21 Dic 2024

78. FIP TURRIALBA 2024. MODALIDAD VIRTUAL. CARLOS GUSTAVO VARGAS

-03 Ago 2024
Prensa

 

 

 

Carlos Gustavo Vargas

Selección de Peatón de tempestad

(Nueva York Poetry Press, 2023)

 

 

LA CALLE, UN POEMA EN CONSTRUCCIÓN

 

Al inicio,

cuando el poema era una calle en desarrollo,

el niño sembraba heridas al borde de sus juegos

para luego cosechar versos sueltos

que alimentaran la casa donde cada día

se apagaban sus padres que, sin saberlo,

también eran poesía atrapada en piedra,

igual que el vecindario

que esculpía con sus amigos de goles y bicicletas,

mientras rompía los tejidos endebles de la inocencia

y cerraba los estantes de juguetes que caían en pedazos

fulminados por un dios que mudaba de voz y de universo,

transmutable bestia de soledad,

que asomaba como un silencio de aviones lejanos,

prolongando una huella encima de su cabeza.

 

Ahora,

el niño es un náufrago llagado por la lluvia

que le teme a los cuadernos que carga

-¿o lo cargan?-

desconfía de sus líneas imperfectas

de sus tramposas hojas en blanco

afiladas como guillotinas del miedo

que empañan de dudas

la ventana que mira a esa calle

que es un poema en construcción.

 

 

POR LA VENTANA SE VE EL MUNDO GIRAR

  

Volveré tantas veces,

incluso las que no sean necesarias

porque al abrir las cortinas todo sigue intacto,

y hasta escucho la voz de los ausentes,

el eco de las llagas y el crujir de los caminos culminados.

 

Las casas disfrazadas   

parecen no ser las mismas

pero sus ojos desnudos

no pueden engañarme

 

Aquí todos nos matamos

y todos hemos resucitado

Aquí todos ardimos

y todos supimos apagarnos

 

Y por las noches,

el niño en cautiverio 

envejece pegado a la ventana de la memoria,

con la certeza de que siempre es tarde

para ver girar el mundo de bicicletas,

de los hijos de aquellos que saben

que siempre será temprano.

 

 

UN SILENCIO DE VERSOS Y LECTURAS

 

Despertarán temprano.

Antes de que abran los cuadernos

donde duerme el poema.

Ojalá hoy no hubiera escuela,

que llamara el jefe a suspender el trabajo

que la lluvia evaporara en poesía

y cayera en granizos sobre el patio

donde otra vez padre e hijo

llenan la pared de balonazos.

Pero no.

Dentro de poco el hijo

se atará a un viejo pupitre

y olvidará al padre

que para entonces estará

pensando en el pago de la quincena,

en el balón nuevo que comprará

porque el de su hijo ya no da para más.

 

Hoy el patio es un silencio de versos y lecturas.

El padre no puede concentrase en la oficina

y desvanece asomado a estaciones etéreas

que el hijo apenas aprende a construir.

 

 

ESTACIÓN DEL ASOMBRO

 

La infancia se ha perdido.

La juventud se ha perdido.

Pero la vida aún no se ha perdido.

Carlos Drummond de Andrade

 

El niño es un diestro creador de estaciones

a las que luego regresará para encontrarse solo.

Volverá al viejo autobús

una y otra vez.

Recorrerá patios ajenos

y dejará salas en desorden.

Asomará por la ventana y lo verá todo:

el mar, las sombras de la selva, los grandes edificios,

los dioses inventados,

esos seres de los que nadie le habló,

hechos con barro del que no fue moldeado,

dioses que pronto los olvidará

y arrojará al camino

para que otros los descubran.

 

El niño es un perpetuo viajero sin temor al viento,

capaz de inundarlo todo

y a la vez ese todo poder salvarlo.

 

 

DE LA JUSTICIA Y LA POESÍA

  

Poesía que me permite salir de mí y tener la

experiencia de otra experiencia.

José Emilio Pacheco

 

No se hacían versos en aquella bodega abandonada

Los niños nunca hablábamos de poesía

Nuestros padres jamás recitaban poesía.

En la escuela no entendían de poesía.

 

Por eso terminamos convirtiendo las viejas

cortinas en capas

y creyéndonos dioses de trajes ajustados.

 

En lugar de decir cosas como

“Poesía que me permite salir de mí”

Decíamos

“¡a luchar contra los villanos!”

 

Y ahí iba yo:

tela roja en la espalda, botas de hule y un colocho ensalivado en la frente.

Mi pasión era volar sobre un vecindario transmutable

y volver triunfante al salón de la justicia

donde el viejo comedor de la casa

servía de mesa para reuniones que salvarían a barrio.

 

Como decía:

no hacíamos versos,

pero aquel salón sí que era la poesía.

Nos permitía ser otros.


 

PASOS DE BAILE

 

La lluvia trajo compañía.

Una que bailaba por los pasillos de la casa triste.

Que le gustaba el llanto ajeno y las cartas de    despedida.

El niño le huía con Los Cadillacs a todo volumen

y las canciones que ella nunca cantaría,

pero sus intentos de fuga fracasaban

y siempre volvía al confuso tablado

que se elevaba con su presencia.

Bailaba en el jardín y rompía las hojas secas

que desprendía su madre.

Bailaba y bailaba

con la fuerza de un árbol que ofrece frescura

pero que acabará abrigando cadáveres.

Ya no había más que hacer

-decían los entendidos-

nada.

Y mientras ella bailaba

los ojos de la casa

oscurecían.

 

Un día no se escuchó más

y el niño volvió a la calle

donde todos juegan a esperar

la melodía del baile final.

 

Carlos Gustavo Vargas (Turrialba, 1981). Poeta, periodista y emprendedor turístico. Ha laborado en diferentes medios de comunicación escritos y radiofónicos, desde donde difunde temas culturales. En el 2015 y 2016 fue miembro del taller literario Nuevo Paradigma, de Turrialba Literaria, impartido por el poeta Juan Carlos Olivas. Ha participado en diferentes festivales de poesía organizados por Turrialba Literaria. Peatón de tempestad (NYPP, 2023) es su primer poemario.

 



Compartir