21 Nov 2024

433. POESÍA PANAMEÑA. AIBAN WAGUA

-17 Abr 2022
Poesía

 

NOGAGOBE

 

Aquí está un quejido

sagrado, precolombino, ritual.

Es un tinajón de jugo negro de caña.

Guarapo endiablado.

Una salmodia salvaje, maicera, desnuda,

descalza, ardiente y primitiva,

de pie junto al paso de las muertes.

 

(Aquí estuvo mi abuelo goteando

bocas de risa,

hermoso golfo de pelo negro...)

 

¡Nogagobe, nogagobe,

nog be iddomodeen, an ai!

 

Gunadulemar rojos, agua de bija.

Algarabía, colores, meneos,

pantorrillas, cañutos, maracas,

se transpira fiesta...

 

¡Temblor, temblor, temblor aborigen!

Remolienda,

curuja, urubú, mono blanco, mono negro,

cariblanco, verdinegro, monomono...

 

Los muertos están a un paso,

los muertos cantan, escancian,

derraman lágrimas, noga be gobe an ai!

 

El tiempo se ha detenido

una tarde tatuada de rojo escarlata.

El tiempo es un engrudo de ritos.

 

¡Noga gobemalayeee, ejejejeje,

an ai be noga gae, be noga gobe, nogagobe!

Sioggo, noggasde, iddomar an do…

tan guna como una mola escurrida en la arena

 

 

INDIO BAJO TIERRA

 

Vuelvo a soplar la guaira de caña brava

como un rayo resuelto a estallarse

en su antiguo nombre.

Esa mujer otomí, me ha recogido,

soy un puñado de maíz tierno

entre signos libres en angustia.

 

Subterráneo este indio,

este indio bajo tierra

está llorando

porque han raptado a su pareja.

Calcomanía herida a bofetadas.

 

Vuelvo a soplar la guaira con sabor de jagua,

estoy envenenado con la chicha de Ñamandú.

Esa mujer gnäbe, me ha recogido,

soy un chotillo paticojo

entre el canto del tiempo

y la cultura de occidente.

 

Subterráneo este indio,

este indio bajo tierra

está callado

porque han cercado su finca.

¡Este pobre indio no tiene ley que lo ampare!

 

Vuelvo a danzar con mi collar

de huesos de pelícano,

estoy enfermo

en la protesta de Urraca.

Esa mujer guaraní me ha recogido,

huelo a orobias, fucos y mastranzo.

 

Subterráneo este indio,

este indio bajo tierra

gimotea, suplica, calla,

tropieza, muere

porque le han quebrado las alas

y su totuma de guacamole.

 

Vuelvo a danzar con mi collar

de dientes de pecarí y caracol,

agonizo con mis parientes

de la Amazonía.

¡Baja, abuelo yanomami!,

han llevado tus elotes y tatuajes,

nos han dejado sin templo y mendigando.

 

Subterráneo este indio,

indio sudado bajo tierra.

Indio tierra–lodo jadeando.

 

 

HOMBRECILLO ELEMENTAL

 

Hombre menudo

que sube el guayabo,

rema la pleamar,

bebe el océano con la cuenca de los ojos,

escama

y maraña.

Aprendió a decir “si”

cuando cedió su güira,

esquicio primitivo a flor de mano.

 

No es ni espuma

ni brujo con sombrero de plumas:

Es un cotiledón reclamando

un ramo de eucalipto en línea recta

con su madre Nebagiryai.

 

Hombrecillo menudo,

tejedor de mochilas,

culpable de danzar

cuando otros disfrutan el canal.

 

Dule curtido,

señor de ayunos,

tastanas y chaparrones.

Color de cobre, fuerte,

con la plata limpia de la fatiga.

Pescador de orwaib y dugusidsi,

picado de zancudos,

siempre de pie

que se hinca sólo

ante su Baba y Nana a pecho abierto.

 

Hachero de isberwala

y musculatura indomada,

que brinda al amigo un puñado de sol

y una totuma de horchata africana.

 

Rastreador de jabalís,

iguanas,

ñeques,

armadillos…

Amigo del primer canto de gallo:

Hombrecillo elemental.

 

 

CHICHA BRAVA

 

¡Un aullido compacto y hechicero!

Cuelga de los bejucos

y de la caña brava.

La chicha está madura.

¡Flautillas,

maracas,

gritos,

músicos de Ibeorgun,

pies desnudos!

 

Veinte tinajones boca arriba,

oliendo a exigencia agridulce.

Veinte tinajones,

hojas de iraca y guindillas y ceniza.

Veinte tinajones,

tierra quemada, cabuya y arena.

Veinte tinajones,

rituales, sellos del pluriverso,

amuletos de gaburwala.

 

¡Gunadule,

aretes,

gargantillas baratas,

pipas blancas,

fiesta brava,

incensarios de barro,

humo de cacao seco…!

 

¡¡Uij, uij, uij, uij, uuuuuuuuu!!

¡¡Uij, uij, uij, uij, uij, uij, uuuuuuuuu!!

¡Yeer iddosii we nabbaneggi!,

corean mujeres en un solemne bullicio.

Comparten penas,

comparten risas,

comparten y comparten y comparten...

 

¡Mil gritos!

Remolino de gritos,

brinco sobre brinco.

Los gunadule pactan suegros.

Las gunadule descubren duendes:

¡¡ej, ej, ej, ej, ej, eeeeeeeeeee!!

¡¡ej, ej, ej, ej, ej, eeeeeeeeeee!!

An ai an yeer iddolea,

suuuuu iddolea… ¡¡¡aaaaaaeeeeeee!!!

¡¡¡Torbellino!!!

¡Doble veces torbellino ritual!

Chicha brava,

petulante,

tiznada de maíz tostado.

¡¡¡¡Ej, ej, ej, ej, ej, eeeeeeeeeeeeeee!!!!

 

 

GUNAMOLA

 

Una noctiluca

en la hoja de bijao.

Un rizo desconocido sobrepasa

la ternura póstuma, la begonia, el alquitrán.

 

Aquí quedaron los dedos

de mi abuela Gwadule, después de muerta.

Una gunamola que me descubre y dilata

como un eco ausente saltando a la vida.

 

Roja,

negra,

amarilla.

Es la sílaba de una joya fecundada

en sahumerios, y,

el infinito la respetó

desde el muro de caña brava.

Liturgia compleja de Nagegiryai,

agujas e hilos, grafía básica.

Arte que rehúsa ejemplares

en el cestillo de mi niña.

 

Me enseñaron a encender mañanas,

a soplar ocasos,

a envolver estrellas,

pero,

no he visto la mano de una diva

que espigue luceros por la cola

y los meta en su cestillo de mimbre

y los convierta en historia precisa.

Sé de noches que regalan

los primeros besos…,

del mar que se torna seda oscura,

de filigranas,

de cojines japoneses,

de cobertores orientales,

de vientos que manejan

riberas con chapas de vidrio:

pero,

ésta, me dice su nombre,

me insinúa su vieja maraña,

su guedeja de Abiayala antigua.

Esta me deja entreabierto

silbando mi distancia y mi orgullo.

 

Es gunamola:

la misma que secó mis primeras lágrimas

y mi mortaja que saborea

los mimos de mujer gunadule.

 

Me purifica y me ciega

hasta volverme alba y mar violento

con una rama de viburno alzada.

 

Es gunamola de mi niña

que deletrea,

como un grito intacto,

el arte nacido en Abiayala.

 

Vivo mi raza

y tengo incrustado el sello

en mi todo y en mi muerte…

 

Gunamola, mornag, mola de mi niña,

ojos abiertos ante una quimera.

 

 

CHOZA

 

Un cuajo de paja seca.

La ternura embebe el amor limpio

de dulebuna que sube puntual la corriente.

Calabazas y un cayuco largo;

espuertas y canaletes

espigas de un rito nuevo.

 

Tendederos rotos,

ropa seca,

calderos,

añicos de una canoa vieja,

una pantufla gastada...

 

Tinajilla que rueda inmóvil

la sucesión de secretos.

Olor de hierbabuena que es un pasado

ensartando el presente.

 

Mi choza bebe agua

ingurgita altura,

canta el siaigar.

–Siéntate en esta gana,

tronco tallado por mi padre.

Escucha el arrullo de mi madre

que adormece su nieto de tres meses.

Sírvete la totuma de inna

y pela una banana de finca cercana,

pecosa, enana, dulce.

We an nega,

duro sabor marino,

el sol que se une a la arena,

la copra seca que ya no se vende.

 

Mete la mano aquí,

en el mismo plato mío

y escurra la tajada de limón…

Mi choza. Pequeña choza

con una sola puerta...

¡Mi choza!

 

 

IBEORGUN

 

¿A qué vienes, pequeño nativo?

¡Tienes el jabeque fresco que tornea

el vuelo de una garza!

Caminas,

previenes,

alcanzas a palmotear desde un maizal,

y,

engendras

y reconstruyes el racimo

de olodule vuelto a la arena.

 

Subes,

bajas,

y dialogas con la fauna

antropomorfa y pacífica.

¡Exacta medida de la lluvia!

Ibeorgun, Yoodiwala

con la cabeza izada.

Amigo de la borrasca.

¡Descalzo y duro!

Visionario contra muerte,

entreabierto desde el río Yoo.

¡Abuelo preeminente!

No tienes poltrona ni bollo cocido.

 

Abres la página salobre de tu mano;

tomas el tinajón

y fermentas la primera medida de caña dulce.

Conservas un manojo de aire

sobre tus ventanillas de mongol.

Campano antiguo,

constructor de puentes.

Padre Ibeorgun de isberwala:

los gunadule se han mareado

porque el gaibir está a punto,

filamento de maíz de Baba y Nana.

Y, tú no toses

con el humo de la guindilla.

¡Absorto,

miras y remiras tus mismos ojos!

Paladeas el licor negro,

te levantas;

entonces, te balanceas un poco.

Se estremecen los dientes de caimán

y los huesos de pelícano,

las plumerías,

el tizón y el tabaco y la mujer gunadule.

¡Es la fiebre de una jarana

que no se deja civilizar!

 

Sudas

y el achiote penetra tus poros

de assumigur insobornable.

Vas conduciendo a ese pueblo gunadule.

Hoja de menta violando alturas...

Enseñas,

apadrinas,

reprendes:

onmaggednega,

dimasmaedigala,

muigala...

 

Levantas la ortiga

y lanzas tu experta mano,

espesa como una milpa consagrada.

Ibeorgun, doblegando muchedumbres

en la solemne apertura de nergan.

Me tallas, pequeño y múltiple,

y soy tallado con tu ley,

y tu misterio y tu historia.

¡Gunaadule cabal

que no deja morir ni al mar ni a la isla!

Meteoro precipitado desde

el mismísimo Baba Grande.

¡Ibeorgun!

 

 

¿POR QUÉ TE QUITASTE LA MOLA?

 

¡Niña!

¡¡Niña!!

¡¡¡Niña!!!

¿Por qué te quitaste la mola?

¡Cómo me duele verte disfrazada

de mujercita europea!

 

¡Niña!

¿Cuánto me pides por ésa

que tienes en el cestillo?

–Cinco dólares–

¿Lo ves?

–¡No cuesta nada fuera de tu cuerpo! –

¡Póntela!

¡Así! ¡Eso es!

¡Ufa!

Y, ¿la argolla?

¡Ah, no tienes agujero de la nariz!

¡Qué pena!

 

¡Niña!

¡¡Niña!!

¡¡¡Niña!!!

Dile a mamá que voy de viaje.

¡Lejos!

Donde las niñas tengan su mola,

y su argolla,

y su wini

y su piragua,

y preparen cada mañana

un plato de guineo para asarlo

a fuego lento.

 

¡Niña!

¡¡Niña!!

¡¡¡Niña!!!

Cuando te conocí, hace dos años,

te llamaban Sibbor

y, ahora te dicen Gertrudis…

¡Niña, esa mola en venta!

¡Un nombre que te han prestado!

 

Niña, que aún piensas en el río,

y la mola que queda en la cesta de la abuela.

Tal vez, un turista la compre hoy

y la guinde en su negocio:

“¡Compren, señores, es una joya!”

“¡¡90 dólares!!”.

 

 

Aiban Wagua (Nación Dule/Panamá). Doctor en Ciencias de la Educación con su tesis: Los kunas entre dos sistemas educativos. Análisis de sus expresiones culturales más significativas y sus roces conflictivos. Es director técnico del Proyecto de Implementación de Educación Bilingüe Intercultural en los Territorios kunas de Panamá. Publicaciones en poesía: A pie con la gente, A la manera kuna, Cantando con la gente, Desde el silencio indio, Nana Gabsus Mor ginnid, Ibdula Agiginne. También ha publicado libros de ensayo filosófico-teológico, Anotaciones históricas y mitos kunas, relatos ymuchos más En 2022 fue escogido por unanimidad como Miembro Honorario de la Academia Panameña de la lengua, siendo el primer intelectual guna honrado con tal distinción.

 



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