Por Javier Moro Hernández
Luminiscencia es el más reciente libro de poesía del autor costarricense Sebastián Miranda Brenes, publicado por la editorial Nueva York Poetry Press, en su colección Wild Museum. Y si me pidieran una primera definición podría decir que el libro de Sebastián Miranda Brenes es un libro que dialoga con nuestra herencia geológica, con nuestro entorno. Un libro que reflexiona sobre lo que significa la vida, un libro que dialoga con otros seres vivos. Seres que como nos anuncia los versos del poeta Rafael Cadena, utilizados como epígrafe, son existencia:
Lo que miras a tu alrededor
no son flores, pájaros,
nubes
sino
existencia.
La enciclopedia digital Wikipedia define luminiscencia como: “… todo proceso de emisión de luz cuyo origen no radica exclusivamente en las altas temperaturas, sino que, por el contrario, es una forma de "luz fría" en la que la emisión de radiación lumínica es provocada en condiciones de temperatura ambiente o baja.”
Por supuesto, hay varios tipos de luminiscencia, entre las que se mencionan la Fotoluminiscencia, radioluminiscencia y catodoluminiscencia. Pero sin duda, uno de los fenómenos más fascinantes del mundo natural es la bioluminiscencia que pueden generar algunos animales, muchos de ellos acuáticos, de los cuáles podemos decir sin temor alguno que “brillan con luz propia".
Esos fenómenos naturales que asombran, que deslumbran, por decirlo de esa manera, están en el centro, en el corazón de este libro del escritor y gestor ambiental costarricense Sebastián Miranda Brenes (1983), de quién ya había podido leer su libro anterior, El sudor de la morfina, publicado en su país natal. Un libro que podríamos considerar un viaje a las profundidades del dolor, del sufrimiento provocado por el cáncer. Un viaje al cuerpo humano, a ese otro universo complejo que conforma nuestro soporte, y del que en muchas ocasiones desconocemos casi todo, hasta que nos es tocado por la enfermedad, por el dolor.
En Luminiscencia, Miranda Brenes retoma un nuevo viaje. Este hacia el otro soporte de los eres humanos: La naturaleza, el planeta, como dije al principio, este entorno que nos rodea, y del cual también en ocasiones desconocemos casi todo. Un entorno poderoso, que nos sorprende constantemente, pero al que por desgracia estamos condenando a la desaparición, al dolor, al sufrimiento con nuestra incansable actividad económica, que genera, que deja a su paso, una destrucción que sorprende, que genera zozobra, pero que parece imposible de detener.
Luminiscencia es un libro de poesía que brota de la tierra, del agua, del mar, de la selva. En ese sentido, me parece que tiene una profunda relación con la poesía indígena. Una relación intangible, una relación filosófica, una relación espiritual, que nos recuerda la importancia, la necesidad de respetar el entorno natural y dejarla de ver como fuente de riquezas y de recursos infinitos.
En Luminiscencia de Miranda Brees flota la nostalgia de un mundo maravilloso que parece se pierde día a día. Un mundo natural, al que la mirada de la humanidad ha convertido solo en un parque de diversiones, dejando de lado, olvidando la magnificencia de una naturaleza salvaje, magnifica, imponente. Retomo acá unos versos del poema Zopilote Rey:
Suspendido
al lado de una nube
vigilo el fluir del aire
mis alas se extienden
se impregnan de supremacía
e irradio la energía de una estrella
desde lo alto
abrazo al mundo
y lo contemplo decepcionado
Un animal magnifico (recientemente la poeta y editora mexicana Mónica Nepote ha propuesto que usemos la frase “persona no humana” para referirnos a los animales Una propuesta que me gusta, porque nos iguala con estos seres majestuosos, que nos han acompañado en este viaje llamado vida desde tiempos inmemoriales) que observa al mundo reconstruido por los seres humanos con decepción. Porque lo hemos destruido, porque lo hemos convertido en un vertedero. Porque no somos capaces de ver la belleza, la magnificencia de este mundo que nos rodea, que nos soporta, que nos da sentido.
Luminiscencia se encuentra dividido en las secciones Antropoceno, Anima Mundi, El colibrí dibuja fractales, Luminiscencia, Visión conquista, Génesis Ofrenda y Posthuma-N0. Capítulos que trazan un camino de ida y vuelta, una circulo perfecto, una serpiente que se va extendiendo a lo largo de las playas, de las selvas, de las montañas, de las planicies de un mundo que nace, que crece, que se expande, que respira. Luminiscencia es un libro que late, que está vivo, que nos sopla vientos cálidos de selva, la humedad de los pasos de cangrejos en las playas. Un libro que nos recuerda que nuestra piel respira gracias a cientos de respiraciones que viven junto al ser humano en este planeta. Un libro que nos recuerda que el ser humano no es el monarca absoluto que corta cabezas de este sistema vivo que es el planeta tierra.
Un libro que nos recuerda que la tierra late en el instante, en el aleteo de un abejorro, en el vuelo de un colibrí, en el paso lento de un cangrejo, en el paso fallido de una garza que erra su golpe y el pez se le escapa. La vida late en todas sus dimensiones. Eso también lo hemos olvidado los hombres, embelesados con las palabras de los sabios, de los filósofos que nos han dicho que el “la medida del mundo soy yo.”
La mirada antropocéntrica nos ha hecho perder de vista el mundo que late a nuestro alrededor. Hemos perdido de vista lo instantáneo, lo frágil, de lo minúsculo. Pero es que en muchos sentidos el mundo se le escapa a la mirada humana. Pero no a la mirada del poeta. De Sebastián Miranda que está atento a este mundo vibrante, que aletea, que camina bajo nuestros pies, que nos observa, que nos ha aprehendido desde hace siglos, para poder sobrevivir a nuestra soberbia, a nuestra ceguera.
Porque la mirada del poeta es una mirada entrenada. Porque el poeta debe intentar ser uno con el silencio, con la contemplación. El poeta debe buscar volverse uno con la respiración del mar, con el aleteo maravilloso del Zopilote rey, con el aleteo acompasado de una mariposa, con el paso magistral de las hormigas, con el trabajo incesante del escarabajo, tal como podemos observar en la sección titulada El colibrí dibuja fractales, en donde podemos leer poemas como el siguiente:
Golpea su pico en las ramas
atrapa
al arcoíris
o éste otro:
¿Y si la libélula
se jactará
de su cuerpo de dragón?
Poemas en donde podemos reconocer la mirada del poeta atrapando la velocidad, la finitud de la existencia. Porque Luminiscencia es un libro que flota, que aletea, que vibra ante la mirada del lector. Un libro que deslumbra con su luz, con la luz que emana de las líneas sinuosas e insinuantes de sus versos. Porque Luminiscencia es un libro que bordea diversos territorios y niveles poéticos, llevando al lector a un viaje por un terreno que van reconociendo juntos y que el poeta va nombrando, territorios que el poeta va alumbrando con su voz, con su mirada, con su palabra. Luminiscencia es un libro territorio, un libro que al mismo tiempo va renombrando, reconquistando territorios para la luz, para la belleza, para el respeto, para el asombro ante la belleza de nuestro planeta, de esta tierra que debemos amar, apreciar, gozar, cuidar. Porque la naturaleza, el mundo, es el tema de este libro. La belleza de este planeta, de este continente, que se merece que la observemos con otros ojos, con una mirada en donde sea la belleza la que reconquiste a nuestros ojos, a nuestra forma de ver, de nombrar, de estar en el mundo.
Luminiscencia es un mensaje en medio de la noche que nos pide no perdernos, que nos pide regresar, reconstruir el camino.
Javier Moro Hernández nació en 1976. Es autor de los libros de poesía Generación Perdida (2021), Selva Baja (2018), Mareas (2013), y de las plaquetes de poesía Los Salvajes de Ciudad Aka (2012), Una palabra con nombre bala (2012) (ambos en colaboración con Carlos Ramírez) y Los Hipopótamos de Pablo Escobar (2016), así como de la novela Cocaína (2018). Fue coordinador del Recital de Poesía Chilango-Andaluz y del Gabinete Salvaje, noches de poesía y Artes y miembro del colectivo de poesía sonora de Los Salvajes de Ciudad Aka y del colectivo PLACA. Es periodista cultural es colaborador de La Jornada de Aguascalientes y del suplemento La Jornada Semanal, además de los sitios de internet Suplemento de Libros (SdL) y Revista Desocupado, entre varios más.