ELLA, LA BELLEZA
Arranqué aquel espacio
que los días medía.
Visité la corrriente
de mis agallas.
Luego,
toqué la belleza,
pero ella
propia
en su realidad
e irrealidad,
se escurriere
entre mis dedos.
Ella,
un instante,
calma
y también éxtasis.
Razón,
luz,
encuentro.
A solas,
la he visto
deslumbrante.
Frente al tiempo,
ella es
sentido.
Su perennidad
la convierte
en cosquillas
ante tan cruda existencia,
humanidad.
Sus días
y noches me contagian.
Ya no importa
si muevo el timón contra corriente,
al estilo de Expreso de Medianoche.
O si el mundo gira a toda prisa,
y yo me afirmo
en la quietud,
que no es silencio.
Ella,
siempre está.
Se escurre entre mis manos,
alcanzo a sentirla.
Me toca.
Siempre me conmueve.
Me pregunto,
¿quién puede ser más
afortunado
al final de las horas?
PRESENTE
El hoy,
es una hoja al viento
siguiendo su curso,
tal otoño.
En algún espacio,
vertiente multicolor
para una mirada.
Lleno de sabiduría,
se entrega sin fin.
Su tiempo es verbo
constante,
eterno,
y utópico.
ACERAS DE TINTA AMABLE
De repente,
la gran ciudad
habla bajo.
Te diviso entonces,
pero soy yo
mirándome
a través de ti.
Me acercas
tú,
mas soy yo
quien te busca.
A pesar de la intemperie
del alma,
surge la mirada
inequívoca
de quien necesita
más que yo.
Allí mismo,
entiendo
que las veredas
vestidas de gris,
nos amparan
a ambos.
Me dirijo entonces
a ti
o tal vez a mí.
Desdoblo
una observación.
No es triste el gris
de las aceras,
aún tú
descansas sobre ellas.
Declamo
esta noche
por los dos,
y a favor de aquello
que no desiste
de sí mismo.
Es singular el gris.
Infinitos matices
lo alteran.
A pesar de ello,
no es ambivalente
en esencia.
ESPERANZA, NOMBRE PROPIO
Algunos renglones
aspiran
a leerse entre líneas.
Una niña se pregunta,
¿a qué saben
los labios que yacen
como filigrana
de la tarde?
Desnuda va una mirada,
hace una tregua.
Entrega
su mejor versión
y firma
una querella.
Si acaso el viento
tuviera la bondad
de unas cómodas cuotas,
no se olvidaría
del lugar en el que dejó
el nombre de la niña,
y junto a éste
pétalos sin flores
a la diestra
de la esperanza
de ser.
ESTACAS DEL HUMANO
Repetir historias
y guerras.
Silencios
enclavados
como estaca.
Condena del mundo,
es deambular por éste
sin abrazar
los huesos propios,
sin entender los ajenos
y liberarlos todos.
Efímero sujeto
es el humano.
Ocupa un espacio ilusorio,
en el que a menudo
su rostro confunde
la cara del tiempo.
ARGUMENTO
El valle
de sus labios,
curioso
argumento.
Se desliza
honesto,
ante la vibración
de unos ojos.
Cerca,
el talle de una bailadora
gira
al compás de la luna.
El pestañeo
de sus castañuelas,
desprende la fruta
del árbol
que cobija un pecho.
Lástima,
que la luna
esté menguando.
Su conclusión
aplacaría
al vaivén
de la noche.
Caen
como imanes
esos ojos,
en lo profundo
del valle
de sus labios.
PERSPECTIVA
Si con un pestañeo
nace el sol,
con un cerrar de ojos,
morimos
todos un poco.
Así como las tardes
se pierden
en la perspectiva
de un mañana,
en los cafés
espera
la pregunta,
¿qué será de nosotros
en un día gris?
PAISAJE
Las tardes
van doblando
la esquina
de mi sol.
No hay más preguntas.
Si ellas
voltearan su escenario
y me colgaran
de los hilos del mañana,
me dejaría caer
sobre el brillo
exponente
de mi orilla,
y de reojo
me vería
una vez más,
a través
de la fina vértebra
de la imaginación.
Maureen Altman. Artista plástica, poeta y educadora. Licenciada en Artes Visuales y Magister en Ciencias de la Educación y Educación Especial. Ha sido invitada a participar en diferentes antologías, revistas literarias, ferias del libro y festivales internacionales. Publicaciones: Encuentro, amor, vida, tiempo 2014; Matices, 2017 y Trapecista, 2019. Es directora de EducaArts, centro de estudio del arte y de metodología educativa; coordinadora en New York de Poetic Education for the World.