LA JUSTICIA DE LOS ÁRBOLES
No tendrá más almas esta casa.
Saldrás ahora
por el tubo del lavabo
buscando la luz que gotea en el precipicio.
Como un oso de gelatina
atado a la cadena de los años
en vez de caminar
unirás principio y fin
de tu historia fallida
larga
como la más larga cañería
sin alma ni presagio
acabarás vaciado en un parque oscuro
donde solo hay árboles, condones y jeringas
y los amigos imaginarios
son tan reales
que amarás la esclavitud de tu baldío.
ALBORÁN
En la isla hay un faro
rodeado de espaldas negras
que brillan inertes
al paso del guardacostas.
Allí está el horizonte
y el arpón
clavado en la patera.
Hiede a petróleo la muerte:
es un chorro de plomo
la mano de un muchacho
que el agua se traga
en el confín de la noche.
SOLDADITO DE PLOMO
Le conté a un desconocido
lo que perdimos.
Al amparo de una cantina
di detalles
cité a conciencia cada guerra.
Como ácido vencido
la saliva carcomió las palabras
liberó la derrota que celebro
al regresar ileso
a mi desmayo
y por fin
cedí a quien nada importa
el resabio de oxígeno
que las llamas lamen
al recordarte.
SIMULACRO DE INCENDIO
No hay nadie en casa.
Son las diez
quizá las doce
y el mercurio bate el frío
en el fondo del patio
junto a esqueletos de bicicletas
listas para la batalla
y barricadas de zinc
cubriendo sus recuerdos.
Camino de norte a sur
para cultivar el anarquismo
de los hábitos.
Río mientras pienso
pero al final
hablo de cualquier cosa
con cualquier cosa
y la noche se derrite
en un mar perdido.
Allí lanzo las redes
contra las horas
y regreso
en otra piel
al mismo mar.
Quizá sobreviví:
el silencio
es un búho
que flota en el hielo.
De Simulacro de incendio 2018.
DESCRIPCIÓN XVIII
Me parezco a las cosas sin nombre.
Sigo mi rastro nebuloso
Y las calles que son otras
Huellas de asoladas mataolas.
Camino por senderos de mi piel.
Siento mis pasos diminutos
Sobre la hierba de mi vida.
Mi respiración mi transpiración
Siento el sudor del pensamiento
Que no puede pensar más que sentirme
Como espadas de un dios abandonado
Entre cáscaras de lava y selva.
Me parezco a los mástiles del cielo
Que las arañas tejen.
A los viejos corazones
En el aire tumultuoso.
Nunca soy.
Camino como el ciervo sin alas
Enarbolado por la bruma de mi infancia.
No puedo caminar más que sentirme.
Acaso un siglo curte
Un año
Un segundo decimal
Atasca del doble címbalo del pulso
¡Esta indefensa admonición!
No es posible regresar de donde no he partido.
Soy
No soy
La huella volcánica del tiempo.
Espero a alguien que vendrá.
Alguien que ayer ató mis pasos
Y entró en mí sin decir una palabra.
CONFIESO QUE HOY ESTÁ LLOVIENDO SOBRE MÍ
Confieso que hoy está lloviendo sobre mí.
Que la lluvia agrieta
Las manos de este mayo deambulado.
Mayo suficiente
Para obligarme a no ser el ancla
Hombre mayor
Sino una curva luminosa
Que divide
Otro adiós sonoro.
Confieso que la lluvia me hace falta
Que nada más puede faltarle
Sino tú.
Lluvia adentro.
Mandril de yerba que gotea
Mientras cada cosa tuya me deserta
Y ya no queda más que la ciudad sin ti.
Confieso ser la voz
La resaca de tu cuerpo
Lluvia mía.
Que nada derrumba el abandono.
Que mayo no clarea
Ni el olvido
Ni la llama que ha quedado
Humedecida
Y sola.
Del libro Flor con llave 1989
MAR POÉTICA
Un muñeco de arena
Lanza sus brazos al mundo
Muerde la voz
Un muñeco de arena
Que el viento levanta
A la luz de la luna viviente.
RÂ
El Sol
Hilo de aceite
En la arena.
Poemas del libro Noche es Mar 2005
Vernor Muñoz (1960) es autor de las novelas Neblina púrpura (2017) y Cómo ríe la luna (2015), del libro de cuentos Infinita razón de los sueños (2005), con el que obtuvo el Premio Nacional “Aquileo J. Echeverría”, de los poemarios Flor con llave (1989), Noche es mar (2005), Geografía del tiempo (2006) y Simulacro de incendio (2018), y del libro de cuentos para niños El ornitorrinco y otros inventos maravillosos (2005). Su ensayo El mar entre la niebla (2009) fue traducido al alemán y publicado en 2012 por la editorial Barbara Budrich, con el título Meer im Nebel.