VIEJO RECLAMO
Sabía que mañana ya no habría adiós.
Sabía que la noche ya no lloraría:
sabía que mi madre volvería a mis manos
sabía todo en mis edades perfumadas
sabía conocer pájaros y enredaderas
sabía fingir pesadillas y hogueras
sabía olvidar los cigarros
sabía mejor cómo ceñir un beso
ahora no sé más que el deseo
el aparente ocaso del deseo.
REFLEXIONES SANITARIAS
Tal vez si me pintara los labios
con el labial de mi hermana
y me colgara una diadema
y tocara guitarras
y me sentara a esperar una rosa
tal vez si admirara mis manos
y me mirara en un espejo sin
taparme el abdomen.
Tal vez
tal vez si quisiera
podría cantar y perfumarme
Beber y lucir sana
tirar a la basura
sostenes y poemas
viejos.
Tal vez si soltara
de una vez el anochecer de mis rostros
o empezara por bajar la tapa.
LA DERIVA
Desperté con las manos metidas en el fondo del mar
bajo el mar se esconden cosas que pican y queman
bajo el vestido se esconden manos metidas en el fondo del mar.
ESCRITO DESDE LA FIEBRE
La lámpara domina a los ojos.
El tiempo es una mancha roja
y el viento quema la lengua
como cuando traicionamos.
ESCRIBIR A OSCURAS
Escribir a oscuras. Apenas iluminada por el pequeño éxtasis desparramado por la ventanilla aludiendo a la divinidad al culto al cuerpo de la diosa paseando desnuda sobre mi dedo herido escucho el sermón en la TV muertos blancos muertos rojos muertos azules que no conocieron jamás el delirio ni la risa el amanecer intacto el cerro el precipicio afuera hay perros tristes Ángeles y mosquitos que acarician mis mejillas por igual ahora que mis manos insisten en tocar el tambor de la muerte mis ojos abiertos son casa de pájaros heridos antiguos dioses me hablan al oído sobre el poder la saliva que sana he venido a buscarte más allá de mi reino donde ya no soy cuerpo abandonado ni espero encontrarme con mis huesos visiones poesía arrojada por la calle derramada disfrazada colgada de árboles fantasmas ya no somos cuerpos ni roca sobre roca siguiendo el rastro de nuestros propios corazones sin vela ni lámpara como ha sido siempre erguirnos ser peligrosos letales tormentosos: escribir a oscuras.
MÁQUINAS ESPIRITUALES
Desperté una mañana
Observando a través de la ventana
El reflejo de mi transparencia.
Consulté a los antiguos sabios
El poder de transmutar la energía colérica de mi vientre,
Para poder poner en una vasija
Mis impropias maneras
De caer rendida ante el espejo.
Desperté una mañana y pensé
En la compasión del mundo
Vi mis manos negras de un antiguo
Pecado universal: Autocomplacencia.
Autoconmiseración.
Autovalentía
Autoinfierno.
Mis piernas han estado hundidas
Mucho tiempo en el fango
Poseídas por espíritus sucios y febriles
Mi pecho ha saltado al precipicio
Buscando una manera de encontrar
Un riachuelo de saliva
Te espero sentada
En el vacío
Mi flor de loto se abre
Revolviendo el fango
No puedo esperar
A encontrar el camino
De la liberación.
Que se abran los ojos de mis manos.
He nacido de un barro
Incandescente,
Ataviada de serpientes inmorales
Y pastillas para el sueño,
Labios rosados purificados
Pantaletas blancas purificadas
Torso delicado iluminado
Súbitamente
Irresistible
Deseo
Deseo
Sufrimiento
El viento levanta las cortinas.
La hierba seca se incendia por instinto.
CRISTALES
a Lady Lazarus
Tengo en mis manos un libro de azules oscuros. Se llenan de espuma los dedos. Sé que de noche resucitarán las amapolas. Lloraré hasta el amanecer. Acompañando a los miserables, a los sin nombre, a los ladrones de inocencias. Al amanecer los helechos cantarán en tu nombre y atraparán los pies de Ariel. Que es entonces un Dios de humo sin sangre y sin dolor. Solo Venus, su amante dormida en su regazo.
Paso la página. Escucho afuera risas estruendosas, tal vez psicópatas poetas o ángeles en perdición, religiosos tarareando en mis sueños de sexo oscuro, sangriento, bestial. Toco mi campana, es de cristal y de un ácido brillante. Cristales azules que se derriten en mis manos. Apenas un olor a tristeza, querida, apenas una música de despedida, apenas un temblor en tu cara. La luna tiene hoy el tono de tus cabellos. También las mismas sombras. Algo se rompe en pedazos en el piso.
Tal vez el eco de la inconformidad.
Siempre buscando, buscando, buscando
el knock knock
acechando entre los murmullos, entre los delirios
una furia, al fin, un estruendo,
una verdad con espinas
un fuego, un hechizo total,
imperecedero
un diablo danzante
una danza macabra
una virgen ardiente
con pezuñas y agujas
una corona de adormidera cristalina
adornando tu cabeza
alas color relámpago
sueños al fin
sueños sin dolor
ni perdones.
No pido perdón. No pidas perdón.
es tu alma en estas últimas páginas.
Tu salvación.
El cristal se ha roto.
por y para siempre.
ÚLTIMA VERSIÓN DE MÍ
La bailarina masoquista
Se enquista vacilante
Otra vez y otra
Sobremontando la misma cantaleta
De pisar los tablones
Dolorosos y alcahuetes
Con los callos rosados
Y duros sobre la base de
Sus nobles instrumentos.
Váyase a saber qué sucedió
Con el vals que un caballero
Un día compuso para la
Bailarina indiferente de
Los caballeros compositores
Y sus dedos largos y blancos
Que son una maravilla
A la mera hora de masajear
Rosados y tupidos callos.
La bailarina no atina
Y nunca se pregunta ni se detiene
A dudar el paso del viento
Bajo su tutú
Tampoco sabe qué dolor se sentirá
Cuando acaba el amor o la primavera.
La bailarina quema de una vez
Las hojas desmayadas del otoño.
Recoge las cenizas para evitar
Suposiciones.
Es segura y precavida como
Cuando un perro se posó
A su lado y le ataco
De frente
Le rasgó
La
Pierna
Pero el perro como las hojas del otoño.
Diana Castro (El Salvador) Formó parte de diversos talleres literarios. Ganadora certamen centroamericano de poesía Ipso Facto (2014). Publicaciones: Levedad de Voz. y Una mancha roja. Ha participado en diferentes lecturas y festivales de poesía. Ha representado la producción de poesía hecha por jóvenes en El Salvador y en Festivales de poesía para y por mujeres.