KINTSUGI (Festividad)
Un terreno roto y desflorado, aturdido en mordidas y climaterios, diseca la oreja de una galaxia chispeante:
Cronos cincela los cuerpos, algunos expiran como el óxido, otros son celebrados en su fatuidad,
varios son huéspedes lustrosos en sedosos escaños, algunos perecen ametrallados por la flora de las pesadillas.
Compongo la hendidura dérmica con el oro anciano que brota del útero de Gea. Compongo estrías con el relleno líquido de una luna desertada.
En el lecho del músculo se asientan el temor geométrico, la espera parca por el agua de cobre y estaño que trafica las bondades que unifican.
El agua cae redonda y espesa en el cántaro de la quebrada y colma las filigranas.
Se juntan en sagrados goces lo cóncavo y lo líquido.
Lo pródigo y el corte de piel azorada en su expansión de tacto ante el miembro fantasma del corporal de Dios.
Compongo la suavidad del azar en mi labor de hembra: Las excusas hacen sus floraciones en mis orificios,
los núcleos de carne avizoran el dolor del cauce áurico y violeta.
Un corte se dice agujero y perfila playas o casas salobres
como antiguas son las frutas y las leches amaneciéndote en el cóccix, incrustando gemas en las fallas geológicas.
Un corte es una mácula germinando los mantos de las camas vaciadas de aislamiento.
Dije un amanecer en la celebración de las semillas pétreas que brotan ante el descubrimiento de una geografía insular desde donde se enmiendan los cielos magentas de marzo.
Dije madre en los manteles,
festejé una cándida aurora y las despedidas de los abrigos celestes suturados en su floresta.
Esta era la adultez: declarar el nombre asignado para advertir que toda palabra fue inventada de la nada
y a la nada va nuestra luminiscencia.
Cuando digo madre, sueño mil imágenes de madre y el sonido del padre en un olvido platinado.
Si pronuncio viento, persisten los viajes en el mar del rostro y una tormenta es un escondite en la falda de las tías.
Del vacío surge un hueco ovalado.
Hueco tras hueco, vacío tras vacío, el infinito está lleno de resquicios y brisas en donde la mujer pronuncia sonrisas como cielos atardecidos,
y el padre -la mano del padre- toca la merienda sin el rostro.
Toda palabra fue inventada de la nada y la nada crece en nuestra lengua.
(De Libro Hémbrico, 2019)
LA CARNE EN SÍ
VINO A MI MENTE UN MARTIRIO DE AZÚCAR: LO QUE HE HECHO CON EL CUERPO:
HE CORTADO LOS ÓRGANOS, CON EL AFECTO DE LA MENTIRA APIADÁNDOSE DE LOS DELIRIOS.
HE CAUTIVADO A LA SANGRE, CON LA CALUMNIA DEL ALCOHOL EFERVECIENDO EL PRISMA ANTICIPADO DEL CALOSTRO.
HE SIDO LA HIJA CRIADA
HE SIDO LA HIJA ENFERMERA HE SIDO LA HIJA BURDEL
LA BRUJA, LA BRÚJULA DEL NÍCERO ENCUENTRO CON UN FAISAN ATASCADO EN LA RODILLA DEL VAGABUNDO SEÑOR QUE NOS BEATIFICA LAS INMUNDICIAS
Y LOS SUEROS, LAS INYECCIONES
LOS PEDAZOS DE ESTÓMAGO RECORTADO QUE HAN PERFUMADO EN FORMOL Y COLOCADO HERMOSAMENTE FRENTE A LA CAMA PARA QUE OBSERVE DE UNA VEZ POR TODAS EL OFICIO DE CARNE QUE ME COMPETE.
CONSTANCIA DE LA LUZ,
UN BELLO FÉMUR AHOGA LAS NOTAS
LA ARENA DE NÚMEROS Y CIFRAS QUE SUPURAN TODO EL POLVO SIDERAL.
CONSTANCIA DEL NERVIO
(De Libro Hémbrico, 2019)
Å
Demasiadas imágenes ocultan el borde del cuerpo:
encarnado de úlceras y adoraciones recorre el trayecto,
oblación de cirios abiertos en las caderas.
Tantas flores amanecen a nuestras muertes, tantos disfraces someten nuestro tocar.
La frontera quebrada encuentra el júbilo
en el estallido de las grietas.
[EL DESEO ES UN TRUENO EN EL ROSTRO DE DIOS]
SINAÍ
Ven a jugar en este vacío que prometemos coronarte con acordes y algún símbolo en las sienes.
Una gloria heredada de la pérdida. Es más de lo que merece el descrédito; es menos que la alegría inusual por la masturbación de los obreros. Mañana que es hoy, nos instalaremos en este cuarto sin paredes y el cuerpo benevolente disfrutará de un eco ligero que son miles de nombres escondidos: A pesar de todo, el juego en este vacío provee la serenidad de los espacios que van al 2%. La nostalgia que cruje el beso al raspar las vísceras. Los monstruos convertidos en mujeres extrañamos el mar. Aguardamos el ritmo del silencio de las barcas que llegan a inundársenos en la espalda. Mañana, es decir hoy, pero tal vez un instante sabré que la muerte ha ocurrido todo este tiempo. Ayer, hoy, que sin embargo serán las mañanas de esta espera, dudaré (dudé, dudo) del sonido de las grietas de la memoria.
El que no cree, lo espera todo.
(De L.A. Monstruo, 2013)
Andrea Crespo Granda (Ecuador). Poeta, gestora cultural y docente universitaria. Publicaciones: L.A. Monstruo (2013), Registro de La Habitada (2016) y Libro Hémbrico (2019). Premio Nacional de Poesía de Ecuador “Aurelio Espinosa Pólit”, 2016 y Premio Nacional de Poesía de Ecuador “David Ledesma”, 2017. Ha sido productora de campo de algunos documentales sobre derecho a la protesta, la memoria/narraciones orales y migración y Directora de Comunicación del Ministerio del Litoral, Directora Técnica del Consejo Nacional de Cinematografía y Asesora de Comunicación del Ministerio de Educación del Ecuador (2008, 2009 y 2011, respectivamente) desde estos espacios impulsó la gestión cultural en diferentes espacios-comunidades. También se desempeñó como Directora de Artes Literarias y Narrativas en el Ministerio de Cultura y Patrimonio desde donde desarrolló el Plan Nacional de Lectura y Escritura de Ecuador (2015-2017).