BALADA ROCK PARA EL DESAPARECIDO
Siglos-luz ha
que fue raptado por malévolos signos de interrogación
y aún, aún, no germina el sol sobre su enigma.
Terratenientes de las necrópolis
con muchedumbre de fémures entre sus trofeos de caza,
entre paréntesis de la ley
hacia el apartado postal del viento lo condujeron ciego, mudo y manco
hace ya demasiadas lágrimas de familiares y amigos,
y ajenos a su do sostenido
en algún lugar del triángulo de las Bermudas de la realidad
sembraron las siete raíces de su grito.
Cualquier brizna de esperanza
a favor de un final feliz,
fue el espejismo de la línea recta.
Quizás el ojo del níquel le vio con ojeriza
y avispas furiosas lo aguijonearon;
tal vez el rencor a sueldo martilló sus testículos patrios una y otra vez,
como guayabas maduras;
a lo peor, relámpagos de doble filo se ensañaron contra sus sueños;
lo fidedigno es que cayó,
galardonado por sus rubíes,
acullá, donde revientan las rosas rojas como medallas de honor al mérito,
como asteriscos desde donde tañe
hasta nuestros latidos el eco de su sangre fértil.
Olvidos-luz ha
que fue raptado por malévolos signos de interrogación
y aún, aún, no germina el sol sobre su enigma.
PROFESIÓN DE FE
A quien interese
Escribir no es tallar un tótem
con coágulos de estrella,
tampoco reinventar el teorema de Pitágoras
o los versículos del Popol Vuh.
Escribir significa patentar un jazmín de abretesésamos
que entrecomille la niñez del alba,
ya que es para anteayer extirparle
alguna sinécdoque postiza a la Miss Unicoverso,
amígdalas de sintaxis
o algún desliz extraconyugal…
Escribir es conjugar el verbo amar hasta la hez, alter ego del yo
que equivale a mi viña de prismas
lo que el tiempo al reloj.
Porque no es caligrafía eólica de hemorrágico ciprés bailarín
ni huellas de turistas en la playa
lo que eyacula mi bolígrafo,
sino cromosomas semánticos
que se multillizan sobre el útero de la página en blanco
para que esta preñez de corcheas
(tradúzcase: jardín de abracadabras)
muchedumbre alhajas en el acuario de tu mente.
Escribir es este acto de magia
donde mis vísceras son
lo unigénito que extraigo de mi sombrero:
suerte de mayéutica psíquica
antes que un malparto intelectual.
AUTORRETRATO
Hombre-lobo soy
que exhuma entre las piernas de una mujer su luna llena
y antólogo confeso de películas para adúlteros;
huérfano de dos tuercas y un tornillo,
trajino por las calles un organillo de ciego que tañe cuando quiere
y una estrella de mar en vez de corazón;
secretario privado del rayo y sus arpegios de tormenta
si atestiguo el óxido del desafuero;
Quijote del bolígrafo, porque en un certamen de metáforas en bikini
mi Dulcinea hallo,
también me gusta el futbol de orfebrería, Beethoven
y el rock de alto voltaje;
jardinero exclusivo de la rosa náutica, trafico polen de sueños,
y a mucha deshonra;
cazador furtivo del marfil de las páginas en blanco,
busco la piedra filosofal
en el almácigo de las palabras y su crucigrama sin fin;
alérgico a la hipocresía y a su carátula de mapache viéndome la cara,
hace ratos firmé, sobre acero inoxidable,
mi acta de divorcio contra las anfetaminas del aplauso;
sentimental congénito, más cariñoso y tonto que un perrito faldero;
apóstata de la escala cromática del vino
y prófugo gremial que mendiga asilo político a la soledad
y riñe con ella: he aquí lo que soy, lo demás
es impura coincidencia.
SOLO DE TROMPETA PARA UN HÉROE MAYOR
Para el General Francisco Morazán, en memoria.
¿Quién dice que has muerto, artífice del alba,
si tus palabras (palomas mensajeras
de fértil aeronáutica)
germinan como granos de maíz en el corazón de los niños;
si revienta en rosas rojas tu sangre;
si veo retoñar tus espuelas contra los coágulos del cielo
y relampaguea tu espada
sobre el signo de interrogación del horizonte
como una varita mágica que añora ser empuñada?
¡Falsa alarma! No has muerto: como un ejército de yataganes
el pinar aguarda el santo y seña de tu voz de mando,
los arpegios de ilusión que sembrarán los cascos de tu caballo.
¿Cómo podrías morir
si los multiembusteros prostituyen todavía las niñas de tus ojos;
si tu Bella Sufriente
se cobija aún con harapos de metal resquebrajado,
con hojarascas de dignidad;
si no hay quien trace surcos donde sembrar antorchas
y no flamea el estandarte
que transforme en mariposa la crisálida de nuestros sueños
y nos guíe hacia la flor?
GÉNESIS
Antes del antes
No hubo jardín del Edén en mi vida:
Todo fue ausencia y eclipse a la enésima potencia
Concentrados en un punto y aparte
Tan pequeñito,
Tan sexy,
Tan artístico
Como este asteroide de tinta china
Que orbita el núcleo gravitacional de tu ombligo:
Aconteció que Yahveh-Dios te clonó
Y patentó la primavera.
Javier Vindel (San Pedro Sula, Honduras, 1968), es poeta y narrador. Ha ganado el Alfonsina Storni, Buenos Aires, Argentina; el Charles Baudelaire y la Porte Des Poetes, Paris, Francia; el Antonio Machado, Soria, España; y variopintos certámenes nacionales. Ha publicado El traje de piel de camaleón, El domador, El moño de la eñe y Pre-txtos y con-txtos (narrativa); y Primavera en botón, H2O y Álbum familiar (poesía). Tiene en el microondas Avnturas d 1 Zángano (novela) y Triángulo de tus bermudas y El salmo de la pluma (poesía). Ha sido traducido al inglés, francés e italiano y harto antologado. Es fundador y presidente de Fundación Abrazhon, organismo solidario-cultural a favor de los desposeídos de su país. Escrivive y sueña
en Tegucigalpa, Honduras, C.A.