ANA LUISA AMARAL: LAS CONFESIONES DE LA LUMBRE
La gran tradición lírica de Portugal nos ha ido llegando a través de carabelas, caravanas, heterónimos, hallazgos de antologías, y ahora desde la virtualidad. Rememorar las traducciones de Ángel Crespo o de Octavio Paz de Fernando Pessoa y su gran influencia es meritorio. De allí, luego nombres como Mario de Sa Carneiro, Eugenio de Andrade, Herberto Helder, Sophia de Mello Breyner, Antonio Ramos Rosa, Nuno Júdice, Al Berto, Antonio Salvado, María do Rosario Pedreira, entre otros, nos revelan una polifonía rítmica, tópica y estilística de gran uberrimidad.
En este año 2021, el Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía ha recaído en Ana Luisa Amaral, nacida en Lisboa en 1956; siendo para muchos lectores de poesía un gran hallazgo y un gran acierto compartido, por esta designación. Anteriormente, se le habían adjudicado los siguientes premios: Literario Correntes d’Escritas,/Casino dá Povoa, Premio de Poesía Giuseppe Acerbi, el Gran Premio de Poesía de la Asociación Portuguesa de Escritores, el Premio Internazionale Fondazione Roma.
Para mí, con el Premio Reina Sofía, la poesía de Ana Luisa Amaral ha sido un gran descubrimiento. Le agradezco a ella su gran generosidad en proporcionarme los poemas para esta publicación, contando con traducciones inéditas. Debemos a editoriales como Monte Ávila en Venezuela, Olifante y poesíasextopiso, varias antologías y a traductores altruistas como Lauren Mendinueta, Diana Bellesi, Paula Abramo, Stefania di Leo y Luis María Marina a que sus poemas sean difundidos en lengua española.
En una de las solapas de la edición de What´s in a name se señala:
“considerada por la crítica la poeta portuguesa viva más importante, y cuya obra ha sido comparada con la de Emily Dickinson o Wyslawa Szymborska, se aleja de cualquier discurso épico o grandilocuente y transfigura los pequeños actos cotidianos en momentos poéticos de gran voltaje, vitalidad y profundidad.”
De Emily Dickinson ha heredado ese don de la observación, de lo pequeño llevado a un gran universo y de Wislawa Szymborska, la ironía, la magia y en su estilo, muy personal, Ana Luisa Amaral utiliza confesión como su canto, que se despliega desde lo cotidiano hacia la universalidad. Santa Teresa de Ávila acuñó: “que entre pucheros anda el Señor”; la poesía de Ana Luisa Amaral anda entre pucheros también y se amplifica y mistifica a otros espacios y nos puede sumergir también en una mitología y fantasía plenas. Como se menciona en el prólogo del mencionado Luis María Marina sobre las observaciones de Rosa María Martelo, se hace hincapié en “los pequeños brillos”, buscando en ellos otras formas de infinitud y de absoluto”.
En su poema Las memorias más puras o de lumbres se condensa en los siguientes versos su universo literario:
en medio del sueño que se escapa, solemne
la emoción y la alegría más pura
de un día entre niña y casi grande
Es decir, en Ana Luisa Amaral habitan la niña, la casi grande y la adulta, las divinas y terrestres antítesis de la gran poesía, su gran poesía que nos llega y seguirá llegando en carabelas, caravanas, envíos de DHL, compras por Amazon, compras de librerías o la virtualidad a nuestra América mestiza y a otros hados y en el éxtasis de seguir contraponiendo realidades:
¿cómo volverse tiempo? ¿cómo fingirse tiempo?
…
Y sin embargo los tiempos conviven
Y el mismo pasillo les da espacio
Y lumbre
Javier Alvarado
RELATIVIDADES
Albert Einstein tenía el cabello hirsuto
y blanco con la edad,
y nariz husmeadora junto al tiempo.
Y así dejó el verso
más perfecto:
velocidad al cuadrado
en ecuación de luz
Agitando por el espacio
la energía mil igual a la masa
(las veces que lo puse
en otros versos)
Mas era de mirada larga,
los párpados tan tristes
de tanto ver más allá de nosotros:
melodías de sueño y teoría,
filamentos hirsutos junto al sol,
hongos, acordes
Y en la corriente cuántica de las cosas,
entender que lo más ancho
es lo que no se ve:
cuadrado inconsciente
generando,
encendido y blanco,
una eme ce ofensiva:
por moderno y feroz
auto de fe
De Entre otras noches. Traducción: Lauren Mendinuetta, 2013
KAMASUTRAS
Tira toda la ropa
al suelo.
Deprisa. Sin momento seductor
ninguno
Las prendas en pedazos,
desmayadas,
tumbadas por el suelo.
Desde lo más pesado a lo infinitamente
más leve
Y deja la luz
prendida. Sin seducción
ninguna. Una luz por lo menos
de 60 watios.
O sino cruda,
de supermercado.
Escoge armario,
lugar escuadrado
donde los cuerpos
no puedan descansar.
Sin ningún tipo
de preliminar,
asáltame
vestida:
que yo tenga toda la
ropa. Desde lo más pesado
a lo infinitamente más
leve.
Luces todas prendidas
Deprisa
y de repente
Pasemos a la cocina
Y allá, en una poética de manos,
en suprema gimnasia del mirar,
comamos lentamente,
como saber hindú,
los restos del asado sobrante
de la cena
A la luz
fosforescente
y seductora, en lo más
preliminar,
lanza contra el fogón,
por encima del hombro,
la copa de cristal
(de las de pie alto!)
Que el suelo,
al serle agudo como asfalto,
le enseñe el kamasutra
en última edición!
Traducción inédita: Diana Bellessi
INTERTEXTUALIDADES
Microscópica, casi,
una migaja entre las hojas de un libro
que ando leyendo.
Me prestaron el libro,
pero no la migaja.
En el misterio más esencial,
ella surgió con recato
en medio de dos párrafos solemnes.
Me perturbó el pensamiento,
quebró el hilo (ya tenue) de la lectura.
Seductora, intrigante.
Me hizo pensar en niveles para leer:
el tema del libro
y la migaja-tema del lector.
(era pan la materia consumida en medio
de dos párrafos y los ojos
consumidos: pasar la página, dos líneas leídas
la intriga del tiempo cuando era
y se levantó a preparar el pan
volviendo a otras líneas)
Me quedé con la migaja,
desconocida ofrenda del lector,
mas por juego o consumo
le dejé una migaja mía,
no marca de agua, mas de pan también:
un tema posterior para descifrar luego,
en posterior lectura
ajena
De Entre otras noches. Traducción: Lauren Mendinuetta, 2013
SÓLO UN POCO DE GOYA: CARTA A MI HIJA
Te acuerdas que decías la vida es una fila?
Eras pequeña y el cabello más claro,
pero iguales los ojos. En la metáfora dada
por la infancia, preguntabas del espanto
de la muerte y del nacer, y a quién se seguía,
y por qué se seguía, o de la total ausencia
de razón en esa cadena en sueño de ovillo.
Hoy, en esta noche caliente que estalla
en junio, tu cabello claro más oscuro,
quería contarte que la vida también es eso:
una fila en el espacio, una fila en el tiempo,
y que tu tiempo al mío seguirá.
En un estilo que me agrada, ese de un hombre
que un día habló de Goya en una carta a sus
hijos, quería decirte que la vida es también
esto: un arma a veces cargada
(como decía una mujer sola, grande
como un jardín). Darte dulce de leche, dejarte
testamentos, hablarte de tazones - es siempre
mirarte amor. Pero es también enseñarte a la
vida, atrincherarnos en fila discontinua
de mentiras, en cariño de verso.
Y yo quería hablarte de los nexos de la vida,
de quién la habita más allá del aire.
Y que el respeto entero e infinito
no precisa venir después del amor.
Ni antes. Que las filas son sólo útiles
como formas de mirar, maneras de ordenar
nuestro espanto, pero que son posibles puntos
paralelos, espejos y no ventanas.
Y que todo está bien y es bueno: fila
u ovillo, dos cabezas en un mismo cuerpo,
o un dragón sin fuego, o unicornio
amenazando con llamas muy vivas.
Como el cabello claro que tenías en ese tiempo
se volvió castaño, pero aún claro,
y la metáfora hecha por la infancia
se reveló tan cierta en el poema. Se revela
tan útil para hablar de la vida, esa que,
sin tazones, intactos o partidos, sigue
siendo buena, aunque en disonancia de ovillo.
No sé qué te dirán en un futuro más cercano,
si quién así habita los espacios de las vidas
tiene ojos do gigante o cuernos asombrosos.
Porque te amo, deseaba un antídoto
igual a un elixir que te hiciese grande
do repente, volando, como hada, sobre la fila.
Pero al amarte, no puedo hacerte eso,
y en esta noche cálida rasgando junio,
quiero hablarte de la fila y del ovillo
y de todas las formas diversas de amar,
pero hechas de pequeños sonidos de espanto,
si lo justo y lo humano se abrazan allí.
La vida, hija mía, puede ser hecha
de metáfora otra: una lengua de fuego;
una camisa blanca color de pesadilla.
Pero también ese bulbo quo me has dado,
y que ha florecido ahora, pasado un año.
Porque hubo tierra, algún agua leve,
y un balcón liberándole los pasos.
Traducción inédita: Diana Bellessi
NEWTON O EL EXILIO
Ampliando el compás
él organiza el mundo,
parece repetir,
correcto y lento,
lo que la razón pretende revelar
Y así exilia para siempre
el sueño
Pero en esa corrección
premeditada,
no hay sosiego, ni siquiera amor:
sólo tiempo aprisionado
la soledad, paz cambiada por paz
- igual al lento aletear
sin alas
Ajeno le es el fulgor
de la creación coincidente a la caída
ajeno le es también el error
más terrible:
la gloria de sentir en las manos un hilo de tierra,
sosteniendo un hilo de luz
La luz de un sol perfecto y frío,
calcula.
los puntos del compás
midiendo y limitando,
y acierta, exacto,
el mundo
Dejará descendientes,
será maestro
de los que han de venir
en hordas por los tiempos,
con el compás en las manos,
codiciando yardas a yarda las fronteras
junto a la periferia de la mirada
Pero no verá dragones,
ni faunos, ni sirenas,
ni tendrá unicornios a su lado,
ni sabrá bordar tapicerías
sepia que estallen en pupila y mares,
ni nunca tejerá el dolor y la alegría
Y nunca se darán sus profecías,
ni leerá bandada de estorninos
en una danza inter estelar
Frío y ausente,
enmarcado en frío,
será de él el compás
y la soledad
Sólo pulsará en el tiempo
el corazón
de aquel que lo creó
De Ana Luisa Amaral, Antología Poética. Traducción: Nidia Hernandez, 2012
LA GÉNESIS DEL AMOR
Tal vez un intervalo cósmico
poblando sin querer la vida:
tal vez quásar que la inundó de luz,
la transformó en materia tan densa
que la escindió
la retuvo suspendida
en el espacio –
Eran formas cadentes
como estas:
Imágenes como bóvedas del cielo,
asombrosas igual al asombro en el que nacerían
las primeras preguntas sobre los dioses.
el cero, el universo,
la solidez de la tierra redonda y luminosa,
esperando Admastores que la domestiquen,
o fuegos fatuos incendiando miradas,
o marineros ciegos, ávidos de luz,
de la línea que, acompasada
divide cielo y
mar
Quásar es poco, porque la palabra roza
lo que la piel descubrió. Y tampoco la piel
alcanza:
pequeño meteoro en implosión
Estatua luminosa, tal vez,
esperando la paz (aunque haya ausencia
de creencia o de fe) y, profano el diseño
de esos extraños animales,
semi monjes, malditos
deslumbrados,
y una visión tal vez
en la penumbra serena de algún
claustro
Tal vez así tendría algún
sentido
la génesis del amor
De Ana Luisa Amaral, Antología Poética. Traducción: Nidia Hernandez, 2012
TESTAMENTO
Voy a partir en avión
y el miedo a las alturas liado conmigo
me hace tomar calmantes
y tener sueños confusos
Si yo muero
quiero que mi hija no se olvide de mí
que alguien le cante, incluso con voz desafinada,
y que le ofrezcan fantasía
antes que un horario estricto
o una cama bien hecha
Denle amor y el ver
dentro de las cosas
soñar con soles azules y cielos brillantes
en vez de enseñarle a bien sumar
y a pelar papas
Preparen a mi hija
para la vida
si yo muriera en un avión y
quedara desligada de mi cuerpo
y fuera átomo libre allá en el cielo
Que se acuerde de mí mi hija
y más tarde que le diga a su hija
que yo volé allá en el cielo
y me torné deslumbrada alegría
al ver en su casa las sumas erradas
y las papas olvidadas en el saco
e íntegras
De Entre otras noches. Traducción: Lauren Mendinuetta, 2013
PLEGARIA EN EL MEDITERRÁNEO
En lugar de peces, Señor,
dadnos la paz,
un mar que sea de olas inocentes y,
al tocar a la arena,
gente que vea con corazón de ver,
voces que nos acepten
Es tan duro el viaje
e incluso la espuma hiere y hierve,
y, de tan alta, ciega
durante la travesía
Haced, Señor, que no haya
muertos esta vez,
que las rocas estén lejos,
que el viento se aquiete
y que vuestra paz al fin
se multiplique
Pero después de la balsa,
de la guerra, del cansancio,
después de los brazos abiertos y sonoros,
sabría bien, Señor,
un pan blando
y un pescado, podría ser,
del mar
que es también nuestro
De Que hay en un nombre. Traducción: Pedro Rapoula, 2020
LA CARTA
Señores:
tienen que el dolor y la ausencia tener sabor,
un cierto aroma dulce y demorado,
en forma de mil ojos
Pues vosotros habéis contemplado esa mi ausencia,
dijisteis que de ella crié palabras,
pero no por mi mano
En vuestra historia, señores,
yo fui solo voz,
en vez de gente entera
Entera, nunca lo fui,
doblada al medio por lo oscuro de los hábitos,
por las promesas forzadas que cumplí,
por el deber que me dictó mi padre
Sin embargo, yo las hice, a las letras de esas cartas,
yo, que las fui construyendo lentamente,
en la oscuridad de la celda
El resto vosotros lo robasteis
y en otra lengua,
y en mitos que eran
necesarios
No fui solo voz:
fui yo, dueña de mí,
porque las letras fueron mías, y el amor,
y el odio demorado
Solo para eso me valió vivir,
para componer, igual a sinfonía,
todo lo que consideré
Él fue solo palabras que en palabras forjé,
yunque donde moldeé espadas y lanzas,
la lumbre necesaria
Lo único que no moldeé
fueron las rejas de la prisión donde viví:
esas, vosotros las moldeasteis
hasta la incandescencia
Pero, en las letras que compuse,
yo inventé la ausencia mejor que nadie.
Yo fui la mano de la ausencia
en una celda oscura
Y sus actos fueron mis metáforas,
imágenes que me seguían, más fuertes
que la vida.
Por eso me llamasteis, señores,
en vuestro tiempo, una palabra nueva y ágil:
literatura
Y así yo fui vuestra voz,
y dulce mito. Y nada más
fui
Hoy quiero deciros,
en este tiempo tan oscuro,
pero de una oscuridad diferente a la que yo tuve:
adiós
Dejadme en lo oscuro, el mío.
Porque al lado de la mía,
vuestra ausencia, esa que mí plantasteis,
nada es.
Ojalá supieseis vosotros lo que es la ausencia
Ausencia: yo: demorada en estas líneas.
Decir con cuanta oscuridad
la noche se deshace
y se construye —
De Oscuro. Traducción: Luis Maria Marina, 2016
Ana Luisa Amaral (Lisboa, Portugal, 1956). Poeta. También ha escrito Teatro y Literatura Infantil. Profesora en la Facultad de Letras, en Oporto. Tiene un Doctorado sobre la Poesía de Emily Dickinson, de quien es traductora. Libros de poesía: Mi Señora de Qué, 1990; Cosas de Partir, 1993; Epopeyas, 1994; Y Muchos los Caminos, 1995; A Veces el Paraíso, 1998; Imágenes, 2000; El Arte de ser Tigre, 2003; La génesis del Amor, 2005; Poesía reunida, (1990-2005), 2005; Entre Dos Ríos y Otras Noches, 2007; Si Fuera un Intervalo, 2009; Inversos Poesía (1990-2010). Premios: El premio Literario Casino da Póvoa/Correntes d’Escritas, el Premio Portugal Telecom (2007), Premio de Poesía Giuseppe Acerbi, Premio de Poesía de la APE (Asociación Portuguesa de Escritores) (2008) y Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía (2021).