ESTOY VIEJO
me pesan los años
y mis botas
ya no soportan tanta juventud.
Hace días envié otra carta
en la que te contaba sobre el bosque
y el rostro del muchacho
que a diario se confiesa con los árboles.
Mi juventud pesa como pesan los años en los libros de Historia,
pero leo tus cartas
y llega marzo preguntando por julio
y yo respondo que tu cuarto sigue como antes,
asido al espejo interrogando mi rostro.
Te nombro de noche
y se encienden las palabras
y me contás que los domingos
son como flores en el desierto
y que ni la poesía puede derrotar a la lluvia.
Pero este día de agosto es lunes y todo
sigue oliendo a domingo:
—ahora llegás a casa
y preguntás por esos libros con que la filosofía
enseña a vivir a la Historia.
DE LAS PREGUNTAS QUE SUCEDEN EN LA NOCHE
Tirado en la cama, con los libros que jamás leeré,
tus cosas, tus pantalones sucios,
y las sombras de tus manos extendidas en mi espalda.
Llevo tiempo inventándote un cuerpo, un rostro,
y la soledad tan aprehensiva en estos días de invierno,
en estos días en que la ventana de mi cuarto
se agita con el fragor de la lluvia.
Y te nombra. Y te busca; y te persigue hasta esa cama
donde sofocás al sueño con el calor del incendio —al calor
de una ciudad quemada como Managua.
Esta noche dormiré inventándote,
buscando tu boca en otra boca.
Buscando tu cuerpo en otro cuerpo;
y viéndome dormir mientras seguís leyendo,
y te preguntás, una y otra vez,
¿qué sentido?, ¿qué guardan
las tupidas páginas de la Historia?
Solo esa doble tuya tendrá la respuesta
—la mujer que todas las mañanas se desdobla
mientras se alista para llegar puntual al trabajo.
EPITAFIO DE UN JOVEN CARTERO
Es locura vivir sin la sonrisa.
Czeslaw Milosz
Aquí yacen los restos del joven
que nunca vio la sonrisa
petrificada en el polvo.
Entregó tantas cartas
que nunca nadie respondió
a sus remitentes.
Ahora que usted lee la última
y sabe que su soledad
fue honda y ancha:
—Corresponda
y confirme a la muerte
la compra de su boleto
en esta vida,
antes que le sorprenda el día
sin haber hecho nada.
LOS FALSOS SECRETOS DE LA MUERTE
La muerte: una niña
perdida en Madrid,
—es ingenua, tierna
y melancólica.
No sabe perdonar
pero dice estar enamorada
del chico que simula
morir en las cursivas líneas
de este poema.
No comprendo el porqué
del empeño
de los hombres malos, piensa
y casi sin fuerza
se envuelve en las sábanas
de una camilla
cuando escucha en la radio
la noticia de una mujer asesinada
en Ciudad Juárez.
En este suburbio rural
no se escuchan noticias como éstas, advierte.
Hay noches en que sonríe a la tristeza
—le avergüenza admitirlo—
pero no es ella quien sufre,
sino la niña de la televisión
que fue violada por su padre.
Esta vez
no seré humana con ellos, vacila.
Se toma un vaso con agua
y con las manos a ciegas
en los bolsillos de su overol
emprende su nuevo camino.
Mañana será otra niña muerta
y la mano que la invocó
será el homicida prófugo
de la página en blanco.
(De Viaje al reino de los tristes, Centro Nicaragüense de Escritores, 2010)
Mario Martz, (Nicaragua). Ganador del Certamen Nacional del Centro Nicaragüense de Escritores (2010). Magíster en escritura creativa de la Universidad de Texas en El Paso. Invitado a la Feria Internacional del Libro de Frankfurt 2016 y Feria Internacional del Libro de Guadalajara (2017). Parte de su obra ha sido publicada en Sin mayoría de edad (México, 2019), Nuevo cuento centroamericano (Francia, 2018), Queremos tanto a Claribel (España, 2014), Resistencia en la tierra (Chile, 2014); Instantáneas de Centroamérica (México,2013) y Los 2000, autores nicaragüenses del nuevo milenio (Managua, 2012).