Cuando tenía 17 años, recibí de manos de la poeta Consuelo Tomás, una hermosa edición de formato pequeño de los Poemas prohibidos y de amor del gran poeta mexicano Efraín Huerta. Fuerte fue el impacto ante la lectura del poema “Presencia de Federico García Lorca” con sus metáforas de colores, de viento y de agua, de guitarras y de invernaderos. Luego, en 2007, tras sostener correspondencia cibernética, pude conocer en Nicaragua a Thelma Nava y a su hija Raquel Huerta Nava. Esta última me regaló muchos libros de su padre y siempre le estaré agradecido. La amistad con ellas se acendró y siempre les manifesté mi admiración por los textos de El Gran Cocodrilo del Chagres, nombre con que se había bautizado el poeta de Silao en nuestro Panamá, donde cultivó grandes amistades. Sea la publicación de este poema una rosa memorable para Thelma y Raquel, que ya emprendieron su viaje cósmico, y un homenaje a esa hermandad que sostuvo Efraín Huerta con España y el pueblo panameño.
Javier Alvarado
PRESENCIA DE FEDERICO GARCÍA LORCA
Dos voces suenan: el reloj y el viento,
mientras flota sin ti la madrugada.
1
Cuando todavía no nace el último lirio
y los ruidos quieren ya convertirse
en tibia y maravillosa alegría de las nubes,
y las mujeres sonríen blancamente acariciadas
por el dulce calor de nuestras manos,
y los niños son más flores que niños,
y las palabras como estrellas tristes,
y los barcos invernaderos.
Cuando el odio se resuelve en ceniza
porque los fusiles son realmente fusiles,
y la sangre verdadera y fresca sangre,
y una mano cercenada es como un pañuelo.
Cuando tu voz, Federico, noble voz
de helecho o niebla con jacintos naciendo.
Y de La Habana me llega tu grito aventurero,
del East River tu cínico desnudo al mar
y de Buenos Aires tus canciones como cuchillos.
Cuando desesperadamente te esperamos en México,
varón de tierra y cielo, dios de la espiga,
con tu sabroso cargamento de poemas y guitarras de agua,
vestido de habitante de los ríos.
Cuando por fin, tú mismo, estás de luz
en las albas y los atardeceres,
aparecen de pronto los crímenes y el llanto:
aparece tu Muerte, especial Muerte tuya,
hecha de pieles de gacelas y pólvora,
y suspiros amargos de terribles claveles;
hecha de melancolía exprimida
y mariposas, y música marina, y laureles,
y viento de palmeras, y sudor.
2
Federico; son las seis de la tarde
en la ciudad de Mérida, la Península nuestra
llora y se enluta por tu valiente sangre,
por tu sagrada sangre de mar, aurora y selva;
por tu estupenda sangre de saludable ángel
o demonio moreno; por tu madura sangre de gitano
y Hombre del Universo.
3
Tendría yo que apagar con el alma
todas las risas del mundo,
los ruidos turbios de la luna
y la falsa tristeza de las estrellas
por oírte pasar, Caballero de Plata y Azucenas,
encima de nosotros, tus partidarios de siempre,
dándonos la consigna necesaria
contra los negros perros que te rompieron
el corazón y la virtud de castigar a los maricas;
contra esos que te abrieron por mitad
y se acobardaron al encontrar
que eras lleno de rosas y gritos amarillos;
contra esos bárbaros de cerebros de piedra
y maniobras de víboras cristianas;
contra esos que provocan a la URSS y asesinan
a Thaelmann y a Prestes lentamente;
contra esos verdugos de la inteigencia Humana,
tu consigna, tu consigna viril
de ave y bandera nuestra, Federico.
4
Verdad que hay una muerte para piano
y otra para canarios; lo dijiste.
verdad que hay cementerios y campanas,
que hay miseria y opresión en el mundo,
que hay automóviles y perlas rodando
por las avenidas del asco y el desprecio,
que hay millones de ojos mirándote a los ojos,
que hay las voces de Rafael Alberti y de Pablo Neruda
para dar a los hombres la perfecta
sensación de tu vida continuada y magnífica
y eternamente guiando nuestros actos.
5
Estoy en un crepúsculo de la ciudad de Mérida
viéndote navegar gritando al mundo
la verdad de los crímenes de aquellos
que quisieran hacer trizas la estrella
que tuviste en la frente con tu Muerte:
estrella roja y pura como nube quemada,
estrella del presente y el futuro
con la que tú caminas, joven del infinito,
aliento superior de la España que sangra,
recio vino andaluz, rey jazmín de Granada,
hermano del crepúsculo que sufro sollozando,
nervios de golondrina, huesos de Tiempo,
maciza alma de niebla, Federico García.
16 de octubre de 1936