19 Abr 2024

384. POESÍA MEXICANA. JOSÉ FALCONI

-19 Feb 2022

 

CREENCIAS

 

¿Dábale muerte y más muerte el abad a la zorra

inoculada por veloces venenos?

Zorra (o abad)

danzando muy lejos de su cuerpo

en el rodar del vacío

tupido de ansiedades táctiles

desbordadas en astillas de sombras tra/que/tean/do

en la penumbra de la luz solar

en escaleras que llevan a la noche

de hombres/fantasmas que beben su mezcal

 /o achicalan sus yerbas cuajadas de rocío

y cuentan /en román paladino/ sus historias

embrujadas de viento

Caligrafías de hueso y piel

carnes y grasas

Metáforas de pies desnudos levantinos y eróticos

que pisan epidermis escaldadas

y agitan raíces en el trueque del ahogo

Raíces que transitan por blanquecinas negruras

del hueso universal

(visto en un sueño)

 

que fluía entre realidades patafísicas1

 

para definir el espanto que aspa delirios sacros

con verdades domésticas

/pálidos reflejos

de lo que fuera el paraíso bíblico extraviado

en la boira de los días humanos

en el trajinar de la muchedumbre

innumerable y solitaria

adurmiéndose en pérfidas ensoñaciones

mientras el destino común se quebranta

entre sernas diezmadas por los huehues del Xantolo2

atizando mellando zahiriendo

a puro golpe destral

el cadáver de un hombre delgado

sombra de libélula / torbellino flamígero

 

Filosofías otoñales en la esbeltez de mi voz

La luna bien cuajada en su disco hila la sinfonía      

de su entraña

Una orquídea danza en el centro

de su belleza

 

Espacio íntimo que hiere lo nocturno

 

1 Patafísica: Inútil ciencia de las soluciones imaginarias.

2 La danza macabra huasteca, bailada por los huehues; es decir, los viejos.

 

 

CANCIÓN

 

Este poema es un cuchillo de bruma,

es una broma que brama y siembra confusión

como una flecha que atravesara una parvada.

Este poema es un cielorraso de armadillos

que cardan besos en las rodillas de la tarde;

está hecho de nada y genuflexiones de orquídeas

en las exequias de una zarigüeña.

Es un águila. Se derrite en vuelo.

Águila que en su levitación

le pone más velocidad al sueño.

Este poema es un recién cadáver

que resucita entre el mito y el deseo,

es el presagio de que nada existe

y nada hay más allá del hoyo en mi zapato.

Este poema es la danza desgarbada de la muerte

en su cuchitril atávico.

O bien, es tan solo un pensamiento

que rumia ruinas y ripios en el enigma del poniente.

Este poema es una cabellera enloquecida,

la noche adicta en la llanura inmóvil

venida de muy lejos, desprovista de mensajes.

Este poema creció con largueza entre mis huesos

como una herida de fuego bendiciendo mis sonajas,

como una imagen bíblica de languidez extrema

en la ventana aullante en que cavan mi sepulcro.

Este poema es el viento:

Me trae el sabor de tus labios y sus enjoyados besos.

Este poema

es el camello equivocado y el ojo de la aguja;

este poema no es muerte ni vida

ni humo ensangrentado

ni mi nagual de fuego;

es —ya lo dije— un cuchillo de bruma,

una broma que brama,

un puñal que despierta en el rojo follaje de tus ojos

para obsequiarme la otra vida.

El sueño.

 

 

DÍA EN QUE LOS OVNIS

(Noticia autobiográfica)

 

Porque la noche cae y no llegan los bárbaros…

CONSTANTINO CAVAFIS

 

2 del 2 del 72

día en que los ovnis volaron sobre el zócalo

de la ciudad de méxico

¡cosita linda mamá

y no pude verlo!

porque la policía secreta

secretísima allanó la casa de portales

y yo

revolucionario de bolsillo en plenitud

violentado por esos tigres

atigradísimos tigres de papel

con el cuerpo aterido por los golpes

y una gota de plomo hirviendo en mi talón izquierdo

sólo veía un tímido vaho de sol

iluminar a los agentes de la policía secreta secretísima

que destazaban ((después de rajar mi casa))

abrían en canal con sus navajas ((de albacete))

sillones

colchones como los chanchos y las reses del mercado

            de portales

entre el ansia y el deseo

de un adolescente desnudo bajo un arco iris de fuego

arrojado a las inmensas salas

del olvido

el dolor

la humillación…

“niña te tienes que ir

mi amor por ti no puede seguir /ir/ir

eres joven

eres muy joven”

cantaban antonín artaud y lao-tsé desde una radio metafísica

y yo veía pasar cadáveres con sus zapatos de arlequines en las manos

cadáveres eróticos que aún en la muerte gritaban

“¡viva zapata

viva juana de arco

viva rimbaud  y su corazón de chocolate

el che guevara y la flor azul de su locura!”

y yo era

bajo los golpes de los agentes de la policía secreta secretísima

un animal enfermo que quería pero no podía morir

“niña te tienes que ir / ir / ir

tarareaba un policía bizco con dientes cariados

que científicamente aplicaba cadenas

cortafríos gruesas sogas

teas y picanas eléctricas

caimanes para morder el sueño

desbaratar el poema

y uno quería fugarse

romper los espejos y fugarse

incendiarse en los fuegos antiguos como un perro acostumbrado

a morirse sin ruido y fugarse

tomarse una piadosa sobredosis de pentobarbital y fugarse

crear una ilusión de la vida y fugarse/arse/arse

perro noctámbulo desorientado afligido desconcertado enmarañado

adolorido castigado de hocico a la pared

amordazado tembloroso

hecho ceniza de la ceniza enamorada

¡plaf! ¡plaf! ¡plaf!

y la sangre como un sordo idioma

disfrutando en burbujas de su fiesta salvaje…

no pude ver ese 2 del 2 del 72

a los ovnis volar sobre el zócalo de la city

así que de ese día sólo me queda

un cielo violáceo

un sostenido aullido

un trajín de vendas empapadas

un tugurio cercado por la muerte…

 

pájaros pálidos en jaulas de óxido y un cuerpo que (se dobla) (se cierra) (cruje)

 

 

RAÚL GARDUÑO

 

extendíamos la noche sobre una mesa del quin’s y la diseccionábamos con habilidad de cirujano            en el café no hay nadie excepto raúl sergio octavio y yo y la noche que raúl lleva a sus labios y la hace rolar y la aspiramos                    a las diez las calles de tuxtla están solas       otro golpe de alcohol otro golpe de noche de otra que no ésta y que nos hemos sentado a construir           “los cabellos de la selva a caballo” raúl dice sergio escribe con un trozo de vidrio un nombre     en la madera graba este

con las iniciales s y c y una flecha que lo hiere        octavio guarda la noche en el bolsillo de su saco      cerca del corazón     cada uno coloca su pedazo de noche sobre la mesa mientras un hombre fantasmal dentro de mi taza de café se decapita

 

 

SONETO

 

Frágil marfil, desnuda entre cristales

eres la sangre deshelada en rosa

arcana por oscura y luminosa

como inefable risa de metales.

 

Hay guitarras y pétalos dormidos

en tu cuerpo, fatales testimonios

en tus ojos. Heridas de insomnios

y nuestra angustia ardiendo entre los dos.

 

El sueño deambuló por los pasillos

de sombra. Astilla, carne lacerada

ensanchando sus velas, sus anillos.

 

Tu piel entre mis labios borra el mundo,

cubre la densidad de mi deseo

y provoca el destino en que me hundo.

 

 

CANCIÓN

 

Más allá de todo saber

te entran deseos de anunciarlo

como si el crimen múltiple

ca

ye

ra

a esta tierra de sombras.

Tenemos que agruparnos.

Ir del pensamiento al acto

para estar a la par

del acontecimiento aterrador.

Perder el uso de la palabra

que te dispones a pronunciar,

palabra que apaga toda teoría,

toda ilusión por perfecta que sea;

relámpago en la noche avanzada.

Juzga y condena

esta costumbre sádica de ver pasar la vida

por los huesos, las carótidas, los nervios, la faringe,

la piel arrugada como papel-arroz.

¡Vaya con las palabras!,

de pronto aisladas

en las puntas de los dedos,

en la profundidad del sueño,

Palabras que sublevan el corazón del asco

y vienen de las tinieblas para jugar el papel de esclavas.

 

 

HUAPANGO PARA JAIME SABINES

 

Antes de mi total desaparición quiero dar un pormenor de este repentino deseo que habrá de aniquilarme. Yuria apareció hoy entre mis sábanas.

Esta mañana arribé a la vigilia sobresaltado a causa de un mal sueño de enanos archihambrientos que con filosos y delgados dientes devoraban los muebles de mi cuarto. Y mis libros. Y mi ropa.

Si los enanos se comían por ejemplo un buró (¡y se lo comían en un dos por tres!), el espacio era ocupado por una densa niebla musical.

Niebla musical escribo con apego a la verdad de mi pesadilla, pues de la niebla que fue sustituyendo a mis pertenencias manaba música de violines huapangueros. Al fin la niebla ganó la totalidad del cuarto y ya los duendes de dieta universal comenzaban a clavar sus agujas-dientes en mi piel, cuando desperté a la mitad de un grito.

Al concluir el grito me hallé náufrago en un mar de niebla. Quedé tendido en la cama, serenando mi respiración, a la espera de que la niebla, vestigios de mi pesadilla, polvo de aquellos lodos, se desvaneciera.

Pero la niebla no se disipó. En su transporte del sueño a la vigilia extravió su calidad musical y aquí está: real, tibia y ¡perfumada! El huapango de niebla se convirtió en aroma de uvas y oscuras maderas. Pronto me acostumbré a los velos de la bruma y pude ver a Yuria. Yace desnuda entre las sábanas que asemejan las estatuarias olas de un mar congelado.

Ella no habla y sin embargo sé que se llama Yuria, que está hecha de vapor, velocidad y sueño. Sé también que al entregarme a su abrazo (después de sacarme los ojos como ella en silencio lo demanda) sonarán de nuevo los violines y de nuestros cuerpos nacerán árboles de agua.

 

 

José Falconi (México). Entre sus poemarios se encuentran Cercadas palabras (1978), Escribo un árbol (1991), Corazón del sueño (poesía, 1998 y 2007), Golpe de agua, antología personal (1978-2013) publicado en 2014 y Canciones (2016). En novela incursionó con Fragmentaciones (2009 y 2015) y Neblina morada (2020. Tiene un libro de historia regional intitulado De Ozumbilla, el Pan de Muerto (2013) y uno más de cuentos: Escala roja (2008 y 2016). Obtuvo, entre otros, el Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía “Carlos Pellicer” (1978), Premio Ciudad de México (poesía, 1986), Tercer lugar en el Certamen Nacional de Guiones para Telenovela (1987) y la beca del Centro Toluqueño de Escritores, A. C., “Alejandro Ariceaga” para Primera Novela (2009).

 



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