VI PREMIO NACIONAL DE POESÍA TOMÁS VARGAS OSORIO 2021
Veredicto del jurado
Después de haber leído con detenimiento las 20 obras preseleccionadas, de las 106 que se presentaron al concurso, el jurado de la sexta edición del Premio Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio 2021, conformado por Camilo Restrepo Monsalve (Colombia), Marisa Russo (Argentina) y Francisco Trejo (México), resolvieron lo siguiente:
Los países subterráneos, firmado con el seudónimo María Laguna, es el poemario merecedor del Premio Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio, por los valores literarios que reúne, pues se trata de una propuesta de incidencia, frente a lo que el autor o autora concibe como la tradición poética colombiana, enraizada en un libro que muestra un conocimiento profundo de la misma. En esta obra, hay el atisbo de una nueva forma de llegar al poema y a su sustancia, partiendo de una meditación constante acerca de la colombianidad –arraigada en lo culto y a su vez en su desprecio– que niega con su propio ser aquello que ama, mientras lucha por irrumpir en su campo. El libro, sin llegar al utilitarismo del panfleto y eludiendo hábilmente el retoricismo, se destaca principalmente por los diversos registros de lenguaje, de los que se vale para expresar la asentada situación de violencias que el país experimenta desde hace varias décadas. Estamos, entonces, ante un conjunto de poemas en los que las formas del lenguaje popular son revalorizadas por una conciencia que las eleva, al comunicar su visión de una patria sangrante y mutilada.
Mención de honor y propuesta editorial
En cuanto a Los desiertos del hambre, del seudónimo Facundo, el jurado decidió otorgarle mención de honor y recomendar su publicación, al tratarse de un poemario que cristaliza una visión personal del país, presentada a través de imágenes que, por su dura belleza, conmueven al lector y lo sumergen en atmósferas cargadas de desolación. Sentimientos de zozobra y melancolía, ambos muy propios de gran parte de la joven poesía colombiana, recorren estos versos y tejen una fina tela que resiste el peso de una patria fracturada. En este libro que demuestra una amplia consciencia social, sin por ello perder el tono lírico, el autor o autora se convierte en una suerte de testigo y cronista que registra los estragos de la barbarie y ofrenda sus visiones para ayudar a construir la memoria de su pueblo, tal y como sucede en un corpus importante de obras escritas en el contexto de la poesía colombiana contemporánea.
Una vez que se dieron a conocer los títulos de los libros, los organizadores del concurso procedieron a abrir las plicas correspondientes, con los siguientes resultados:
El libro ganador
Seudónimo: María Laguna
Nombre del autor: Damián Hernando Salguero Bastidas
Libro acreedor a mención de honor que se recomiendan para publicación
Seudónimo: Facundo
Nombre del autor: Nicolás Peña Posada
Los organizadores del concurso aprecian, no sólo la cantidad, sino también la calidad de los libros presentados al VI Premio Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio 2021.
Camilo Restrepo Monsalve
Marisa Russo
Francisco Trejo
Breve muestra de Los países subterráneos, de Damián Salguero Bastidas,
VI Premio Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio 2021
V
No me preocupa la muerte,
tampoco me preocupa
dejar de respirar este aire negro,
esta soledad de domingo azul sobre las paredes,
no me preocupa ir por la calle
y morir mil veces este dolor
de ser una bala con los labios calientes.
Lo que me preocupa es mi voz
que se hace carne
y determina mi sexo de flor quirúrgica.
V PADRE
Él hizo proezas con su brazo:
dispersó a los soberbios de corazón,
derribó del trono a los poderosos
y enalteció a los humildes,
a los hambrientos los colmó de bienes
y a los ricos los despidió vacíos
Lucas, cap. 1 51-53.
¿Cómo le explicaré a las altas lomas caucanas
que te pegaron un tiro en la nuca,
que te llevaron lejos de nosotras,
que tu ausencia se transformó en nuestra bandera,
te acuerdas cuando gritabas desde el atrio
que nuestra fe nos salvará de los poderosos?
¿Y qué le diré a las muchachas
cuando se internen en el campo con las manos encendidas,
con los ojos como piedras porque te nos fuiste,
y ahora tu palabra es un templo
que juega con el aire y alegra nuestros corazones?
Miro tu presencia de papel cortando mis dedos
y en mi sangre surge un bosque florido
que canta alabanzas,
y nos dijiste que Jesucristo luchaba contra los poderosos,
y luego escuchamos rumores de que eras un subversivo,
de que tarde o temprano
te iban a matar por ser un rojo de mierda,
y que los curas nunca son comunistas,
que los curas ayudan a los pobres,
pero para que sean más pobres,
y que el cura es amigo del patrón y no del indio,
o del negro, sino del patrón,
y yo que soy pobre india,
que soy madre de dulces niños desaparecidos,
de dulces maridos muertos,
de dulces padre enterrados,
yo que soñaba con un cristo nacido en los páramos
y concebido por las estrellas,
y creí en tu palabra,
y tu palabra fue un cóndor de colores
y fue laguna
y fue frutas,
y fui yo mismita no teniéndole miedo al hambre,
aunque lo sufría hasta los huesos,
y su palabra padrecito fue la flor
en que dormía noche a noche esperando el sol
para salir a pelear por mis tierras arrebatadas,
por mi idioma arrebatado, por mi fe difusa.
¿Cómo le voy a explicar a las madres, padrecito,
que usted se nos fue,
que arrastraron su cuerpo por todo el pueblo,
que arrastraron su cuerpo hasta las ciudades,
que arrastraron su cuerpo
y su cuerpo dejó de ser presencia para ser leyenda?
Dígame padrecito,
¿cómo no llorar los muertos de este difuso país
que arrebata sus propias raíces
y se las traga mientras llora y todo lo olvida?
El Amor no es nada.
(Un sexo de aniones y cationes
resbalando por las vértebras del pasto,
el amor es la definición de un infierno
que no puede ser nombrado)
Pienso en que no vale la pena
escribir después de tus muertes.
me dan ganas simplemente de recordarme solo,
llenarme de huecos los huesos
y repetirme a mismo:
los poemas no son de carne, no sienten
son cuerpos estelares que fluyen con los ríos.
Amor. Mito:
Vuelve a pasar por aquí ese abismo Me sueño Popayán Un terremoto ha sembrado la angustia en el seno de la memoria Tiembla, pero ya no me abraza el terror Esta ciudad ha sido bombardeada Hemos muerto Estamos entre las ruinas pensando que lo peor ya ha ocurrido Miramos las palomas comiéndose el color de los cielos.
Has hecho que los días se detengan, que tengan el nombre de mis miedos. Canté con odio el amor y sus metáforas, todos los sueños de los hombres bajo las ruinas. Esta ciudad ya no existe, ni es blanca, ni es un pozo del olvido Esta ciudad se volvió mi piel, es un ejército de mariposas que mutan de colores cuando los atardeceres se vuelven altiplanos y rocas
Pienso: Moriré en un nido de árboles sin nombres ni raíces Moriré entre los hombres soñando ser una mariposa incendiada con orquídeas en sus escamas Naceré en algún color No puedo detener mi canto, porque mi canción no tiene sonidos, solo tiene en su piel el viaje de la historia. Adiós amor, no podré olvidar tu boca ahora que se me pudren las vocales. He navegado y he imaginado los puertos esperando a olvidar, pero solo quedaron nombres que no me remiten a nada. Estoy cansado de este cielo caucano devorado por la niebla, y de esta casa que nunca duerme De los amores que desaparecen bajo la bruma de estos cielos sudamericanos No paro de escribir sobre una danta con frailejones en su piel Sobre la vida que nunca ha detenido su canto He fugado los poemas esperando a que los páramos detengan las estrellas sobre las lagunas.
En el verde de este cielo quemado por agosto,
veo a los soldados colgados de los helicópteros,
a los helicópteros tragados por montañas
que vuelven al cielo un laberinto.
ES MI MADRE, Y BAJO TU SOMBRA CANTA
Fuimos el sol más brillante que nuestra madre
haya podido imaginar.
Ella nos amó
con su cara llena de mesetas y altiplanos,
con su corazón de páramo,
y sus inmensas manos que parecen amapolas.
Mi madre
soñó mi muerte cuando explotaron los tatucos.
Decidí volverme su voz, su dolor intenso
entre las fisuras de los valles.
Cada sol es la ausencia misma de la vida,
porque el tiempo pasa
con su caminadito astral sin mirar a nadie.
Mamá piensa que somos soles,
pero aquí, en esta esquina de plomo,
de calles largas, hemos muerto.
Somos la sombra a la que le teme el sol.
Mi madre a veces se viste de luna
para llorar esa gente que se ha vuelto semilla
y está bajo la tierra retoñando el olvido.
2
Siento esta ausencia en mi abrazo
tu cuerpo ahora es una esquirla
es barro que se hace polvo y cielo
y tus palabras caminan por esta
ciudad infinita en la que
nunca amanece, en la que
duele la historia musical
de tus dulces años en los fuiste
feliz persiguiendo nubes.
Reestructuras las formas de la ausencia
vivir sin ti es no vivir el canto del
alegre sol que construye esta
catedral vegetativa que supone
tu sonrisa presente, y este
espacio que tu nombre llena
aliviando un poco el dolor de haberlo
perdido todo, incluso la lengua.
El subterráneo camino que conduce
al olvido, la enumeración de salvajes
lagunas que se transforman en profundas
estrellas, la última sonrisa
que vi en tu cara de colibrí sediento,
todas esas imágenes están tatuadas
en todo mi cuerpo, la imagen de
de tu imagen transformándose en una
abeja construyendo colmenas submarinas,
y está en mi frente dibujada. Toda imagen
hoy hace latir este corazón de apiario.
Quisiera detener este poema de largos años
pero es tarde porque
el Cauca empezó a quemarse,
el Cauca en llamas es una larga
historia de personas que desentierran
a sus amados y escriben sus
nombres para que nunca nadie
los vuelva a olvidar.
Damián Salguero Bastidas (Pereira, 1990). Escritor y artista escénico circense. Co-fundador del grupo literario la Silla Renca. Licenciado en Lengua Castellana y Literatura por la Universidad del Cauca. Ha publicado en diversas antologías locales y nacionales. Actualmente vive en Popayán.