NOGAGOBE
Aquí está un quejido
sagrado, precolombino, ritual.
Es un tinajón de jugo negro de caña.
Guarapo endiablado.
Una salmodia salvaje, maicera, desnuda,
descalza, ardiente y primitiva,
de pie junto al paso de las muertes.
(Aquí estuvo mi abuelo goteando
bocas de risa,
hermoso golfo de pelo negro...)
¡Nogagobe, nogagobe,
nog be iddomodeen, an ai!
Gunadulemar rojos, agua de bija.
Algarabía, colores, meneos,
pantorrillas, cañutos, maracas,
se transpira fiesta...
¡Temblor, temblor, temblor aborigen!
Remolienda,
curuja, urubú, mono blanco, mono negro,
cariblanco, verdinegro, monomono...
Los muertos están a un paso,
los muertos cantan, escancian,
derraman lágrimas, noga be gobe an ai!
El tiempo se ha detenido
una tarde tatuada de rojo escarlata.
El tiempo es un engrudo de ritos.
¡Noga gobemalayeee, ejejejeje,
an ai be noga gae, be noga gobe, nogagobe!
Sioggo, noggasde, iddomar an do…
tan guna como una mola escurrida en la arena
INDIO BAJO TIERRA
Vuelvo a soplar la guaira de caña brava
como un rayo resuelto a estallarse
en su antiguo nombre.
Esa mujer otomí, me ha recogido,
soy un puñado de maíz tierno
entre signos libres en angustia.
Subterráneo este indio,
este indio bajo tierra
está llorando
porque han raptado a su pareja.
Calcomanía herida a bofetadas.
Vuelvo a soplar la guaira con sabor de jagua,
estoy envenenado con la chicha de Ñamandú.
Esa mujer gnäbe, me ha recogido,
soy un chotillo paticojo
entre el canto del tiempo
y la cultura de occidente.
Subterráneo este indio,
este indio bajo tierra
está callado
porque han cercado su finca.
¡Este pobre indio no tiene ley que lo ampare!
Vuelvo a danzar con mi collar
de huesos de pelícano,
estoy enfermo
en la protesta de Urraca.
Esa mujer guaraní me ha recogido,
huelo a orobias, fucos y mastranzo.
Subterráneo este indio,
este indio bajo tierra
gimotea, suplica, calla,
tropieza, muere
porque le han quebrado las alas
y su totuma de guacamole.
Vuelvo a danzar con mi collar
de dientes de pecarí y caracol,
agonizo con mis parientes
de la Amazonía.
¡Baja, abuelo yanomami!,
han llevado tus elotes y tatuajes,
nos han dejado sin templo y mendigando.
Subterráneo este indio,
indio sudado bajo tierra.
Indio tierra–lodo jadeando.
HOMBRECILLO ELEMENTAL
Hombre menudo
que sube el guayabo,
rema la pleamar,
bebe el océano con la cuenca de los ojos,
escama
y maraña.
Aprendió a decir “si”
cuando cedió su güira,
esquicio primitivo a flor de mano.
No es ni espuma
ni brujo con sombrero de plumas:
Es un cotiledón reclamando
un ramo de eucalipto en línea recta
con su madre Nebagiryai.
Hombrecillo menudo,
tejedor de mochilas,
culpable de danzar
cuando otros disfrutan el canal.
Dule curtido,
señor de ayunos,
tastanas y chaparrones.
Color de cobre, fuerte,
con la plata limpia de la fatiga.
Pescador de orwaib y dugusidsi,
picado de zancudos,
siempre de pie
que se hinca sólo
ante su Baba y Nana a pecho abierto.
Hachero de isberwala
y musculatura indomada,
que brinda al amigo un puñado de sol
y una totuma de horchata africana.
Rastreador de jabalís,
iguanas,
ñeques,
armadillos…
Amigo del primer canto de gallo:
Hombrecillo elemental.
CHICHA BRAVA
¡Un aullido compacto y hechicero!
Cuelga de los bejucos
y de la caña brava.
La chicha está madura.
¡Flautillas,
maracas,
gritos,
músicos de Ibeorgun,
pies desnudos!
Veinte tinajones boca arriba,
oliendo a exigencia agridulce.
Veinte tinajones,
hojas de iraca y guindillas y ceniza.
Veinte tinajones,
tierra quemada, cabuya y arena.
Veinte tinajones,
rituales, sellos del pluriverso,
amuletos de gaburwala.
¡Gunadule,
aretes,
gargantillas baratas,
pipas blancas,
fiesta brava,
incensarios de barro,
humo de cacao seco…!
¡¡Uij, uij, uij, uij, uuuuuuuuu!!
¡¡Uij, uij, uij, uij, uij, uij, uuuuuuuuu!!
¡Yeer iddosii we nabbaneggi!,
corean mujeres en un solemne bullicio.
Comparten penas,
comparten risas,
comparten y comparten y comparten...
¡Mil gritos!
Remolino de gritos,
brinco sobre brinco.
Los gunadule pactan suegros.
Las gunadule descubren duendes:
¡¡ej, ej, ej, ej, ej, eeeeeeeeeee!!
¡¡ej, ej, ej, ej, ej, eeeeeeeeeee!!
An ai an yeer iddolea,
suuuuu iddolea… ¡¡¡aaaaaaeeeeeee!!!
¡¡¡Torbellino!!!
¡Doble veces torbellino ritual!
Chicha brava,
petulante,
tiznada de maíz tostado.
¡¡¡¡Ej, ej, ej, ej, ej, eeeeeeeeeeeeeee!!!!
GUNAMOLA
Una noctiluca
en la hoja de bijao.
Un rizo desconocido sobrepasa
la ternura póstuma, la begonia, el alquitrán.
Aquí quedaron los dedos
de mi abuela Gwadule, después de muerta.
Una gunamola que me descubre y dilata
como un eco ausente saltando a la vida.
Roja,
negra,
amarilla.
Es la sílaba de una joya fecundada
en sahumerios, y,
el infinito la respetó
desde el muro de caña brava.
Liturgia compleja de Nagegiryai,
agujas e hilos, grafía básica.
Arte que rehúsa ejemplares
en el cestillo de mi niña.
Me enseñaron a encender mañanas,
a soplar ocasos,
a envolver estrellas,
pero,
no he visto la mano de una diva
que espigue luceros por la cola
y los meta en su cestillo de mimbre
y los convierta en historia precisa.
Sé de noches que regalan
los primeros besos…,
del mar que se torna seda oscura,
de filigranas,
de cojines japoneses,
de cobertores orientales,
de vientos que manejan
riberas con chapas de vidrio:
pero,
ésta, me dice su nombre,
me insinúa su vieja maraña,
su guedeja de Abiayala antigua.
Esta me deja entreabierto
silbando mi distancia y mi orgullo.
Es gunamola:
la misma que secó mis primeras lágrimas
y mi mortaja que saborea
los mimos de mujer gunadule.
Me purifica y me ciega
hasta volverme alba y mar violento
con una rama de viburno alzada.
Es gunamola de mi niña
que deletrea,
como un grito intacto,
el arte nacido en Abiayala.
Vivo mi raza
y tengo incrustado el sello
en mi todo y en mi muerte…
Gunamola, mornag, mola de mi niña,
ojos abiertos ante una quimera.
CHOZA
Un cuajo de paja seca.
La ternura embebe el amor limpio
de dulebuna que sube puntual la corriente.
Calabazas y un cayuco largo;
espuertas y canaletes
espigas de un rito nuevo.
Tendederos rotos,
ropa seca,
calderos,
añicos de una canoa vieja,
una pantufla gastada...
Tinajilla que rueda inmóvil
la sucesión de secretos.
Olor de hierbabuena que es un pasado
ensartando el presente.
Mi choza bebe agua
ingurgita altura,
canta el siaigar.
–Siéntate en esta gana,
tronco tallado por mi padre.
Escucha el arrullo de mi madre
que adormece su nieto de tres meses.
Sírvete la totuma de inna
y pela una banana de finca cercana,
pecosa, enana, dulce.
We an nega,
duro sabor marino,
el sol que se une a la arena,
la copra seca que ya no se vende.
Mete la mano aquí,
en el mismo plato mío
y escurra la tajada de limón…
Mi choza. Pequeña choza
con una sola puerta...
¡Mi choza!
IBEORGUN
¿A qué vienes, pequeño nativo?
¡Tienes el jabeque fresco que tornea
el vuelo de una garza!
Caminas,
previenes,
alcanzas a palmotear desde un maizal,
y,
engendras
y reconstruyes el racimo
de olodule vuelto a la arena.
Subes,
bajas,
y dialogas con la fauna
antropomorfa y pacífica.
¡Exacta medida de la lluvia!
Ibeorgun, Yoodiwala
con la cabeza izada.
Amigo de la borrasca.
¡Descalzo y duro!
Visionario contra muerte,
entreabierto desde el río Yoo.
¡Abuelo preeminente!
No tienes poltrona ni bollo cocido.
Abres la página salobre de tu mano;
tomas el tinajón
y fermentas la primera medida de caña dulce.
Conservas un manojo de aire
sobre tus ventanillas de mongol.
Campano antiguo,
constructor de puentes.
Padre Ibeorgun de isberwala:
los gunadule se han mareado
porque el gaibir está a punto,
filamento de maíz de Baba y Nana.
Y, tú no toses
con el humo de la guindilla.
¡Absorto,
miras y remiras tus mismos ojos!
Paladeas el licor negro,
te levantas;
entonces, te balanceas un poco.
Se estremecen los dientes de caimán
y los huesos de pelícano,
las plumerías,
el tizón y el tabaco y la mujer gunadule.
¡Es la fiebre de una jarana
que no se deja civilizar!
Sudas
y el achiote penetra tus poros
de assumigur insobornable.
Vas conduciendo a ese pueblo gunadule.
Hoja de menta violando alturas...
Enseñas,
apadrinas,
reprendes:
onmaggednega,
dimasmaedigala,
muigala...
Levantas la ortiga
y lanzas tu experta mano,
espesa como una milpa consagrada.
Ibeorgun, doblegando muchedumbres
en la solemne apertura de nergan.
Me tallas, pequeño y múltiple,
y soy tallado con tu ley,
y tu misterio y tu historia.
¡Gunaadule cabal
que no deja morir ni al mar ni a la isla!
Meteoro precipitado desde
el mismísimo Baba Grande.
¡Ibeorgun!
¿POR QUÉ TE QUITASTE LA MOLA?
¡Niña!
¡¡Niña!!
¡¡¡Niña!!!
¿Por qué te quitaste la mola?
¡Cómo me duele verte disfrazada
de mujercita europea!
¡Niña!
¿Cuánto me pides por ésa
que tienes en el cestillo?
–Cinco dólares–
¿Lo ves?
–¡No cuesta nada fuera de tu cuerpo! –
¡Póntela!
¡Así! ¡Eso es!
¡Ufa!
Y, ¿la argolla?
¡Ah, no tienes agujero de la nariz!
¡Qué pena!
¡Niña!
¡¡Niña!!
¡¡¡Niña!!!
Dile a mamá que voy de viaje.
¡Lejos!
Donde las niñas tengan su mola,
y su argolla,
y su wini
y su piragua,
y preparen cada mañana
un plato de guineo para asarlo
a fuego lento.
¡Niña!
¡¡Niña!!
¡¡¡Niña!!!
Cuando te conocí, hace dos años,
te llamaban Sibbor
y, ahora te dicen Gertrudis…
¡Niña, esa mola en venta!
¡Un nombre que te han prestado!
Niña, que aún piensas en el río,
y la mola que queda en la cesta de la abuela.
Tal vez, un turista la compre hoy
y la guinde en su negocio:
“¡Compren, señores, es una joya!”
“¡¡90 dólares!!”.
Aiban Wagua (Nación Dule/Panamá). Doctor en Ciencias de la Educación con su tesis: Los kunas entre dos sistemas educativos. Análisis de sus expresiones culturales más significativas y sus roces conflictivos. Es director técnico del Proyecto de Implementación de Educación Bilingüe Intercultural en los Territorios kunas de Panamá. Publicaciones en poesía: A pie con la gente, A la manera kuna, Cantando con la gente, Desde el silencio indio, Nana Gabsus Mor ginnid, Ibdula Agiginne. También ha publicado libros de ensayo filosófico-teológico, Anotaciones históricas y mitos kunas, relatos ymuchos más En 2022 fue escogido por unanimidad como Miembro Honorario de la Academia Panameña de la lengua, siendo el primer intelectual guna honrado con tal distinción.