Curaduría: Miguel Falquez-Certain
Me gustan las casas de antes y las familias de antes. Las casas de antes tenían grandes corredores, y las familias de antes tenían bastantes hijos. La felicidad, el sentido de la vida, parecían consistir en tener niños corriendo alrededor de la casa. Los espacios como la cocina eran para preparar la comida de los niños y que comieran después de correr. Los baños eran para que los niños se lavaran los pies después de correr. Las habitaciones eran para que los niños descansaran después de correr. Las sillas mecedoras eran para balancearse sentados mientras se veía a los niños correr. Los días domingos y festivos eran para no ir al trabajo y ver a los niños correr. No eran las columnas las que sostenían las casas de antes, eran los corredores.
***
Era la fiesta navideña
de los globos de papel flotantes
y mi madre y yo hicimos el nuestro.
Lo forramos con papel de arroz
y lo tripulamos con una pequeña vela.
Nuestro globo subió al cielo
impulsado por su pequeño corazón de fuego
y derramando algunas lágrimas de despedida
se perdió entre las estrellas.
Algunas veces
cuando puedo ver el cielo
lleno de estrellas
me pregunto cuál de todas será
la que plantamos una noche
mi madre y yo.
***
Mi abuela protegió nuestra casa
rodeándola con una llamarada.
Las heliconias
del jardín de mi abuela:
antorchas que ardían
incluso
bajo la lluvia.
***
La leña almacenada
era fuego reposado
al calor del tiempo.
De aquella leña
nos bebíamos el humo
en el agua que hervía
alimentada
por ese antiguo fuego
que algún día fue almacenado
por las manos de mi abuelo.
***
Por mi mente pasaba la imagen de un parque
donde un hombre y su hijo
subían y bajaban
a ambos lados del mataculín.
Se trataba de un recuerdo
que había inventado
porque yo
nunca abandoné el suelo.
***
Mi abuelo
metiendo su mano al bolsillo
para iluminar con un pan
la casa del vecino,
mi abuela y mi tía
cantando una canción para mi abuelo
que ya se nos estaba yendo,
mi madre
volviéndose a enamorar
después del abandono de mi padre,
mis hermanos
sorteándose el rincón de la cama
con un juego de manos…
¡Y yo con un solo corazón!
Diego Despreciado (Carepa, Antioquia, Colombia) Reside en la ciudad de Bogotá. Ha publicado Pequeñas crónicas del Nuevo Mundo y Cielo de tierra, propuestas ganadoras del portafolio de estímulos del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia en los años 2016 y 2022 en las modalidades de cuento y dramaturgia. Ganador del primer premio en el XXXI Concurso Universitario Nacional de Poesía 2018 de la Universidad Externado de Colombia. Obtuvo el primer lugar compartido en el Concurso Regional Mesa de Jóvenes Jorge García Usta 2019 del Festival Internacional de Poesía en el Caribe. En 2020 Nuevas Voces Editores publicó, en formato digital, su antología personal de poesía La raíz del fuego en la Colección Yarumo de poesía antioqueña. Participó en el XXVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos de Salamanca (2023). Obtuvo el primer lugar en el Premio Distrital de Poesía Ciudad de Bogotá (2023) con su poemario Una patria para el caracol, recientemente publicado por la editorial Manchas de jaguar.