09 Dic 2024

128. POESÍA ITALIANA. ANTONIA POZZI

-19 Feb 2022
Poesía

 

SVENTATEZZA

 

Ricordo un pomeriggio di settembre,

sul Montello. Io, ancora una bambina,

col trecciolino smilzo ed un prurito

di pazze corse su per le ginocchia.

Mio padre, rannicchiato dentro un andito

scavato in un rialzo del terreno,

mi additava attraverso una fessura

il Piave e le colline; mi parlava

della guerra, di sé, dei suoi soldati.

Nell’ombra, l’erba gelida e affilata

mi sfiorava i polpacci: sotto terra,

le radici succhiavan forse ancora

qualche goccia di sangue. Ma io ardevo

dal desiderio di scattare fuori,

nell’invadente sole, per raccogliere

un pugnetto di more da una siepe.

 

 

IMPRUDENCIA

 

Recuerdo una tarde de setiembre,

en Montello. Yo, todavía una niña,

con la trencita delgada y un picor

de locas carreras por las rodillas.

Mi padre, acurrucado en un rincón

excavado en una elevación del terreno,

me señalaba a través de una rendija

el río Piave y las colinas; me hablaba

de la guerra, de sí, de sus soldados.

En la sombra, la hierba gélida y afilada

me rozaba las pantorrillas: bajo tierra,

las raíces tal vez chupaban aún

alguna gota de sangre. Pero yo ardía

por el deseo de saltar afuera

en el sol agresivo, para recoger

un puño de moras en el seto.

 

 

CONFIDARE

 

Ho tanta fede in te. Mi sembra

che saprei aspettare la tua voce

in silenzio, per secoli

di oscurità.

Tu sai tutti i segreti,

come il sole;

potresti far fiorire

i gerani e la zagara selvaggia

sul fondo delle cave

di pietra, delle prigioni

leggendarie.

 

Ho tanta fede in te. Son quieta

come l’arabo avvolto

nel barracano bianco,

che ascolta Dio maturargli

l’orzo intorno alla casa.

 

 

CONFIAR

 

Tengo tanta fe en ti. Me parece

que sabría esperar tu voz

en silencio, durante siglos

de oscuridad.

Tú sabes todos los secretos,

como el sol;

 podrías hacer florecer

los geranios y el azahar silvestre

en el fondo de las canteras

de piedra, de las prisiones

legendarias.

 

Tengo tanta fe en ti. Estoy quieta

como el árabe envuelto

en el barragán blanco,

mientras escucha a Dios que madura

la cebada alrededor de su casa.

 

 

PERIFERIA IN APRILE

 

Intorno aiole

dove ragazzo t’affannavi al calcio:

ed or fra cocci

s’apron fiori terrosi al secco fiato

dei muri a primavera.

Ma nella voce e nello sguardo

hai acqua,

tu, profonda frescura, radicata

oltre le zolle e le stagioni, in quella

che ancor resta alle cime

umida neve:

così correndo in ogni vena

e dici

ancora quella strada remotissima

ed il vento

leggero sopra enormi

baratri azzurri.

 

 

PERIFERIA EN ABRIL

 

Alrededor arriates

donde muchacho te afanabas jugando al fútbol:

y ahora entre añicos

se abren flores terrosas al seco aliento

de los muros en primavera.

Pero en la voz y en la mirada

tienes agua,

tú, profunda frescura, enraizada

más allá de los terrones y las estaciones, en aquella

húmeda nieve

que todavía les queda a las cimas:

así corriendo en cada vena

y dices

aún aquel camino remotísimo

y el viento

ligero sobre enormes

barrancos azules.

 

 

TRENI

 

A notte

un lento giro d’ombre rosse

alle pareti avviava

i treni: tonfi

cupi d’agganci

al sonno si frangevano.

 

E lavava

lieve la corsa della pioggia il fumo

denso ai cristalli: sogni

s’aprivano continui, balenanti

binari lungo un fiume.

 

Ora ritorna

a volte a mezzo il sonno quel tuonare

assurdo

e per le mute vie serali, ai lenti

legni dei carri e dentro il sangue

chiama

lunghi fragori ‒ e quell’antico ardente

spavento e sogno

di convogli.

 

 

TRENES

 

Por la noche

un lento giro de sombras rojas

en las paredes dibujaban

los trenes: ruidos

sordos de enganches

se quebraban contra el sueño.

 

Y lavaba

leve la carrera de la lluvia el humo

denso en los cristales: sueños

se abrían continuos, relampagueantes

vías a lo largo de un río.

 

Ahora vuelve

a veces en medio del sueño aquel tronar

absurdo

y por los mudos caminos nocturnos, en los lentos

maderos de los carros y en la sangre

llama

largos fragores ‒ y ese antiguo ardiente

espanto y sueño

de vagones.

 

 

AMORE DI LONTANANZA

 

Ricordo che, quand’ero nella casa

della mia mamma, in mezzo alla pianura,

avevo una finestra che guardava

 sui prati; in fondo, l’argine boscoso

nascondeva il Ticino e, ancor più in fondo,

c’era una striscia scura di colline.

Io allora non avevo visto il mare

che una sol volta, ma ne conservavo

un’aspra nostalgia da innamorata.

Verso sera fissavo l’orizzonte;

socchiudevo un po’ gli occhi; accarezzavo

i contorni e i colori tra le ciglia:

e la striscia dei colli si spianava,

tremula, azzurra: a me pareva il mare

e mi piaceva più del mare vero.

 

 

AMOR DE LEJANÍA

 

Recuerdo que, cuando estaba en la casa

de mi madre, en medio de la llanura,

tenía una ventana que daba

al césped; al fondo, el terraplén boscoso

escondía el Ticino y, aún más al fondo,

había una franja oscura de colinas.

Yo entonces no había visto el mar

sino una sola vez, pero de él conservaba

una áspera nostalgia de enamorada.

Hacia el atardecer miraba el horizonte;

entornaba un poco los ojos; acariciaba

los contornos y los colores entre las pestañas:

y la franja de los cerros se allanaba,

trémula, azul: me parecía el mar

y me gustaba más que el mar verdadero.

 

 

RITORNI

ad A.M.C.

 

Stamattina, in campagna, sono entrata,

dopo tutto l’inverno, nel mio studio.

C’era un odore quasi soffocante:

odor di muri vecchi; mi ha investito

come le melodie che ci risuscitano

in cuore i più nostalgici ricordi.

Sai: su quel divanetto ho tanto pianto

quando ho saputo che tu non tornavi.

Ed oggi, sulla porta, mi ha avvinghiato

la mia anima di allora; ho riassistito

in un istante a tutto il mio passato.

Mi sembrava di essere affacciata

a una terrazza stretta e di guardare,

sotto di me, un brulichio infinito,

affogato nel vuoto e nell’azzurro.

Una lieve vertigine mi ha colto

e sono uscita: fuori, sotto il portico,

c’era una rondine, che s’è spaventata

ed ha squittito tanto acutamente

che ne ho avuto uno stupido sobbalzo.

 

 

REGRESOS

a A.M.C.

 

Esta mañana, en el campo, he entrado,

pasado ya el invierno, a mi despacho.

Había un olor casi sofocante:

olor a paredes viejas, me ha asaltado

como las melodías que resucitan

en nuestros corazones los más nostálgicos recuerdos.

Ya sabes: en aquel sofá lloré mucho

cuando supe que ya no volvías.

Y hoy, en el umbral, me ha aferrado

mi alma de entonces; he asistido nuevamente

en un instante a todo mi pasado.

Me parecía que estaba asomada

a una terraza estrecha y que miraba

debajo de mí, un hormigueo infinito,

ahogado en el vacío y en el azul.

Me ha dado un leve mareo

y he salido: fuera, bajo el porche,

había una golondrina asustada

y ha chirriado tan agudamente

que he tenido un estúpido sobresalto.

 

 

NOSTALGIA

 

C’è una finestra in mezzo alle nubi:

potresti affondare

nei cumuli rosa le braccia

e affacciarti

di là nell’oro.

Chi non ti lascia?

Perché?

Di là c’è tua madre

– lo sai –

tua madre col volto proteso

che aspetta il tuo volto.

 

 

NOSTALGIA

 

Hay una ventana en medio de las nubes:

podrías hundir

en los cúmulos rosados los brazos

y asomarte

de ese lado al oro.

¿Quién no te deja?

¿Por qué?

Allá está tu madre

‒ lo sabes ‒

tu madre con el rostro tendido

esperando tu rostro. 

 

 

GRIDO

 

Non avere un dio

non avere una tomba

non avere nulla di fermo

ma solo cose vive che sfuggono –

essere senza ieri

essere senza domani

ed acciecarsi nel nulla –

– aiuto –

per la miseria

che non ha fine –

 

 

GRITO

 

No tener un dios

no tener una tumba

no tener nada firme

sino sólo cosas vivas que se escapan –

estar sin ayer

estar sin mañana

y cegarse en la nada –

– socorro –

por la miseria

que no tiene fin –

 

 

Antonia Pozzi (Italia). Fotógrafa y poeta que permaneció inédita hasta su muerte, ocupa un lugar destacado dentro de la poesía italiana que se produjo en el siglo XX. El 2 de diciembre de 1938, tras un intento de suicidio con barbitúricos, fue encontrada inconsciente en una zanja frente a la abadía de Chiaravalle. Murió al día siguiente. Sus poemas, escritos en un cuaderno, fueron editados por su padre que censuró muchos poemas, sobre todo aquellos donde su hija aludía a su relación amorosa con el profesor Antonio María Cervi. Sus poemas están reunidos en Parole. Liriche (Mondadori, 1939).



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