Curaduría: Manuel Adrián López
ROTA
Busco al asesino. La raíz cuadrada de 1994 sigue podrida entre mis manos . Su cuervo en la memoria. Tanto tiempo en el agua con el tobillo quieto trasnochado y el ala y el pezón derecho y la curva de mis quince años. Todos muertos. Busco al asesino en las luces en las islas en el cálculo extraño de la noche. No lo encuentro. Tanta ala y el circulo roto y el cuervo. Este disparo gris que no se apaga.
CALIBRE
A quien le debes
tu espuma
las pastillas del martes
los hilos trasnochados.
Carcajadas
huesito retruécano y dulce.
En una lata operan tus venas
tus grises sombrillas
tus molares.
Es hora dijiste.
Los disparos
son murciélagos felices.
PLACENTA COLECTIVA
Este estúpido asunto de nacer mañana, jugarse el silencio con las sombras. Y gritar. Gritar entre los hijos que no saben cómo ha sido nuestro parto. Nacer mañana cuando los muertos escapan tardíamente a nuestro rostro, cuando ha sido perdonado el instrumento, la barbarie del nombre. Simple colocación de signos bajo el brazo, papelillos de carne imaginados, volutas de miedo, de miedo. Y tú, enciendes el ordenador, no ordenas nada, te diluyes en una placenta colectiva que no avanza, una especie de círculo vital donde los ojos nada pueden. Enciendes la ventana, te buscas, algo tendrá que suceder. Otra bala, otra máscara que salve a los muchachos del odio, de la impaciencia viral, de los idiotas. Este estúpido asunto de violar los días, agitarle la cabeza como a un perro. Encender, apagar la luz, mostrar otra cadencia que no duerma sobre el link. Documentar, comentar, abrirse las piernas en busca de los pobres, abrigarlos vagina adentro, no decir o decir i like para que todos sean felices más allá de las balas, más allá del hambre.
Apretar, descender, curarse de este nacimiento que nos tienta como esponja de luz, como fruta seca. Write a comment, decir que la felicidad es este pájaro naciendo, molécula viva bajo los semáforos. Escribir, diagnosticarse a oscuras cuando todos sueñan una pantalla, consonantes, ilegítimas sombras y sonrisas. Y tú, tú enciendes el ordenador buscándome, yo, apago mis dedos, cansada ya del infinito asunto, harta de compartir mi nombre, de parirme entre las redes para que otros como tú puedan encender el ordenador y me encuentren.
Este estúpido arte de nacer mañana y el día después. Jugar en silencio con las sombras. Jugar, encenderse, apagarse, como el ordenador, como los días.
IMPACIENCIA
Olympe de Gouges se esconde en las butacas. Huye del miriñaque y los tratados. Inútil. En mi casa no hay espacios para cuerdas, la muerte llegará envuelta en seda, solitaria de mi mano. Tres toques en la noche, Olympe no escapa. No puedes. No existe el modo de escapar aún si en la constitución han sido revaluadas nuestras tetas. Desde qué otro sueño la amnistía llegará en traje de hilo y corbatas amarillas. No puedo responder, quiero mi ciudadanía, mi silencio. Rompe mis butacas, descansa Olympe de Gouges. Vale más mi concha prematura, mi dedo abierto que ese infierno y su paja en la cabeza. Fabrico muñequitas, el grafiti se desplaza hasta los muslos. Ella asiente. No faltes, escribe en los manteles. La noche se asemeja al comején y yo sostengo muñecas descreídas. Fabrico muñequitas, me confieso. Voy del perro a la mentira. En el cuello amado encuentro esta fecha, 1791.
HOUSE OF THE RISIN SUN
Dispara
no hay balas
le he dado al cojo
toda mi fortuna
y aun así
no duermo
no vivo.
La ciudad (esquizofrénica)
muerde mis labios
pide más.
Y yo qué tengo
yo qué tengo,
digo.
Un horno
donde cocer abismos
el disco de Bob
que me costó un peso con noventa y nueve
en la avenida Broadway.
Sabes brother la luz no llega
y es una pena esta ciudad
con sus piernas abiertas
a la espera del remate.
Es una pena que no encuentre
lo que busco
en los estantes
en el cielo
en la puerta que ostenta su revólver
que apunta a mi pecho
pagando el salario mínimo que dejaré
si encuentro
otro disco de Bob
a uno con noventa y nueve.
¿EQUILIBRIO?
No ser sino humo y tinta
fuego y tinta
pero la tinta no existe
más que en tu cabeza.
Hemos pasado a escribir sobre los brazos
como una hoja de papel
pendiente
como si el hambre de un endecasílabo
floreciera hacia adentro
y hacia adentro
como la velocidad del que impulsa un abismo.
Nuestra maleta y aquel país
doblados bajo el brazo,
ese,
el de escribir y posponer.
Derecho
izquierdo
insólito.
Nos despedimos
llegamos.
Se nos traba lo que fuimos
frente al mar o sin la noche.
No ser lo que equilibra al cuerpo
es un acto terrible
mutila.
Quisiéramos ser otros que no fuimos
pedalear hasta tocar el rojo
abrirnos un
trazo putrefacto y que florezca.
Pero un endecasílabo no lleva psicoanálisis
su perfecta realidad nos incomoda
como lo haría un huracán.
Lleny Díaz Valdivia (Placetas, Cuba, 1975).Poeta. En la actualidad vive en Miami. Ha dado a conocer los poemarios Sobre mi espalda desnuda otro silencio vive (2012), Placenta colectiva 2016) y Se miran los caballos (2018). Fue finalista del premio Nuevos valores de la poesía hispana 2012 de Ediciones Baquiana y el Centro Cultural Español en Miami. Ha publicado en revistas impresas y virtuales de Cuba, España y Estados Unidos como El Caimán Barbudo (Cuba), Conexos (Estados Unidos), Diario de Cuba (España) y Círculo de poesía (Estados Unidos). Sus versos ha sido incluidos en varias antologías, entre ellas, Poetas cubanos en Miami y Crear en femenino. Participó en el Festival de Poesía O Miami en el año 2016 y en la Feria del Libro de Miami. Tuvo a su cargo la sección de poesía Volar los Techos (Editorial Hypermedia).