años después, para que, en la imaginería de alguien, fuera amada.
SUITE DE LUCÍA ZARATE
I
Yo amo a Lucía.
Contemplo sus manos imperceptibles detrás del tambor en donde me oculto.
Veo su majestuosidad al salir de la jaula, pero me las ingenio también estando dentro.
Guardo mi cuerpo hollinado con el lucero de la mañana, cansado ya.
Lo oculto entre las guadañas que cortan la tarde,
entre las figuras que bailan detrás de la carpa del circo.
Es ahí cuando más amo a Lucia. Al hundirse la luz detrás de su silueta,
porque salgo de mi jaula y no me ve.
II
Amo a Lucía con la toda la sangre que soy capaz de derramar.
Asumo el castigo de mi cobardía pero me gusta la mujercita de medio metro.
No es casualidad si uno tiene como voz un mal aliento, requemado.
¿Cómo hablarle al oído sin freírla?
¿Al oído cómo hablar sin lastimarle?
A esos frágiles oídos que protestan del cabello alimonado,
oídos que no me oyen porque los quiero y no lo saben.
III
Imagino a Lucía con las velocidades del silencio.
Rostro eternamente suyo y siempre triste.
Quiere una mirada que la deje más roja que un pellizco.
Imagino a Lucía con sus vestidos,
detrás de donde me oculto por las noches,
pequeños también como sus formas,
elegantes como joyas de su clase y carteles en los que aparece.
IV
Lucía casi siempre está interrumpida en una silla.
Apenas parada. Apenas Lucía. Apenas la silla para ella.
No sabe nadar y cruza naturalmente océanos, lagos y esteros.
Flota sobre los fragmentos de cielo negro,
eternamente triste como el rostro suyo,
eternamente bella como pies descalzos,
fría como la hoja que endurece el rocío que se aproxima
y como sus pies desnudos sobre la silla,
fría pero bella como lo que deja ver su vestido detrás de ese miedo suyo,
belleza que no soy capaz de prender más que con una mirada
detrás de la puerta entrecerrada de su camerino.
Lucía está angustiada más de lo que le veo en todo momento.
No existen zapatos de tacón para sus delicados pies de galleta.
V
Una sola horma hace sentir mujer a Lucía,
la horma del zapatero del Agostadero.
Él sale a pescar vacíos todas las mañanas.
Vacíos y sombras.
Las mismas sombras que lancé al mar pidiendo sus zapatos.
Y esa misma bestia que espía al otro lado de Lucía los consiguió.
Los forró de cariño con aliento a quemado.
Cariño que recorrió sus muros de madera,
sus muslos y su vientre por las tardes,
sus piernas para abajo y sus talones
hasta formarle una sonrisa de tela fina.
Pero llegó el alba y se hizo bulto en la misma jaula en la que habito,
sin pedirlo,
porque no me alcanzan las palabras para amarla a su manera.
Lo lamento, no me sale la vida de otro modo.
El tragalumbre
De Crónicas de un Alebrije
Carlos Wilheleme es poeta, narrador y traductor. Ha sido dos veces becario de CONACULTA en la categoría de dramaturgia con las obras "El Payaso" y "Las Aventuras de Kalim". Premio estatal de poesía Quintana Roo. Ha sido publicado en las antologías Toco tu boca, Girapoema, 40 Barcos de Guerra, Poemas en Flor y Antología Célebre del Estado de Guerrero, México. Es traductor y adaptador de guiones para doblaje de voz de películas y series como El Señor de los Anillos, Los Tudors, El Niño y la Bestia, Outlander, Los Pilares de la Tierra y Power en otras. Algunos de sus poemas han sido traducidos al italiano y al portugués. Tiene publicados los poemarios El Jardín del Deseo y Aroma de Cabello. Está por publicar Crónicas de un Alebrije. Es miembro fundador de La Academia Literaria de la Ciudad de México y curador de la revista Ablucionistas.