TIRADO DE BARRIGA
frente al gato tirado de barriga.
Mi cara en su cara
sus ojos en mis ojos
y las dos narices juntas.
Como espejos.
Como sombras.
Porque el gato es negro y es como mi sombra
pero sus ojos brillan y dicen cosas.
Dicen que la luna no es un foco ni un conejo
pero sí un ojo de gato que reluce
y que a veces, como él, se duerme.
Y todos los gatos se llaman como el gato,
con su nombre secreto
que me dice suavecito
en su lengua
para no olvidarlo.
SI LOGRAS QUE UN GATO TE MIRE A LOS OJOS
y miras muy fijo en los suyos
y sientes que el oscuro ronroneo
pasa a tu cuerpo
y vibra cuando respiras
y ves que no es confuso,
sino parte de tu piel y tu mirada.
Y ves más fijamente
y los colores de su iris van cambiando
y brillan. Pero en el centro
la pupila, alargada, crece
y se entreabre
y te muestra
sus jardines, los rumores que lo inundan,
los pliegues pequeñitos de las cosas
que son grandes y flexibles y misteriosos
y te llevan a otros mundos, con colores y sonidos
y sensaciones que no sabías que existían.
Pero si te asustas
y cierras los ojos,
pierdes el mirar fijo y el ronroneo.
Y él parpadea
y se cierra esa puerta
hasta que vuelvas a lograr
que un gato te mire a los ojos
y mires muy fijo en los suyos.
CUANDO TAÑE UNA CAMPANA
se abre un camino en el aire
y una llama cruza entre los vientos
mientras reverbera el eco.
Cuando tañe una campana
un cuchillo alado parte en dos el tiempo
y abre una grieta luminosa
por donde se cuelan pétalos y aromas
y un calorcito se respira
y late dentro de nosotros.
Cuando tañe una campana
las estrellas se detienen un momento
a escucharla
y las bestias aspiran su presencia luminosa.
Cuando un gato te mira muy fijo
y maúlla alto, claro, diciéndote un secreto,
tañe una campana entre los pliegues de los mundos.
UN GATO LUMINOSO DESLIZÓ SUS HUELLAS POR MI SUEÑO,
rondó el espacio en el que habito,
encendió con rumores las bujías
que pensaba fundidas para siempre.
Trajo en las pupilas el remedio
que ayuda a atravesar todo abismo.
Entre el pelo de su lomo
vivía una legión de seres asombrosos
siempre listos para el tósigo, las alas
y el balance sempiterno de las lunas.
Su luz alimentó los pliegues de estos muros,
hizo cóncava la almendra en que reposo,
bordó mil manantiales al contacto de sus patas.
Ahora, que emprendo nuevamente la marcha,
vuelvo el rostro hacia el lugar donde solía morar
y veo al gato iluminando la ventana.
Cierra los ojos.
Comprendo que se ha ido.
GATO
Crepita en su entraña arcano fuego.
Escucha:
Ronda el ruido la ribera del extenso territorio al otro extremo.
Negra llama de sigilos, abre los cerrojos de entretelas que surcan al resguardo de su entorno antiguas runas.
Conjuro, ensalmo:
Ronroneo.
Tibia memoria segrega el fragor de su hoguera.
Fractura los aromas del manzano, acerca a ríos subterráneos,
al misterio.
Abre las cortinas en relámpago al ritmo de su coro carne adentro.
Al filo de sus ojos se entreteje el resplandor.
TIGRE
Porque lo bello no es nada más que el
comienzo de lo terrible, justo lo que
nosotros todavía podemos soportar.
RAINER MARÍA RILKE
Cólera dormida, retráctil alfabeto en llamas.
Peso, brillo, áurea talla.
Amamanta con luz a sus cachorros.
(Vivas llamas en quinqué,
inquietos resplandores custodiados por cristales).
Indómito ángel, cuerpo que es silbido, que es antorcha al penetrar la selva gangrenada, al erigir clamores que calcinan, arrasan, transforman todo cuanto arde con su paso.
Empaña el mercurio con furor de miradas. Iracunda adolescencia -adolece de sangre.
Su belleza paraliza.
Luego el nombre que encarna en la carrera, en los músculos que abrasan.
Dentellada, como flecha, en la garganta.
Cuando duerme huele a sangre.
(Aunque uno de su raza dijo que el olor era de sexo y carne macerada).
Se escucha el crepitar de sus pulmones, el aire se enrarece de la esencia macilenta de la presa.
Cruel kratofanía.
Gorgona.
Es cautivo por su imagen cuando astuto encantador ofrece a sus ascuas un espejo bañado de alcanfores que invierte el papel del exterminio.
La bestia es seducida.
Su hermosura la destruye en el reflejo.
LEÓN
Hierve la médula esquiva.
Párpado inflama reflejos del alba y un erizado fulgor se trasciende.
Furia lo azota en cimientos.
Elige mortal tesitura,
ofrenda con líquidos sones su estampa rugiente que estalla en coral belcebúes.
Circunda a la presa en fugaz geometría.
Atrapa el gimiente que inunda, se vuelca en la cruz de su disco, imprime en fragores su zarpa que es maza y sentencia.
Expiación.
Roxana Elvridge-Thomas (México). Ha obtenido, entre otros muchos, el Premio Nacional de Poesía Joven “Elías Nandino” y el Premio Nacional de Poesía “Enriqueta Ochoa”. Ha publicado nueve libros de poesía y dos de ensayos, así como múltiples libros colectivos de ambos géneros. Ha sido traducida al inglés, francés, portugués y árabe. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte de 2004 a 2007.