09 Dic 2024

281. POESÍA COLOMBIANA. CARLOS VELÁSQUEZ

-30 Ago 2021
Poesía

 

ES DE TONTOS EL REGRESO

 

A Carlos E. Aguasaco

 

Las cenizas de tu linaje

fueron barridas por una tormenta

colosal como la muerte

y ese dolor te acompañará

más allá de tu memoria

 

Qué de lo tuyo

quedó en la espera

no habrá juicio eterno

que devuelva los cimientos

que la tibieza de tu saga

sembró algún día

Ya ha acabado todo

y si regresas

no será al solar de juegos

ni a la morada

que hubo de guardar los aromas

de tu infancia

 

Es de tontos el regreso

cuando el camino fue borrado

y la tarde tiene el plomo

fincado en el horizonte

y ya no será más

 

Deja que tus latidos

busquen el eco

en la lejanía

pues no hay sitio que te espere

y el compás del mundo

enloquece

con el clamor de ausencias

que los muertos

aúllan en las noches

 

No has de regresar

Ni siquiera

has de repetir la travesía

que hubo de borrar las huellas

sin despedida

la encrucijada

se plantó a tu espalda

cuando la sangre

abrió la brecha

de tu sendero

 

Es de tontos

fingir el regreso

cuando el deseo

se ha peleado con la nostalgia

deja tu camino

y no te detengas

que muchos tontos

hemos de verte aún

en la lejanía

 

 

EL PAÍS MÁS TRISTE DEL MUNDO

 

La ciudad nocturna rumorea

y murgas de abandono

recorren audaces

la maraña de calles y avenidas

plagadas de mujeres deliciosas

que comparten sus caderas

al sonoro retozar de los tambores

y hombres ebrios

cansados

pero expertos en la rutina

de compartir un lecho de tarde en tarde

 

La juerga vespertina

devora con avidez al silencio

 

La fiesta

el jolgorio

hacen más oscura

la procesión de almas

que sueñan acaso el sosiego

mudas

como invasoras

de tierras ignotas y hostiles

 

Hubo cantos

olvidados ya

pero sé que los hubo

que hacían noble el dolor

y hermanaban al hombre con los pájaros

Tiempos en que la madera viva

reverdecía tranquila

al sol de los venados

 

Danzas hubo

que susurraban sonoras

el galope de las listadas cebras

en sabanas lejanas y candentes

y cueros que trepidaban

en el centro del bosque

y la eternidad

 

La sangre de mil colores

recuerda acaso

que la sierpe fue la hermana

y el lobo

y el babuino

mientras

la lengua se extravía

y la mudez heredada por el plomo

agota el sueño que olvidamos

antes de la aurora

 

El país de las ciudades

repite constante y pertinaz

las comandas de la prole

aristocracias de remedo

que alientan la caterva

y la alegría del sábado

ha convertido en máscara festiva

la mueca horrorosa de la muerte

que vive a expensas

de nuestra vida

 

Es el país más triste del mundo

el que desvanece el llanto

en noches alocadas

tan cobarde

como el olvido de sus muertos

 

 

AUC

 

Será la sangre más fértil

que la hierba en el desierto

plagado de ruinas y de tumbas

 

Los crucifijos

son pasto de ganados

enajenados por el dolor

que escapó como alarido

de las gargantas desgarradas

por el inmundo hierro de los esbirros

 

Quién será la peste

que nos libre

del suplicio

de la blasfemia

de la mentira a gritos

que proclama certidumbres

tan alocadas

como el fragor de los traidores

en la tumba de los caídos

aun cuando

la vergüenza

huye aterrada por los campos

 

Miles de extravíos

se regodean

pero las puertas de emergencia

han sido clausuradas

para evitar una estampida

 

¿Habrá más obscenidad

que presenciar impávidos el acto

del payaso sangriento

que nos aterró en la infancia?

El grotesco de la muerte

cínico se posa

a nuestra diestra

y su carcajada

hiela la sangre del más temerario

 

Oh corazón

Cómo he de evitar

que la agonía yazca ridícula

en la feria estruendosa

de mi cobardía

y las palabras

como ruedas locas

siquiera perturben

la insolencia

 

He de abandonar mi voz

o lo que me queda de vida

y que se disloque aún más

el estupor

a la metralla…

 

El horizonte

la mirada

y yo en medio del infierno

 

 

YA MIS ARMAS HAN CAÍDO

 

mi pecho sudoroso resopla

la angustia del pronto deceso

Has de aligerar tu carga

pues no hay bastimento

ni paciencia

para soportar la rémora

de los vencidos

 

Empuña la lanza

 

Que tus acerados músculos

rasguen el aire

y el zumbido veloz

de la fraguada pica

sea la fanfarria postrera

de mis carnes laceradas

por el llamado de la muerte

 

No mires tras de mí

Bástete este ser que se ofrenda

y no busques tras mi sombra

pues tan sólo hallarás

a quienes me enviaron a tu encuentro

y de mí retienen acaso

el fulgor de un recuerdo

turbio en el destierro de su memoria

aún más lejano que la esperanza perdida

 

Aquellas figuras

que ves

como lóbrega extensión

tras de mi sombra 

me han lanzado a tu presencia

sin más escudo que mis ojos

y mi boca

las armas más tenaces

y también las más temerarias

pero ni así la victoria

vino a tropezar

con mi trasegar perdido

 

Reúne entonces el vigor de tu cuerpo

y arroja la pértiga

como si desearas romper

de un solo tajo la densidad de la noche

Pues mi vida 

ahora no vale más

que el susurro de mi último aliento

No te lo impida pudor alguno

que ya no hay sustento esencial

para mi canto

 

Si fui guerrero

me he extraviado

y aunque mis pasos

buscaron muchas sendas

el destino de la derrota

impávido me condujo a esta arena

Si mi nombre fue legión

ahora no queda más que la soledad infinita

al abrigo de mi agonía

 

No mires más

tras de esta lúgubre sombra

ya la noche me cobija

y se hace tarde para tu regreso

 

 

ISIDORO VELÁSQUEZ

 

Mi abuelo fue un niño que llegó sin nombre

a una casa en medio de una vereda

También llegó a mi mente

sin presencia viva, mas como una historia

contada a medias

porque las historias tristes

se cuentan a medias,

son más importantes los silencios

 

Mi abuelo nunca me acompañó

ni jamás supe la certeza de su partida

tan solo habitó una pared de mi casa

En una foto en sepia con una anciana rubia

que supe fue mi abuela

así mismo yo me escondo

del mundo que cierra sus puertas y me deja afuera

como un invitado a un festín

de un poblado ajeno

 

A él le regalaron un nombre y una casa

Pero esa brecha entre el linaje y el bautizo

fue en su historia tan ancha

como el silencio que jamás pudo

acallar de la ciudad la algarabía

y así el lastre de la anonimia

se plantó en el futuro de mi casta

 

Hay amores que el amor no cura

Los sepulcros tienen nombre

y si son anónimos, necesitan el recuerdo de las masas

como héroes sin rostro

como soldados sin tierra

como etéreas sombras

que sostienen la penumbra de las tristezas

 

Mi abuelo fue un niño que llegó sin nombre

y a pesar de su nueva casa

jamás, creo, que se sintió asentado en esa tierra

 

Pues hay historias que recitan en secreto

los pecados de la saga

y esa oscuridad se lanzó al futuro

y me ha lanzado a mí mismo

a la soledad como marisma

 

Necesito forjar su nombre para recordarme

No el que su lápida borrosa hubo de contener tras su deceso

no el de la tumba que nunca conocí

pues mi padre mismo olvido el camino

y la ciudad devoró su cripta

para asentar una autopista

 

Ese nombre es mi nombre

que se me ha perdido

ese nombre que me llama desde lo desconocido

ese nombre que me condenó al destierro

para buscar errante mi destino

para encontrar su huella

en los senderos del mundo

en los caminos de la noche

 

Soy ese niño que llegó sin madre

a una casa desconocida

y de ella me he escapado para encontrar

acaso la sombra de su nombre

para que mis pasos

por fin tengan el peso de un cuerpo vivo

y no ser nunca más un rumor

un susurro incorpóreo

que no tiene forma concreta en el recuerdo

 

Tal vez el día del reencuentro nunca llegue

y muera pensando que mis múltiples nombres

el desconocido, el prestado y los inventados

son un directorio deshojado por el tiempo

y nadie me recuerde

como estertor de una saga perdida en el desierto

 

Mientras, he de proseguir en la faena

mordiendo el miedo de enterarme en sueños

el azar de provenir de una saga de asesinos

o el ser la rama perdida de un reyezuelo provinciano

o de un artesano ebrio que perdió su heredad en la concupiscencia

 

¿Cómo puedo encontrar mi nombre?

Si detrás de su bautismo no hay madre real

ni comadrona que atestigüe

que aquél niño bajó del cielo

como un mesías sin tocar la carne

 

Tengo que perdonarlo y perdonarme en él

hasta que el amor de la bisabuela sane

como sanan las heridas avivadas

por el ácido olvido

cuando la verdad se baña en luz

y así se nos permite retornar a casa

 

 

EL PROFUNDO ABISMO DE MI SOMBRA

 

A Carl G Jung

 

Esta incólume unidad se desbarata

como una marioneta en un molino

cuando cae la noche

cuando inadvertido

mi ser se esconde en las penumbras

 

Y es allí cuando esta sombra asoma

de mí como un coloso

se alimenta de todas mis vergüenzas,

los pesares ajenos son acaso su deleite

y yo sin beber elixir me desdoblo

en un engendro sin rostro

 

Es mi cuarto la mazmorra

que encierra una encarnizada bestia

y este corazón que lo presencia

se parte en astillas de pudores silenciosos

 

Cada noche, cada tarde

cada minuto en que las miradas

se alejan de mí por el hastío

Una marejada de magma milenario

puja por brotar entre mis poros

y llenar este mundo de tufos y de pestes

Ese tremor que de mí se siente

vibra en cada hermano que me mira

cuidándonos de nosotros mismos

y de lo oculto

que nace obsceno en el laberinto del secreto

 

No es el infierno, es otra cosa

que bulle con más poder que las galaxias

profunda y nutrida por el miedo

ha de explotar en las manos del incauto

 

 Mi sombra es una amiga traicionera

profunda como la arcana historia de una saga

que vive adentro de mis días

y se solaza en la moral de los beatos

 

A plena luz, esta sombra es refulgente

un antibrillo de la oquedad

que descansa en las columnas de mi alma

de mi psique locuaz en improperios

No verbales, mas con gestos

gruñidos, instintos vergonzantes

en constante festín de lo innombrable

 

Cómo arrancar de mí

esta oscura, pulsante, milenaria

Si es la misma vida que palpita adentro

y sin ella me quiebro como un guiñapo

como un universo muerto

 

El mundo se abre en recovecos

Cada persona con sus máscaras

que ven bajo las mantas

los fardos del dolor, de los oprobios

tan profundos como el galopar

de los deseos

 

Yo no lo sé pero lo presiento

que esta sombra es más grande que mí mismo

Mi vigilia es tan pequeña

que mi vida que transcurre por las calles

es el murmullo de un infante

remedando a un asesino

 

Y yo vivo de esa vergonzosa sombra

fuente de la que manan mi deseo

entre antifaces y lúbricas morales

apenas escapando a lo innombrable

Ella, unas veces resurge con indómita violencia

y otras se duerme como un dragón al caer la tarde

 

 

EL ESBIRRO Y EL HIJO PRÓDIGO

Y en el recodo de todo camino

la vida me depare un bel morir

“Canción de Sergio Stepansky”. LEÓN DE GREIFF

 

Las cuchillas salientes del peñasco

donde han arrojado lo que quedó de mi regreso

se elevan al cielo inalcanzable que

mis ojos muertos imaginan sería mi morada

 

Cada recodo, cual fiera agazapado

a dar la última cuchillada

fue mi ocupación por siglos

Hasta que el turgente sopor del cansancio

me condujo a campo abierto

asqueado por la brisa que resecaba mis sudores

 

¿Es este el arte de los dioses

o el remedo de un canto acanallado

como la turba soez que clama la muerte de los mesías?

Lo sabré cuando el último picotazo de los buitres

arranquen el cordón de plata que unía esta carroña con el éter.

 

He muerto víctima de mis propias artimañas

por las manos que mi abominación adiestraron

como eficaces armas de la falange

El acecho, la sorpresa, la emboscada

el golpe certero y el eventual gozo

por la agonía de la víctima

tan sola como mi abyecta gloria

entre los muertos

 

He sido el más fiel esbirro de amo ignoto

Aquél revestido de rumores, maledicencias y mentiras

las mismas que alimentaron mi locura.

Perversiones y promesas viles han servido

de viandas efímeras en mi mesa

Por ello el hambre fue otra placa

de las inmundas corazas

que hicieron silente me acechanza

La sangre de aquellos que osaron el regreso

se me secó árida en las venas

De allí el olor metálico de mi aliento

y la herrumbrosa mirada en lontananza

 

¡Cuántos banquetes de reencuentro

habré deshecho de un zarpazo!

Nunca quise distinguir en la presa la hidalguía

pues el embate es más doloroso en las tinieblas

y también se esconden

virtudes y ponzoñas en los ropajes.

El corazón se ablanda si la mirada

tiene el eco de dulzón de la hermandad

 

De grandes apuestas se plaga el mundo

y la mía se pagó con heredades

Ajenas como mi infancia perdida

trocada por la irredenta sorna de la sumisión

Mas cuando solo una moneda me quedaba en saco

la pieza tintineó como un desvelo,

volver al patio de las arcadias

y desvestir mi piel de la lujuriosa muerte

 

Ahora yazgo en la hondura del acantilado

Ya las aves se lanzan sobre mis carnes

mi memoria se desvanece como la tarde

y jamás he de recibir perdón alguno

ni la tibieza del abrazo de mi padre.

 

 

Carlos Velásquez Torres (Colombia) Poeta, traductor, músico y académico. Magister en Literatura y Estudios Culturales, realizó un doctorado con especialización en Literatura Latinoamericana, cine y teoría literaria en la Universidad de Arizona. Poemarios: Versos del Insilio y Es de tontos el regreso (Ganador del Premio Internacional de Poesía Revista Hybrido). Es editor general de la colección Rambla de Mar de Artepoetica Press. Es co-director de The Americas Poetry Festival y trabaja como miembro del cuerpo profesoral de City College of New York, Queens College and College of Mount Saint Vincent.

 



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