ESTE MAR
Este mar proclive a hervir
con la sola acometida de unos ojos,
este mar mordido ya
por la verde dentellada de mandrágoras
Este mar tragándose a sí mismo
para que nadie a cien metros le perciba
su aliento alcoholizado de geranios
Este mar que ronca doloroso
mientras sufre los estragos
de un mareo adquirido en vueltas líquidas;
este mar color de vértigo
que enverdece como un whisky envenenado
Este mar que entrechoca sus balandras
mientras cruje la armazón de sus caderas,
este mar que acarrea combustible
hasta playas de por sí combustiónadas
Este mar que acaso se desborde
que acaso finalmente se delate,
este mar que penetra extemporáneo
por los dedos de una loca tosca y triste
Este mar que acaso se fraccione
en una de sus crueles sacudidas,
este mar convulso y convulsivo,
este mar de atroces convulsiones
Este mar que lacera con sus ácidos
los hombros ardientes de sus olas,
este mar lacerado y lacerante,
sangrando entre los peces y el olvido
Este mar que acaso se abandone
porque es fácil vivir a la deriva,
este mar que nació quién sabe cuándo,
este mar que irá a morir quién sabe dónde
YO VI A OFELIA FLOTANDO POR EL RÍO
Yo vi a Ofelia flotando por el río.
Quise coger las flores que apretaban sus manos,
quise arreglar los bucles mojados de su muerte
pero su rictus triste se parecía al mío.
Yo vi pasar a Ofelia y dejé que se fuera
con su ramo de flores y con su drama frío,
pude haberla cogido por sus hombros delgados,
pero sus nardos leves crujieron conmovidos.
Pude haberla amarrado a una vara de ortiga,
pude hacer que encallara en un banco de ostiones,
pude haberla cosido a una espiga de trigo.
Pero Ofelia llevaba lo que yo no tenía:
un vestido flotante que surcaba canciones
y a un demente flotando en sus ojos dormidos.
POR LA SIMPLE FRICCIÓN DE LAS PALABRAS
Por la simple fricción de las palabras
se llega al éxtasis.
En esta, mi primera relación con el texto,
textualmente me revuelco en el lenguaje.
Entreabro los labios para decir “esta boca es mía”,
pero no sé si soy yo la que por esta boca está hablando.
No importa que nadie me recuerde en este último día
tan parecido al siguiente.
Algo que no es la rosa de otros días
fluye entre los muslos,
desangra para siempre entre los labios
la rosa que no vuelve.
PREGUNTARÉ POR TI
Preguntaré por ti de todos modos
aunque de todas partes te hayas ido,
perderte fue más fácil que encontrarte,
por eso no hay recuerdo ni hay olvido.
Alguna vez estuvo programado
algún encuentro dulce y clandestino,
pero a la hora exacta del pecado
mi corazón no fue ni el tuyo vino.
Lo nuestro comenzó casi acabado,
lo nuestro nunca fue y sólo ha sido
un día ya lejano del pasado,
un árbol que de arder se ha consumido.
Preguntaré por ti de todos modos
aunque de todas partes te hayas ido,
y aún si el mismo amor se me ha secado
podré llorar de amor si estás conmigo.
LA SOMBRA QUE NO ES MÍA
No sé si soy la sombra
de un cuerpo que no es mío
Mi sombra es nómada
ella sale a buscar versos ajenos
hurgando en los bolsillos
de una mujer fantasma
El cuerpo que no es mío
espera el retorno de su sombra
acostado en su cansancio sedentario
Mi sombra regresa adolorida
por un frío que le corta las entrañas
Se mete entre las sábanas
y no encuentra cuerpo alguno
que derrita sus escarchas
Yo soy la sombra
de mi sombra
ambas buscamos
un cuerpo que escapó
mientras las dos dormíamos
Sonia Manzano Vela (Ecuador). Poeta, narradora, ensayista y pianista. Ha publicado doce poemarios, entre los que se encuentran: Full de reinas (1991), Patente de corza (1997), Último regreso al Edén (2005) y Espalda mordida por el humo (2015).Antologías: Casa de Luciérnagas, de Mario Campaña (2007), Poetas nuestros de cada día: Marco Antonio Rodríguez (2008), Tapestri of the Sun, an Anthologi ecuatorian poetri (2009), Poesía ecuatoriana contemporánea, de Cesar Dávila Andrade hasta nuestros días: Xavier Oquendo (2011), Antología de la poesía ecuatoriana contemporánea, de Emilio Cocco, (2012), Poetas Hispanoamericanas de hoy (2007) y Poesía ecuatoriana contemporánea (2010).