26 Abr 2024

348. POESÍA GUATEMALTECA. EDUARDO VILLALOBOS

-12 Dic 2021

 

ÁNGEL VIENDO CAER LA LLUVIA

 

todo el mundo transcurre

en la duración de una gota de agua

el tiempo de las brisas leves en el gris silencio

los viajes de pronto abiertos a la sed y a la espuma

las bibliotecas flotando en el asombro

los paraísos sin luz en medio de la rabia

todo estalla en el asfalto

            y vuelve a nacer en otra gota que cae

todo es un golpe seco en el rumor

todo es eco o reflejo

todo espasmo

y todo es posible verlo

a través

de su mirada

 

 

MESA Y ROCOLA SOBRE FONDO ROJO

 

las botellas se han ido acumulando entre las dos mujeres

como las marcas sobre un calendario

así también los pósters que anuncian aguardiente con culos imposibles

los equipos de futbol del año anterior o de la infancia

las manchas de humedad y de asfixia

la mugre    la indolencia

aquí la cumbia reina

aquí el silencio es algo que se va muriendo

ayayay chuchita flaca                  ay dolor ya me volviste a dar

desde el fondo            una voz gastada exige una ranchera

y arroja un papel al centro de los gritos

pero las mujeres están atrincheradas en el rincón propicio

y tiran putazos y mientan madres y escupen animales que brillan y se esfuman

una es casi vieja

la otra es más vieja todavía

una baila                         la otra tiembla

¿qué río de abandonos les procuró esta furia?

¿qué océano de espinas?               ¿qué esperma acuchillado?

pero ellas gritan          felices       sobre el humo y el cansancio

y cantan las historias más tristes que puedan bailarse

y se jalan los pelos y somatan la mesa

y piden otra mamaíta esta vez que sí esté fría

y hablan de los hijos de puta que las abandonaron

con cinco muchachitos y una panza que estallaba

y de cómo el camino las dejó dormidas

antes siquiera de pedir prestado un farol para abrigarse

pero ellas ríen

y azotan sus cabellos teñidos hacia el foco de la pieza

y se sienten hermosas                 plenas                 rubicundas

y cuando alguna quiere llorar la otra la sacude

esta noche no mamaíta                 esta noche es fiesta

y en realidad es fiesta

porque lo que les espera afuera no tiene nombre

es algo atroz

y ellas lo saben

 

 

VIEJO MIRANDO AL NORTE

 

la cicatriz del ojo izquierdo parece un corazón

talvez porque surgió en la primavera de Nueva Jersey en los años setenta

en que a botellazo limpio se batió por la posesión de una muchacha

en un bar cuyo nombre se le perdió para siempre

la arruga en los labios se agudizó en los inviernos de Chicago y Filadelfia

en que maldijo la blancura que le encendía la garganta de fiebre y de terror

la sonrisa cínica le viene de la infancia

del hambre

de las fronteras del odio

la cojera se la ganó en la interestatal número 5 en las afueras de Seattle

manejando un furgón que derrapó en la nieve

y volcó sobre el espanto

fue deportado durante el verano de 1996

por acometer ebrio la madrugada de las autopistas

y desde entonces maneja un taxi sin mujer y sin destino

ya no es de acá nunca lo fue

pero está cansado y tiene astillas en las dudas

por eso compra oscuras muchachas en los burdeles de la periferia

y se emborracha cada tres noches con la puntualidad de un suicida

en las botellas

encuentra siempre cabezas con alas

pedazos de carne

espejos que vuelan

recuerda a los hijos que ya no lo encuentran

maldice  a la mujer que lo escupió a la calle

piensa en las manos fuertes que estrujaban la firmeza de otras manos

camina para atrás como quien entra en la muerte

what the fuck se dice           fuck i will return

y espera la madrugada

como quien dice basta                 pronto                 jamás

 

 

BANCA CON PAREJA EN UN SHOPPING MALL

 

perdió la fe mientras recordaba un salmo en un burdel

y atravesaba el silencio con un grito en el odio

cambió el amor por noches interminables de cocaína y gin tonics

y un gesto en la mandíbula que le afeaba el rostro

se perdió un día en su sombra y ya no quiso encontrarse

a veces sueña con corvetes que corren a quinientos kilómetros por hora

con orgías en que el límite es un perro que aúlla y muerde

quisiera llenar el mar de cuerpos usados     rotos por una fricción inacabable

sueña y se pierde en los fumaderos de opio del siglo diecinueve

en las barberías de indonesia

en las zonas rojas de Holanda

se convence de que el tiempo es algo así como un billete de cien dólares

se usa o se tira

tiene una mujer y la ha preñado

tendrá un hijo que le recuerda de alguna manera la muerte

piensa en la huida

en el pretexto

en los detalles

está a punto de decirle a su mujer que se vaya a la mierda

que se pierda en el mundo

pero ella llora

y él la abraza                   la toma de las manos

le acaricia el vientre

y le dice                         te quiero

 

 

NATURALEZA MUERTA CON NAUFRAGIO

aquí los suéteres del frío y los del silencio

allá las conchas amarillas que recogieron en la playa

y los cestos de mimbre de aquel mercado

y la tanga azul rasgada con urgencia

apenas han quedado restos de café en la taza de soles rojos

y la prisa ha permitido un disco sobre el estante

y también fotografías de viajes y algunas notas lejanas

salí con Adela comprá el pan te llamó tu madre

todavía las calcetas mojadas arden en la mesa

todavía huele a sus caderas y a su sexo

 

 

1996

 

ajena desde entonces

embriagada de un tiempo en que casi las risas

marcaban sus abismos

la ciudad apenas invitaba al juego de la noche

 

muy oscura

me dijo Claudia

mientras bajaba del asombro de romper el aire

 

por las calles crepitaba un enjambre de mordiscos

perros famélicos y huesos

vagabundos

criminales

parecían escucharnos

 

solo lo supe entonces

ahora es tierno aquel afán del hambre

 

era una palabra a medias

perversa

como el verano de los viejos

 

sin embargo

dijo entonces lo que es ya silencio

 

ella se aferró a mi mano

y tuvo miedo de poblar el mundo

yo también caí sobre la trampa

 

alumbraban ya

                        los primeros faroles

 

 

DE TAL MANERA ME ATRAE EL DESBORDE

que tiemblo de espasmo cuando no hay precipicios

equilibrista de lunas sucias

aprendo en silencio el modo de caerme

de todos los faros elijo el vacío

que tiende enramado sus ríos al peso

por eso he cambiado las alas por hambre

las huellas por signos

los pasos por asco

apenas descubro una grieta en la zarza

y pongo entre espinas

mis brotes aéreos

de allí mi costumbre de andar por el vértigo

de caer entre brazos que esconden abismos

soy el que salta

el que apura los tramos y delira

y sueña que cae

y luego entierra en la nada

sus pezuñas

 

 

 

GUARDO LOS DESPOJOS de una habitación deshabitada

            Osco    

y esto es como decir un trecho de sudor y de silencio    

casi siempre asomado debajo de un cielo falso y una bombilla que entonces eran

el mundo

 

y que apaciguo en la memoria como la flor lejana          

olvidada hasta secarse entre las hojas de un libro          

y de la que solo quedan el recuerdo y un olor que se perdió poco a poco

como el tiempo que vimos marchitarse y renacer sobre la arena

entre la incertidumbre de no saber de qué color eran las sombras         

también ambigua         

como los parques en que nos cansamos tanto de la noche y la risa         

y a los que volvemos a veces cuando nos acomete la furia         

 

si te dijera todo esto    

Osco    

responderías seguramente que en todo corazón acechan la melancolía y la niebla

 

que nada nos corresponde sino este meticuloso recelo  

esta pena en la cama antes del día        

estos pies que se esconden

 

pero recordá que en toda amenaza hay un manotazo sin puertas           

un espanto indescifrable           una fecha que nos desprecia    

en todo desafío hay temblor y espanto              de ahí su arrebato

y es que cuesta temblar a veces            

te lo digo sin miedo      

cuesta caer y despedazarse      

solo los seres más claros aprenden este oficio               

los demás nos llenamos de costras y de prudencia                     

cuesta olvidar que somos larvas

sigilosas larvas de aquello que fuimos    sin llegar a ser por completo

entendé           escuchá                       

nada nos fue dado        todo lo construimos     

la música estridente en que depositamos el fuego         

el tenue fuego de las madrugadas a solas          

la imbatible esperanza de aplacar las carencias con alcohol o dinero      

las piedras sin alas con que lapidamos la inercia            

todo eso es nuestro Osco         

nos lo hemos ganado a golpes de rabia             

llorando como niños escondidos en la sombra   

he aquí entonces la consigna                

si te preguntan un día por nosotros                   

decí que fuimos un pozo de sangre       

un fabuloso pozo de sangre      

y nada más

 

 

Eduardo Villalobos (Ciudad de Guatemala, 1974). Poeta, editor, tallerista y catedrático universitario. Ha publicado los libros de poemas El ojo en la velaLunas sucias y Los demás. Ha colaborado con diversos periódicos y revistas. Fue columnista del diario Siglo XXI y de El salmón. Su trabajo ha sido recogido en diversas antologías, entre ellas: Tanta imagen tras la puertaLos poetas guatemaltecos del siglo XXIVoces de posguerraMicrofé El futuro empezó ayer.

 



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