Presentamos una muestra de Mapa con niebla del poeta mexicano Fabricio Gutiérrez (1985), libro que obtuvo mención honorífica en el Segundo Premio Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press.
CAMINO A CASA
En los últimos días de primavera
es común ver a los ciervos correr
con los ojos cerrados.
También en esos días es fácil perderse en el bosque;
el menor desvío en el sendero
y uno ya está perdido. Cae la noche antes de tiempo
y las provisiones no duran. El hambre
mueve hojas rojas en la espesura.
Los últimos días de primavera son bastante confusos,
pero a la vez, claros.
Porque en esos días también puede suceder
que alguien que ha estado mucho tiempo perdido en el bosque
sea por fin encontrado. Que alguien que estuvo
viviendo de ciruelas silvestres y hojas,
encuentre cómo salir a carretera.
Por eso es común en los últimos días de primavera
ver la carretera llena de hombres cansados y en harapos camino a casa.
LA PRIMERA VEZ QUE MIS PADRES SE TOMARON DE LA MANO
Mis padres se conocieron en el bosque.
Mi padre cazaba liebres,
mi madre ayudaba a las liebres a huir de los cazadores.
Mis padres se vieron a los ojos,
mi padre sostenía su escopeta,
mi madre sostenía en sus brazos una liebre herida.
Esa misma mirada la han tenido hasta ahora,
mi padre con ojos hoscos e implacables,
mi madre con ojos tiernos.
Y siempre sangre de por medio.
SER PARTE DEL RÍO
Entrar al río. Primero un pie, después el otro.
Hay en el fondo piedras. Son las mismas
que son soñadas por el loco que a veces
viene a dormir en la orilla.
Entrar al río, despacio. Que los peces noten distraídamente
nuestra presencia. O por lo menos, se confundan.
Que no sepan lo que está sucediendo.
Ser parte del río. Parte de la corriente.
Que cuando baje un animal de la colina
en busca de agua, beba de la parte del río que conformamos.
Que el ciervo sediento beba de nosotros.
IMAGEN
Cerca del bosque
hay un estanque de agua
donde se quedó para siempre
el reflejo de un cazador apuntando con su escopeta
a un jabalí.
Después de la escuela, los niños
vamos a contemplar esa imagen.
Es inquietante y a la vez hipnótica.
Por más que arrojamos piedras al agua
nunca desaparece.
HORMIGAS EN LA MEJILLA
Las hormigas saben cómo subir a mis manos.
Debe ser por mi cercanía al suelo.
Por eso las hormigas suben
y llegan hasta mis brazos, y siguen
hasta alcanzar mi rostro.
Por eso cuando alguien acaricia mi mejilla
se puede ver cómo empiezan
a caer hormigas al suelo.
Fabricio Gutiérrez (CDMX, México, 1985) Ha estudiado Filosofía y Letras en la UNAM. Es autor de Escuela de levitación (2020), y Las cartas de amor que no alcanzaron a escribir mis muertos (2021). Su libro Rastrillar la zona fue el ganador de la cuarta edición del Premio de poesía Centrifugados Pueblo de San Gil (Cáceres, España).