22 Nov 2024

319. POESÍA GUATEMALTECA. HEIDY MARROQUÍN

-11 Oct 2021
Poesía

 

LA BRISA,

la nota de Sol

Los del viento, de Isabel de los Ángeles Ruano,

y tú, amor

con tus manos en el piano

y yo,

            recordando tu melodía.

 

 

LA GRAN CIUDAD QUE SE DERRUMBA 

 

El gobierno prevé nuestra muerte,

las mariposas riegan su color sobre la tierra cavada.

Un venado vigila con sutileza

y huye al ver los movimientos de las piernas de la mujer,

quien reporta con temblor,

dónde, el futuro nos espera.

 

Nuestro cuerpo se desconfigura,

derramaremos nuestra sangre y olor

sobre cerebro, médula espinal y nervios

de nuestros hermanos.

Nos recibirán desde sus sentidos lejanos

allí, donde años atrás,

quienes lanzados desde el escarnio

fueron escondidos por la tierra,

junto a la indiferencia y el olvido de un XX.

Nos abrazaremos sin haber podido explicar

la belleza del reencuentro y el llanto de la ausencia.

 

En ningún rincón del mundo

cabe nuestra vida,

ni en las estaciones venideras,

ni en la memoria del gobierno,

en la lumbrera del silencio

se escucha a Chopin

y su Fantaisie Impromptu

ahí, resguardo mi corazón,

veo los puertos pintados por Marquet,

en ellos escondo mis ilusiones,

me levanto por la madrugada

y leo los versos de Luis de Lión,

y pienso que soy su otra patria,

que llevo dentro la gran ciudad que se derrumba.

La gran ciudad que se derrumba.

 

El gobierno prevé nuestra muerte,

pero nuestros sentidos

ya no lo escuchan

porque en la distancia

los niños esperan,

porque en el frío y sin hogar,

se abrazan,

porque hemos aprendido a vivir

en medio del horror y la angustia

siempre,

            siempre con una esperanza.

 

De Bajo los rayos luminosos del farol, 2020

 

 

GUERRA

 

Nunca se habla de esto, me dijo.

El silencio guarda historias

que se cuentan a pausas.

 

La escucho,

mis ojos le están mintiendo.

Frente a mí se mueven sus labios,

comienza mi común ritual de pensamientos

mientras los otros hablan.

 

Me relata los días de sangre

que no acaban.

El sonido de las balas

la estremece,

se esconde bajo las camas,

junto a pequeños futuros soldados.

 

La veo

pero ya no la escucho.

Estoy pensando en un lápiz,

en papel,

en cómo escribiré lo que me está narrando.

 

Pasan corriendo por el potrero,

sus papás apagan las luces

y destellos de color naranja voltean su rostro,

la observan

ella cubre los ojos de su hermana menor.

 

Enterrados de pie, murieron,

murieron de pie.

Sobre su cabeza cayó la tierra

que un día gobernaron.

 

Cuántos años bajo el mismo techo,

por fin hemos hablado.

 

Hoy,

mi padre ocupa el lugar en donde yo

trataba de escuchar a mi madre.

 

Él tenía ocho años

cuando escuchó una canción política

que nunca olvidó. La entona.

 

En sus ojos veo las llamas

de la milpa que se incendia,

veo camiones cargados de familias

intentando una huida,

algunos perros corren tras ellos,

y veo la muerte,

            veo la muerte.

 

Ya no escucho a mi padre,

no voy a escribir,

estoy pensando en cómo vivir

después

            de lo que el silencio descubre.

 

De Trece de junio, 2018

 

 

CON LA TRISTEZA DERRUMBÁNDOSE DENTRO

imagina el valle con flores blancas

espera en silencio tal decisión

moja su ropa con lágrimas finas

 

El hastío de la tarde le acaricia el rostro

los hilos que la unen al mundo exterior

están cortados

 

Tiene un árbol donde cuelgan

palabras

las ve

las oye

las toca

las besa

las palabras caen

y ella las pisa

 

Se derrumba

sola

se levanta y vuela adentro

pregúntenle el color que ven sus ojos

se confunde con el agua

 

 

VALIENTES

 

Están cerca de la frontera

los niños les dicen adiós.

Sola,

una mujer llora en silencio.

 

Valientes,

¿Cuántos de ellos mueren?

¿Cuántos vienen muertos en ese

avión que los retorna?

 

Renacer,

¿Para qué?

Para sacudirle el cuerpo a la vida

para darle una duda.

 

Algunos nunca vuelven,

algunos han llegado.

Miles, valientes,

han regresado.

 

De El abril que nos espera, 2019

 

 

CANDELARIA

 

En mi país

está lloviendo mujeres,

se inundan las televisiones

con sus nombres.

Tormenta de mujeres

cae,

se desmoronan los techos.

El estado del tiempo en mi país,

es una mujer

que lloverá toda la noche

y recogerá

un arcoíris

            entre los matorrales.

 

 

LOS OJOS DE NOHEMÍ (I)

 

Un poema podría llamarse Los ojos de Nohemí,

Tú, quizá lo nombres: Los ojos llorosos de Nohemí

¿Podría un título retener la tempestad que los habita?

Nombrarán un libro: Los ojos de Nohemí

¡Oh, esos ojos tan tristes!

Vibran en cada letra de la vida

incesante en que residen.

El libro trataría la inquietante tristeza que me arrulla

y los ojos de Nohemí serían su interpretación.

En los cristales que aparecen al instante,

al borde de sus ojos,

me reflejo.

Son los ojos de Nohemí

un nido de versos

y sus lágrimas,

            el final de cada poema.

 

 

LOS OJOS DE NOHEMÍ (II)

 

Los ojos de Nohemí

me arrullan por la noche

he tenido miedo de perderlos

para siempre.

 

Nohemí observa mi corazón

desde la ventana.

Está frío el amanecer

y sé que tirita por abrazarme el alma.

 

Los ojos de Nohemí

quieren colgar de la gota de la hoja

y yo lluevo

            cuando le llueven los ojos.

 

Los ojos de Nohemí

me han traído noticias

que corren a través del cristal.

 

Nohemí y sus ojos

            este interminable poema.

 

 

De Los ojos de Nohemí, 2019

 

Heidy Marroquín (Guatemala). Licenciada en Letras. Su poemario Bajo los rayos luminosos del farol resultó ganador del Premio Manuel José Arce, 2020. En 2018, Metáfora Editores y el Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango le otorgaron el primer lugar en el certamen nacional de poesía joven por su poemario Trece de junio. Sus textos han sido incluidos en diversas antologías. Ha participado en el Festival Internacional de Poesía en Costa Rica, El Salvador y México. Tiene inéditos los poemarios: El abril que nos espera, Los ojos de Nohemí y Tres días sin saber de Sara.

 



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